Una parada en la isla térfida más fabulosa del mundo debido a que la habitan bravas, incansables, firmes y valerosas mujeres feministas.
Las cárceles como espacios segregados por sexos. Artículo publicado el 11 enero, 2022, de Joan Smith, https://thecritic.co.uk/prisons-must-be-single-sex-spaces/
Imagina un par de internos.
Una es una madre soltera cumpliendo una breve sentencia por hurto. Como muchas reclusas, tiene un historial de violencia machista y autolesiones y está desesperadamente ansiosa por tener que estar separada de sus hijos pequeños.
El otro es un condenado por delito sexual que recién comenzó a “identificarse” como mujer. Ha pedido ser trasladado a una cárcel para mujeres, si bien todavía tiene genitales, y se ha concedido dicha petición.
Quizás pienses que se necesita una especie de visión en túnel para afirmar que el bienestar del delincuente sexual esté por encima del de la reclusa.
Puede que pienses que no cabe esperar que las mujeres en prisión corran el riesgo de sufrir agresiones por hombres que están jugando con el sistema de justicia penal al afirmar que son mujeres, o que facilitan un servicio de validación de género a hombres con disforia. Incluso se podría pensar que nada de esto debería haber sucedido sin un debate público y una evaluación completa de la repercusión de la abolición de facto de las cárceles de mujeres —puesto que de esto se trata— en las reclusas.
Se equivocarían. La controvertida política lleva en marcha desde 2016, aunque no se conoció verdaderamente hasta el flagrante caso de “Karen White” (de quien más tarde hablaremos) ocupó las primeras paginas.
El lunes los pares (peers) tuvieron una extraña oportunidad para recuperar la sensatez y la equidad en las cárceles cuando un antiguo parlamentario tory, Lord Blencathra, presentó una enmienda al proyecto de ley de Policía, Delito, Sentencias y Tribunales.
Reiteró el principio establecido hace mucho tiempo de que las cárceles deben ser segregadas por sexo y pidió que los reclusos que se identifican mujeres que estén en riesgo, en cárceles que coincidan con su sexo, sean alojados en dependencias separadas.
Es al mismo tiempo la solución sensata y la más justa, pero la enmienda fue condenada antes de haber sido debatida en la Cámara de los Lores. “Segregación y aislamiento de reclusos basados en prejuicios”, tuiteó Lord Paddick, el portavoz de Liberales Demócratas (Lib Dem) sobre Asuntos de Interior en la cámara alta.
Cuando las mujeres intentaron entrar en debate, Paddick rechazó las preocupaciones sobre el impacto en las reclusas con una espectacular arrogancia: “Todos los reclusos son evaluados según el riesgo y ubicados en penitenciarias adecuadas. Fin de la historia."
¿Fin de la historia? Dígale eso a las dos reclusas agredidas por el mencionado White, un recluso identificado como mujer que ingresó a una cárcel de mujeres mientras esperaba juicio por GBH (lesiones graves), robo y delitos sexuales contra mujeres.
Más adelante, White admitió las agresiones y las dos violaciones cometidas antes de ser puesto en prisión preventiva y condenado a cadena perpetúa.
En el blog se
corresponde al número 3 Karen
White aka Stephen Wood (Manchester, Inglaterra. Reino Unido. Pederastia.
Conducta obscena contra un menor. Agresión sexual) y su caso a modo extendido
está en la entrada de Impacto de la autodeterminación del sexo registral en cárceles de mujeres.
El caso representa un fallo completo del aparente infalible proceso de evaluación de riesgos citado por Paddick, y no es único. Hace un par de años el Ministerio de Justicia tuvo que admitir que los reclusos trasladados a cárceles de mujeres habían sido responsables de siete ataques sexuales.
La pequeñísima población carcelaria femenina, que representa sólo el 5% del total, se diferencia radicalmente del grupo masculino.
Las mujeres son, en su mayoría abrumadora, encarceladas por delitos no violentos como fraude, robo o por no cumplir con el pago de multas.
Llegan a prisión con niveles superiores de enfermedad mental y discapacidad física, problemas con las drogas y el alcohol, y ansiedad respecto a la vivienda e hijos. Tienen más del doble de riesgo de autolesionarse y la mayoría ha sufrido violencia machista.
Un estudio de internas en Escocia, publicado en mayo del año pasado, encontró que el 66% había sufrido repetidas lesiones en la cabeza durante muchos años, generalmente como resultado de la violencia machista en el hogar.
En otras palabras, se encuentran entre las mujeres más perjudicadas y vulnerables del Reino Unido. Sea lo que fuere, no son delincuentes sexuales, o rara vez; los hombres son responsables del 98% de los delitos sexuales, según el Ministerio de Justicia.
Cuando las dos poblaciones carcelarias muestran patrones delictivos tan diferentes, difícil entender por qué los integrantes del sexo que cometen la gran mayoría de los delitos sexuales deben ser recluidos con mujeres que son principalmente víctimas de la violencia de los hombres. Pero los peers que se manifestaron en contra de la enmienda de Blencathra parecían mucho más preocupados por los derechos de los reclusos identificados como mujeres que por las reclusas obligadas a compartir baños con ellos.
Lord Hope habló sobre la "problemática emocional intensa que sufren los individuos que cree han nacido en cuerpos equivocados".
Lord Paddick, otro peer del grupo mixto parlamentario, copiosamente anunció que él estaba "muy feliz de defender la femineidad y maternidad" pero consideró que sería "degradante" colocar a los reclusos que "casualmente nacieron en el sexo equivocado" en unidades separados; Lord Cashman, del Partido Laborista, afirmó que la enmienda “perpetúa los estereotipos de los hombres que se perciben mujeres y de las mujeres que se perciben hombres como depredadores sexuales.”
Una peer de los Verde, la baronesa Jones, expresó su molestia a causa de que "la mayoría de las participaciones han sido hombres y se han pronunciado en contra de la enmienda".
Dijo que apoyaba la política de su partido de que los hombres que se identifican como mujeres son mujeres (trans women are women) pero señaló que “hay ocasiones en que las mujeres en las cárceles de mujeres sufren depredación sexual por parte de hombres que se han identificado falsamente como mujeres”.
Sin éxito: ante tanta oposición, la enmienda de Lord Blencathra fue retirada y la taimada sustitución de de las cárceles de mujeres por establecimientos mixtos continúa a ritmo acelerado. Algunos reclusos varones pueden identificarse honestamente como transgénero, sin embardo, una cantidad sorprendente de condenados han comenzado a “identificarse” como mujeres luego de ser arrestados y acusados por delitos violentos.
¿Cómo puede saber la diferencia una mujer que ha sufrido tantas veces violencia machista cuando un recluso con sus genitales aparece en las duchas?
Resulta difícil pensar en un experimento más arriesgado que forzar a mujeres vulnerables a compartir instalaciones con los delincuentes sexuales convictos que, unívocamente, siguen teniendo acceso a su fusil.
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