sábado, 25 de febrero de 2023

Traslado, cogemos los bártulos sin mover una pestaña.

 Las traducciones seguirán por acá: https://sosonia.substack.com/

 

Por cuestión de censura, nada más.  Están eliminando entradas y ni siquiera una respuesta me han dado.

miércoles, 8 de febrero de 2023

Historia De Dos Estudios.

Qué portento, qué maravilla, el artículo enlaza datos, yo no lo he hecho. La transición social. Nos adentramos en el contagio social en la chavalería. Son pinceladas, como veréis no entra de lleno en la trama, fondo, encrucijada…, solo abre la puerta, en cada cual escudriñar o no. Para ello la asociación AMANDA @Amanda_DGIR (su @ en tuiter) alerta ante un nuevo fenómeno: la Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR)

 

Historia De Dos Estudios.

 

Sue Donym

May 16, 2022.

 

https://suedonym.substack.com/p/a-tale-of-two-studies

 

A Tale Of Two Studies.

Two studies describing the outcomes for gender dysphoric young people have emerged in the past year. They say completely different things. Why is that? A laywoman attempts to answer.

 

Historia De Dos Estudios.

Dos estudios que describen los resultados para los adolescentes disfóricos de género han surgido en el último año.

Indican cosas totalmente diferentes. ¿Por qué será? Una laica trata de responder.

 

Les quiero contar sobre dos estudios. Uno se llevó a cabo en 2021 — es de Kenneth Zucker, Susan J Bradley y Devita Singh le daba seguimiento a 139 niños que asistieron a una clínica de género de Toronto en un período entre los años 1975 y 2009, mientras el otro lado, el Val Lanterna, se adentra en el proyecto TransYouth (JóvenesTrans), y realizado por Kristina R. Olson, Lily Durwood, Rachel Horton, Natalie M. Gallagher y Aaron Devor, y en la actualidad está en publicación pre-impresa, prevista para su lanzamiento en 2022. El estudio Olson se publicó la semana pasada y ha sido objeto de una espectacular cobertura mediática que no echa una ojeada tras bastidores. ¿El estudio de Zucker? Uhm… Bueno, no tanto.

 

Ambos estudios enfoca a los chavales con disforia de género (o trastorno de identidad de género en la infancia, una enfermedad mental enumerada en el DSM). ¿La diferencia principal? Si estos gurruminos pasaron por una transición social o no. En el estudio de Zucker, solo uno de los chicos transicionó socialmente, frente al estudio de Olson, en el que los 309 pacientes a los que se les rastreó habían transicionado socialmente, la mayoría de ellos cuando tenían menos de seis años.

 

Los dos estudios advierten contra la comparación con otros: ahora bien, me da igual y a efectos de este artículo, lo haré igual, ya que no hay ningún estudio doble ciego con un grupo-control sobre esta cuestión. Lean esto y descifren el enigma por su cuenta y riesgo.

 

El estudio de Olson ha sido objeto de ese halo resplandeciente en el seguimiento informativo desde que fuera lanzado la última semana. Aquí tenéis un ejemplo:

 

Nicole Talbot tenía 13 años cuando afrontó la reunión escolar, con su directora a su lado, y les dijo a sus compañeros, por primera vez, algo que siempre había sabido: era una niña.

 

Talbot dijo que con frecuencia le preguntan cuándo supo que era trans y que su respuesta es simple — siempre supo quién era.

 

Su madre ídem, se dio cuenta pronto. Antes de transicionar, jugaba con trenes, pero en el suyo tomaban té. Intercambió su disfraz de elefante de Halloween con una amiguita para ser Cenicienta. Y le encantaba Mulan, una niña que fingía ser niño para encajar.

 

Algunos niños trans quieren empezar la transición social a edad temprana, donde los factores sociales como su nombre, ropa y apariencia correspondan con su identidad de género. Pero algunas familias vacilan en apoyar la transición social, sobre todo considerando la posibilidad de retransición, cuando un chiquito pasa al no binario o al género que encaja con el sexo que se le asignó al nacer, dijo Kristina Olson, profesora de psicología en la Universidad de Princeton.

  

"Se habla mucho sobre la transición social de la primera infancia, sea bueno o malo”, dijo Olson. “A pesar de que se habla muchísimo al respecto, hay muy poca información”.

 

Olson y un equipo de investigación desarrollaron los datos en un estudio publicado el miércoles en la revista Pediatría (journal Pediatrics). Descubrieron que de los más de 300 niños identificados transgénero que hicieron la transición social de los 3 a los 12 años, solo el 7,3 % volvió a retransicionar en unos cinco años.

 

Más reseñas elogiosas en el New York Times:

 

Los datos proceden del Trans Youth Project (Proyecto Juventud Tran), la bien sabida campaña que sigue a 317 niños en los Estados Unidos y Canadá que pasaron por la llamada transición social entre los 3 y los 12 años. Los participantes la transicionaron con promedio de edad 6,5 años.

 

La gran mayoría del grupo aún se identificaba con su nuevo sexo cinco años más tarde, según el estudio, y muchos habían comenzado a tomar hormonas en la adolescencia para inducir cambios biológicos que se adecuaran con sus identidades de género. El estudio encontró que el 2,5% del grupo había vuelto a identificarse con el sexo que se les asignó al nacer.

 

A medida que aumenta la tensión en los tribunales y cámaras estatales en todo el país sobre la atención médica adecuada para los menores transgénero, se dispone de poca información sobre su desarrollo a largo plazo. El nuevo estudio proporciona uno de los primeros grandes conjuntos de datos sobre este grupo. Los investigadores planean darle seguimiento de esta cohorte durante 20 años después de que iniciaron sus transiciones sociales.

 

“Hay una especie de idea de que los niños van a empezar toda esta cosa y van a cambiar de opinión”, dijo Kristina Olson, psicóloga de la Universidad de Princeton que dirigió el estudio. “Y al menos en nuestra muestra, no hemos encontrado nada de eso”.

 

Sin embargo, el Dr. Olson y otros investigadores señalaron que pueden no generalizarse a todos los niños transgénero. Dos tercios de los participantes eran blancos, por ejemplo, y los padres tendían a tener de mayores ingresos y nivel de educación respecto a la población general. Todos los padres dieron el suficiente apoyo para facilitar la transición social completa.

 

(Un inciso: la negrita es porque esto es una puñetera mentira de las gordas. ¡Ya se sabe sobre su desarrollo a largo plazo, o este artículo no existiría! ¡Rayos y centellas!, ¡incluso mencionan a una investigación anterior en el caos de una publicación de Olson! Qué poca vergüenza, New York Times. Además, ¿por qué el 'periódico más famoso' no cuestiona por qué un grupo de niños de seis años están haciendo la transición sexual?)

 

Con toda seguridad, esta es mi parte preferida de este artículo:

 

Corrección: 4 de mayo de 2022

  

Una versión anterior de este artículo se refería por error a un diagnóstico psicológico. Como señaló el artículo, la investigación de los años 90 y 2000 analizó a los niños diagnosticados con un trastorno de identidad de género — pero no la disforia de género, un diagnóstico que empezó a utilizarse en los últimos tiempos.“

  

Muy bien, camaradas, ordenemos. Cambiaron el nombre del trastorno, lo que significa que ya no puede decir nada más de estudios anteriores. Estamos equivocados en todo, recojamos y vayámonos a casa.

 

Y, por supuesto, cosas así, cortesía de Healthline y del artista de pacotilla favorito de todos sobre este tema, Jack Turban:

  

El Dr. Jack Turban, miembro de psiquiatría infantil y de la adolescencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, donde investiga la salud mental de los jóvenes transgénero, dijo que se dice comúnmente que "los niños transgénero prepuberales crecerán para identificarse cisgénero". Estudios como este, demuestran que ese no es el caso.

 

“Esta es una interpretación errónea de las publicaciones. Los estudios anteriores en realidad no rastrearon a los niños transgénero con los años, siguieron a los niños remitidos a clínicas de género, que, para empezar, en ningún momento se identificaron transgénero”, dijo Turban, ajeno a esta investigación de Princeton. Este nuevo estudio es importante puesto que solo incluyó a niños que se identificaron como transgénero y se les dio un seguimiento durante años. Halló que para la gran mayoría, su identidad de género fue estable durante un período de seguimiento de cinco años."

 

Según parece, los que desisten (desisters de desist, o sea, desistir; se identifican como transgénero por un tiempo y en algún momento dejan de hacerlo, antes de la intervención médica, a diferencia de los detransitioners que vuelven a identificarse con su sexo después de someterse a algún tipo de transición médica) no eran de verdad trans.

 

Es también una prueba de que Turban no leyó el estudio de Olson, porque muchos de estos niños no cumplieron con los criterios de diagnóstico (es decir, no eran 'genuinamente trans'), pero, de todos modos, fueron atendidos así, lo que es una gran bandera roja:

 

Este estudio no valora si los participantes cumplían con los criterios para el diagnóstico de disforia de género en la Infancia del DSM-5. Muchos padres en este estudio no creían que tales diagnósticos fueran éticos o útiles y algunos niños no experimentaron la cuantía de angustia requerida.

 

¿En relación con la afirmación de Turban? Responderé con una cita del estudio de Zucker, porqué él es el experto y yo soy una mujer cualquiera con un portátil y Substack (plataforma en línea): 

 

En el estudio de Wallien y Cohen-Kettenis (52), se utilizaron los criterios del DSM-III-R para el diagnóstico de GID (gender identity disorder = GID; trastorno de identidad de género). De los 12 persistentes, todos cumplieron con los criterios de GID en el momento de la evaluación inicial; en cambio, solo el 68% de los 47 que desistieron cumplieron con los criterios para GID; el resto se consideró por debajo del umbral para el diagnóstico. Por ende, en su estudio, la distinción umbral-por debajo del umbral parece haber sido importante para predecir resultados; no obstante, conviene destacar que el 68% de los que desistieron habían sido umbral para el diagnóstico en la infancia — quizá sea unas fuerte réplica de la falacia de Ningún verdadero escocés (No true Scotsman). En Steensma y otros (51), se utilizaron los criterios del DSM-IV-TR. De los 23 persistentes, 21 (91,3%) cumplían criterios de GID; por contra, solo 22 (39,3%) de los 56 que desistieron fueron umbral para el diagnóstico, sugiriendo diferencias considerables en la distinción umbral–por debajo del umbral que la que se encontró en Wallien y Cohen-Kettenis. Si bien este último porcentaje fue inferior al encontrado en Wallien y Cohen-Kettenis, el hecho de que casi el 40% de los que desistieron cumplían los criterios de GID en la infancia todavía sostiene un argumento a favor de que los niños estuvieran desistiendo por algo.6

  

Pero olvidemos la cobertura mediática un rato y vayámonos realmente al meollo.

 

Los estudios sobre adolescentes en clínicas de género son famosas por dos cosas: muestras pequeñas y sin grupos- control. Esto es el punto más cercano al que vamos a llegar en este preciso momento, de un modo un poco torpe, para comparar los resultados de los dos series de tratamientos con dos muestra del tamaño relativamente grande — donde un niño se queda solo o recibe terapia, y donde un niño transiciona socialmente y se les ha puesto en una posible vía de asistencia médica de por vida que implicará que no maduraran sexualmente y esterilidad.

 

Para empezar, ¿qué es la transición social? Olson lo define así:

 

Cada vez hay más niños en transición social para vivir conforme con su identidad de género, en lugar del género asumido por su sexo al nacer — un proceso que implica por lo general cambiar los pronombres, el nombre, el corte de pelo y la ropa. Se han formulado algunas dudas sobre las transiciones sociales de la infancia, incluido que estos niños continúen identificándose como transgénero, para reconducir este proceso de "retransición" (también conocido como "destransición" o "desistimiento"), lo que algunos sugieren que podría ser agotador para los adolescentes.

La investigación ha sugerido que las edades de 10 a 13 años pueden ser momentos claves para la retransición y que la identidad puede ser más estable después de este período para los niños pequeños que muestran una disconformidad de género precoz.

 

Hoy me enteré de que he hecho una transición social, ya que llevo una camiseta de fútbol americano para hombres 49's, hace poco me puse el número cinco, me confundieron con un hombre y seguí el rollo cuando fui a la gasolinera. Los informaré sobre mi evolución futura en el sexo 1. No puedo esperar a que mi menstruación no llegue, sobre todo, ahora que soy un hombre.

 

El paper de Olson tiene como finalidad:

  

En el presente paper, nuestra finalidad fue calcular una estimación de la retransición en una cohorte de más de 300 niños en transición precoz. Con esto informamos la tasa de retransición una tasa promedio de 5 años después de la transición social post-inicial (binaria), así como cuántos de estos participantes viven como adolescente transgénero binarios, adolescente no binarios y adolescente cisgénero al mismo tiempo. No se menciona la palabra 'iatrogenia (también yatrogenia; el daño ocasionado por el profesional de la salud a pacientes)', ni Olson se propone comparar la transición precoz con viejos métodos. ¿Por qué sería importante 'iatrogenia'?

 

Iatrogenia significa el inicio o persistencia de una enfermedad a partir de un tratamiento médico. En este caso, Olson no logra ver si la transición social de un niño de seis años podría continuar con una identificación del sexo opuesto y causa la persistencia de la disforia de género.

 

Es relevante que Olson lo ignore, porque el estudio dice cosas como esta:

  

El trabajo anterior ha sugerido que las edades de 10 a 13 son un momento en especial crítico para la retransición. En nuestra muestra, muchos de los adolescentes que retransicionaron lo hicieron antes de ese plazo, máxime los adolescentes cisgénero.

 

La negrita termina con una referencia a 'Disforia de género persistente y que desiste después de la infancia: un estudio de seguimiento cualitativo', un estudio de 2013 llevado a cabo por Steensma y otros. Olson desautoriza el trabajo previo durmiéndose en los laureles, lo que, de hecho, es algo malo puesto que cita un estudio que muestra que la mitad de su pequeña muestra desistió. Olson tiene el 2,5% de su muestra desistiendo. ¿Por qué esta enorme diferencia?

 

Olson no responde esa pregunta, solo dice que "las cosas son diferentes" en la actualidad. Si la transición social de un niño podría agravarse o reducir las tasas de desistimiento es una pregunta muy transfóba.

 

Olson ha de conocer esto. Ella tiene que saberlo, es un nivel elemental, que la transición social de un niño de seis años puede causar persistencia a menos que a sabiendas sea falaz y/o ya tenga una serie de conclusiones basadas en la ideología sobre el tema, en lugar de probar una hipótesis científicamente — lo cual tiene que ser el caso, en vistas de la amplia difusión que parece tener sobre este tema, dadas las citas en su paper.

 

En lugar de eso, tenemos pretextos taimados como este:

 

Cabe destacar que nuestra muestra difería del trabajo anterior en el que se determinó este rango de edad en varios aspectos clave, incluido que nuestros participantes hicieron la transición social a tempranas edades (quizá impulsando las retransiciones demasiado pronto), habían sufrido completa transiciones sociales que incluyen pronombres y nombres (no solo peinado y ropa como en la mayoría de los casos en estudios en previas 3), y están viviendo en una época histórica en otro país.

 

Desde 2013 hace mucho tiempo, y ahora las cosas han cambiado. Me siento vieja. ¡Hace menos de una década! ¡Venga ya!

 

O:

La baja tasa de retransición observada en este estudio es consistente con lo observado en otro estudio realizado en el que 4 adolescentes que habían hecho una transición social "completa" no habían vuelto a transicionar 7-10 años más tarde. Esta conclusión está en la misma cancha que la estimación de nuestro estudio de más o menos 2,5 % si examinamos el porcentaje que vive como cisgénero al finalizar el estudio (es decir, aquellos que "desisten" de las decisiones adoptadas de diversidad de género). En estos papers sugieren que tal resultado es poco usual en este grupo.

 

Un estudio. Cuatro personas como tamaño muestral. Okay, Olson y sus coguionistas aposta están siendo deshonestos en este punto. Saben que esta es un gran interrogante y un problema enorme en su investigación — tienen enormes e intensivos valores atípicos persistentes en comparación con estudios anteriores, por lo que basta con negarse a responder y seleccionarán a propósito pedazos de estudios renegando de ellos como pertinentes para su muestra.

 

Como es lógico, también hay otros problemas. Zucker menciona que estando por debajo del umbral para un diagnóstico de trastorno de identidad de género predijo el desistimiento de una identificación del otro sexo en su estudio, mientras que Olson (citado arriba) comenta que muchos niños en su muestra podrían describirse como 'por debajo del umbral' para un diagnóstico, o no fueron diagnosticados con disforia de género (el nuevo término para el trastorno de identidad de género) siquiera.

 

Con ello, si están por debajo del umbral para el diagnóstico o no se les diagnostica para nada, es decir, no tienen la enfermedad, ¿por qué se están tratando con transición social? ¿Qué factores culturales entran en juego aquí? Quién sabe, porque Olson no responde a esa pregunta, a pesar de que gran parte de las herramientas de la transición social, como ropa, nombres y cortes de pelo, son objetos culturales por su propia idiosincrasia.

 

Las dos actitudes y modos de tratamiento diferentes de los autores de cada estudio se ejemplifican en su uso del lenguaje. Zucker habla de 'desistidos' y 'persistentes' para hablar sobre la disforia de género en la infancia, mientras que Olson emplea términos (que podrían resultar capciosos) como 'retransición' para describir 'desistiendo', tal vez queriendo evitar las connotaciones que 'desistir' tiene en la comunidad trans.

Olson admite que usar el término tradicional y el significado de "desistimiento" en su estudio significaría que solo el 2,5% de su muestra "desistía", lo que es un resultado que contraviene de manera flagrante a todas las publicaciones anteriores sobre el tema.

 

Los críticos podrían acusarme de que no debería comparar estos dos estudios, a causa de que los períodos de seguimiento son diferentes. La edad media de los períodos de seguimiento en el estudio de Zucker fue de veinte años: estaba siguiendo a hombres. Olson hizo un períodos de seguimiento de los niños cinco años después del contacto inicial, y la edad media al comienzo del período de seguimiento de cinco años fue de 8,1 años — significaŕía que muchos de estos niños apenas eran adolescentes cuando les hacían el seguimiento.

 

Por el contrario, en el estudio de Zucker, solo un niño hizo la transición social (y persistió en la adultez), el 88 % desistió y el 66 % llegó a ser hombre homosexual o bisexual de adulto. Similares resultados pueden verse en un estudio más pequeño realizado en Toronto por dos de los mismos autores en 2008, dándoles seguimiento a veinticinco niñas. Olson no arroja prácticamente ninguna información sobre la orientación sexual de estas criaturas puesto que son muy pequeños para tal cosa, cuestión que plantea otras cuestiones que Olson no responde, como si un niño menor de seis años entiende o no qué es la transición y sus consecuencias. Si bien sus padres deben comprender las consecuencias, ¿correcto?

 

Por extraño que parezca, los datos demográficos de los padres de los niños son similares en ambos estudios. Zucker registra un grupo demográfico de padres que parece ser de manera aplastante blanco, con un 84,4 % de niños caucásicos (en Toronto, que es solo un 50 % blanco) y de la alta burguesía (con una puntuación media determinado a través de la escala Hollingshead de 40). La muestra de Olson evidencia algo parecido: el 68% de los niños en su estudio eran blancos (frente al 57,8 % en los EEUU. es $67,521, el 66% de los participantes en el estudio de Olson tenían una renta familiar de más de $75,000. El 35% con una renta familiar de más de $125,000. Solo el 11,78% de los estadounidenses ganan más de $125.000 en ingresos familiares al año.

 

Canadá tiene cobertura sanitaria universal, pero aún mostró ese sesgo de alta burguesía para los niños que acudieron a una clínica de género que "necesitaban" tratamiento — por lo que ni mucho menos es un fruto del "sistema sanitario" estadounidense. A lo mejor sea resultante de individuos con tiempo libre para llevar a su hijo que se identifican transgénero a estudios o clínicas de género, pero sin embargo, plantea más de una pregunta sobre cómo los padres, según se informa, liberales ven a los niños que no se ajustan a los estereotipos sexuales, y el hecho de que, parentalmente, la demografía de quienes llevan a sus hijos a las clínicas de género han sido consistentes desde 1970 en dos de la angloesfera.

 

El estudio de Olson concluye tal que así:

 

“A medida que más pequeños salen del armario y reciben apoyo en sus transiciones precoces en el inicio del desarrollo, es indispensable que los médicos comprendan las experiencias de esta cohorte y no formulen hipótesis sobre ellas en función de datos más antiguos de jóvenes que vivieron bajo circunstancias diferentes. Si bien nunca podemos predecir la exacta trayectoria de género de ningún niño, estos datos sugieren que muchos jóvenes que se identifican como transgénero en etapa temprana y reciben apoyo a través de una transición social, seguirán autoidentificándose transgénero cinco años después de la transición social inicial. Estos resultados también sugieren que es muy probable que las retransiciones al sexo asumido al nacer (cisgénero) ocurran antes de los 10 años entre aquellos que hacen la transición social a edades más tempranas (antes de los 6 años), si bien las retransiciones aún son poco probables en este grupo. Estos datos sugieren que se debe informar a los padres y médicos que no todos los muchachos continuarán en la misma trayectoria a lo largo del tiempo. Es necesario tener una idea más acertada de cómo apoyar a los jóvenes tanto en las transiciones iniciales como en las posteriores.

Otra vez, Olson nos ha pedido e implorado que no comparemos su estudio con ningún otro estudio. Esto se debe a que Olson debe estar al tanto a estas alturas que sus datos revelan solo un valor atípico extremo en comparación con otros estudios, y que lo que sí dejar ver es que la transición social mantiene la identificación del otro sexo en niños que de otro modo habrían tenido su trastorno de identidad de género que tienden a resolverse en la pubertad, y dos tercios se convierten en adultos homosexuales.

Olson tiene que apelar a que debido a que "las circunstancias son diferentes al presente", no debemos comparar los resultados de su estudio con ningún otro estudio plasmado en la misma población clínica que manejó otros formas de tratamiento en lugar de la transición social. Su estudio hoy en día es único y diferente, ya que está empleando una forma de 'tratamiento' del todo diferente que consigue eternizar una enfermedad mental en los infantes, y cuestionar eso ¡hala! es malo y podría hacer que Olson parezca, sin rodeos, la milenial de moda, la traducción hipster de Seattle con gafas arquetipo que mortificó a los homosexuales en los años 50 y lo llamó una exploración científica de la 'condición homosexual'.

Quiero decir, ella es una de las autoras que engendró gansadas como esta hace unos años:

  

“Para medir la expresión de género de los participantes en la vida diaria, sin decirles con adelanto a los padres o a los niños, dos experimentadores consideraron de forma independiente la indumentaria que llevó cada participante en la sesión de test en una escala del 1 al 5 (admitiendo calificaciones de medio punto) con los números más bajos representando atavíos de niños más estereotipados y los números más altos los atavíos de niñas más estereotipados (r = .94, p < .001). Con todo, en algunos casos (n = 13) solo un investigador pudo facilitar un cálculo de atavío.

  

[…]

 

“A los investigadores se les dijo que las indumentarias más masculinos eran prendas como atuendos deportivos más varoniles, disfraces de superhéroes y ropaje para hombres, mientras que las prendas más femeninas eran en vestidos o faldas de volantes, disfraces de princesa y accesorios brillantes. Los investigadores además creyeron que los colores (p. ej., rosa) y el estilo (p. ej., camisa holgada o entallada) al establecer la calificación del atuendo”.

 Suena muy científico. Para nada sexista. Madre del amor hermoso, ¡ding ding! ¡Bazinga!

Permítanme recordarles las "señales de que tu hijo es trans" en estos tiempos:

Talbot dijo que con frecuencia le preguntan cuándo supo que era trans y que su respuesta es simple — siempre supo quién era.

 

Su madre ídem, se dio cuenta pronto. Antes de transicionar, jugaba con trenes, pero en el suyo tomaban té. Intercambió su disfraz de elefante de Halloween con una amiguita para ser Cenicienta. Y le encantaba Mulan, una niña que fingía ser niño para encajar.

  

Me gustaría recordarles en este instante que un niño pequeño que juega a la fiestas del té con sus trenecitos y al que le gusta Mulan en este momento le está llevando a una clínica de género y le señalan que eso lo metamorfosea en niña pues 'nació en el cuerpo equivocado' de sus burgueses padres blancos. Estos son los niños que forman la ejemplar de transición social de Olson. Esto es con lo que estamos bregando. ¿Qué cambió exactamente entre 2009 (el último seguimiento en el estudio de Zucker sobre los 139 niños), o inclusive 2013 con el estudio de Steensma, y 2022 hasta el hecho que se pueda explicar que Olson exhorte que las circunstancias son diferentes?

 

Primeramente, la demografía ha cambiado, sin embargo Olson lo omite como coartada de sus aseveraciones de "circunstancias" (y no se refleja en su estudio). La gran mayoría de los adolescentes que acuden a las clínicas de género en Occidente en estos días nacen mujeres. En segundo lugar, la transición social de los niños pequeños en la clínica de género se convirtió en el modo de procedimiento principal y preferido para la disforia de género infantil para un grupo de médicos muy influyente en el plano internacional (la mayoría de los cuales también participa en el proyecto TransYouth)2, grupo del que Olson es parte destacada. Tercero, a partir de 2011, una garrafal oleada de capitales filantrópicos floreció en las organizaciones LGB y en las estructuras transgénero astroturf (de césped artificial), hasta el punto de que muchas organizaciones de lesbianas y gays se reenfocaron en la política trans, hasta el punto de cambiar nombres y hacer que los acrónimos pierdan significado (como GLAAD). Gran parte de este “nuevo activismo” se concentró en promover la transición de género en la infancia, con lemas vacíos y erróneos como “proteger a la infancia trans” hilvanados para obstruir el debate sobre lo que equivale a ensayos médicos en criaturas pre-homosexuales.3

 

Incluso si las 'circunstancias' han cambiado, Olson no tiene un grupo-control. ¿Dónde están los niños que no hicieron la transición social? ¿Cómo sabemos que la transición social ofrece los mejores resultados para estos niños, cuando ninguno de sus cabecillas entusiastas quiere valorarlo junto con la vieja visión de dejar a estos niños en paz? Numerosos defensores de la transición social enredan con el espantajo de que los niños se suiciden, a pesar de que en estudios anteriores en los que los niños no tuvieron transición social, ninguno de ellos parece haberse suicidado por no lograrlo. De hecho, los niños en transición pueden provocar el resultado opuesto al predicho. Los datos británicos parecen mostrar que los niños en transición pueden agravar el problema, con una subida en el número de niños que indican autolesiones o pensamientos de autolesión después de que le prescriban bloqueadores de la pubertad.

 

Lo más inmediato que tenemos a una comparación o un grupo-control es el estudio de Zucker y otros como ese. Necesitamos saber por qué, con la transición social, solo el 2,5% de los niños desiste de una identificación del otro sexo, en comparación con el 88% que desiste en el estudio de Zucker.

El estudio de Zucker, y las docenas sobre el tema antes de ese, nos dicen que los niños que se presentaron para el tratamiento, antes de la institucionalización sin evidencia de la 'transición social' — incluso si cumplen con los criterios clínicos para GID infantildesistieron de transitarse de sexo algo más que se ha contestado en estudios anteriores. Dos tercios de esos jóvenes rastreados eran homosexuales o bisexuales.

Todo lo que revela el estudio de Olson es que un modo particular de tratamiento crea un resultado particular, donde la gran mayoría de los niños pequeños alargan una enfermedad mental.

¿Por qué, entonces, personajes como Olson se centrarían en la transición social como tratamiento, estableciendo una resulta maliciosa en el que la mayoría persiste en una identificación del otro sexo ubicándolos en la vía de convertirse en pacientes crónicos, en lugar de tratar de indagar por qué un pequeño número de niños persisten en una identificación del otro sexo en la adultez, y tratando de solucionar esa persistencia?

Eso es lo que sucede con estos niños: el trastorno de identidad de género infantil figura en el DSM por un motivo. Es una enfermedad mental. Desde mi parecer, creo que es un síndrome unido a la cultura, un producto de una sociedad hasta las trancas sexista y homófoba: que la mayoría de los casos se 'resuelven' en autoaceptarse como adultos homosexuales o declararse en transexuales homosexuales en la edad adulta (o 'persiste'), me indica que como sociedad todavía tenemos una traba con el mero potencial de que nuestros hijos sean homosexuales o no coincidan a los estereotipos sexuales.

Con todo esto en mente, ¿en qué universo la transición social para niños tiene sentido como receta? ¿A santo de qué la medicina comenzaría a centrarse en perseverar una enfermedad mental en niños pequeños? No solo eso, la vía de la transición social en los adolescentes es 'por regla general' seguido de un procedimiento médico que implica bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas, lo que significa que los críos en transición social están sentenciados a la esterilidad yatrógena, entre otros problemas de salud.

Quiero decir... como que, ¿en serio? Parfavar. Es como tratar el cáncer dándole más carcoma o metiendo la cabeza en un microondas para ponerse morenitos. Paparruchas.

Y esta es la razón por la que el estudio Olson y el proyecto TransYouth no tienen grupos-control. Si tuvieran grupo-control, que ellos conocen de la bibliografía anterior, de la que Olson es consciente y cita una y otra vez que dejar a los niños solos podría resultar ser la única opción juiciosa. El hecho de que el estudio de Olson no tenga en cuenta el hecho de que solo el 2,5 % de su cohorte desistió más allá de lamentarse lastimosamente de que las 'circunstancias' son diferentes' habla del esquema de un estudio que quiere alentar una metodología de tratamiento en particular, en lugar de echar un capote a estos niños. Efectivamente, la mitad del breve paper está consagrado a insistir en que las circunstancias son diferentes para estos niños. Supongo que lo son, ¡en que la transición social les fue prescrita sobre una base libre de prueba! Como he dicho antes, no hay respuesta a esto salvo que los autores de este estudio sean con conocimiento de causa deshonestos sobre su conjunto de datos.

Pero, ¿qué podría motivar un estudio tan malo, planteado para respaldar un tratamiento retorcido y sin evidencia a toda costa? ¿Qué factor demográfico está presente en una gran cantidad de chavales con disforia de género? ¿Qué podría significar?

Es lo mismo que digo cada vez que echo un vistazo a estos estudios: dos tercios de los chavales seguidos por Zucker eran homosexuales o bisexuales en la edad adulta. Como desistimiento, tengo que repetir una vez más que eso se repite sin cesar en estudios de seguimiento más viejos y en estudios realizados que incluyeron chicas. La gran mayoría de los niños con disforia de género serán adultos homosexuales, no trans. Detesto ser repetitiva, pero es verdad, así que lo seguiré diciendo una y otra vez y otra y otra hasta que la gente al fin lo entienda.

Y seguiré diciendo esto también: la transición social de tu 'hijo transgénero' es una terapia de conversión para el liberal blanco de Las Vidas Negras Importan (siglas BLM; movimiento para erradicar la supremacía blanca e intervenir a través del poder local) y letreros de yarda de Biden expuestos con suficiencia en su comunidad cerrada 100% blanca. Lo pillo, los homosexuales estamos bien cuando brotamos del cielo como adultos friquis del todo desarrollados que tienen fiestas guays e interpretan la producción de RuPauls Drag Race (RuPaul: Reinas del drag es un programa de telerrealidad), en lugar de ser tus hijos, o Dios no lo quiera, lesbianas veganas en sandalias teva. ¿Pero el pequeñín Timmy jugando a tomar el té con sus trenes? ¿Timmy está creciendo para ser la Reinona que te comes con la vista en Drag Race? Bueno, eso no es lo bastante bueno ahora, ¿no? Vete al carajo.

¿Qué conclusión podemos sacar de esto? Durante dos siglos, la medicina moderna se ha hecho una pregunta: "¿Cómo convertir en heterosexual a un homosexual?". He examinado incontables distingos: terapia de animadversión, tortura con electroshock, lobotomía, castración química, y pregonaron que todas funcionan. Por supuesto, hasta que se dan cuenta de que un aspecto fundamental de los impulsos biológicos de uno va a ser muy complicado desterrar por completo. En 1980, la medicina moderna tenía una respuesta a su pregunta: no se puede convertir a un gay en hetero. Por mucho que lo intentes, resulta que el amor entre personas del mismo sexo es irresistible, natural y normal para el homosexual.

En lugar de capitular, la medicina moderna ha decidido que deben tantear la siguiente sobresaliente iniciativa. Si el homosexual no puede ser heterosexual, al menos puedes hacer que “luzca” heterosexual. La forma más fácil de hacerlo es decirles que en realidad son del sexo contrario, pero que nacieron en el cuerpo equivocado, y que puedes "convertirte" en el otro sexo mediante amputación, hormonas y cirugía. Al final, esos homosexuales, hoy cuarteados en cuerpo y mente, sea como sea lucirán heterosexuales, y eso ilusoriamente es bastante para el mundo homofóbico en el que vivimos en estos días.

Y es por eso que Olson no quiere comparaciones, y mucho menos un grupo-control. Podría evidenciar que lo que ella está haciendo es una terapia de conversión con otro nombre.


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De Sue Sue Donym en el blog traducido hay varios traducidos:

 

 

No localizo el que traduje y estaba en el blog, vamos, que yo no lo he eliminado: Authentic Selves: The modern LGBTQ+ Movement Is Run By Philanthropic Astroturf And Based On Junk Science.

The Cotton Ceiling: One woman's story / El techo de algodón: historia de una mujer.  https://elemperadorencueros.blogspot.com/2022/06/the-cotton-ceiling-one-womans-story-el.html

 

El transactivista heterosexual: el homófobo moderno. La variedad de redes sociales de ataque a gays.  https://elemperadorencueros.blogspot.com/2022/06/the-straight-trans-activist-modern.html

El Complejo idiota. ¿Cómo es posible que gente inteligente comience a creer en cenutriadas?   https://elemperadorencueros.blogspot.com/2022/06/the-idiot-complex-how-do-smart-people.html

 

 

 

 

            

Traslado, cogemos los bártulos sin mover una pestaña.

 Las traducciones seguirán por acá: https://sosonia.substack.com/   Por cuestión de censura, nada más.  Están eliminando entradas y ni siqui...