martes, 11 de octubre de 2022

El transgenerismo es tan solo una cuestión de negocios cubierto con ropaje de derechos civiles.

 

https://thefederalist.com/2018/07/05/transgenderism-just-big-business-dressed-pretend-civil-rights-clothes/

Transgenderism Is Just Big Business Dressed Up In Pretend Civil Rights Clothes. By Jennifer Bilek. 

5 de Julio de 2018.

El transgenerismo es tan solo una cuestión de negocios cubierto con ropaje de derechos civiles.

 

Es difícil imaginar un movimiento de derechos civiles tan indiscutiblemente atado al sistema capitalista que podría utilizarse para negocio de moda, maquillaje, hormonas, cirugía, cosmética, películas, series de televisión, tratamiento de salud mental, y lencería de mujeres, y al mismo tiempo ser invertido por filántropos multimillonarios, las industrias tecnológicas y farmacéuticas, las principales empresas y los bancos .

¿Imagínese comercializar una dieta sufragista de ayuno, o un maquillaje tan perfecto que podría disimular un moretón de la brutalidad policial? ¿Imagina a Google y Wells Fargo invirtiendo millones de dólares para eliminar el complejo industrial de prisiones?

El transgenerismo, un aparente movimiento de derechos civiles, crea intersecciones en cada esquina del mercado global. Es peliagudo recordar que nació del complejo industrial médico como una demarcación para la disforia corporal más intensa. A los niños se les recetan bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas, se los esteriliza y se los convierte en pacientes y consumidores hospitalarios de por vida en más de 50 clínicas de género de EEUU que no estaban aquí hace diez años. Todo se debe al transgenerismo y a que las personas que combaten por vivir libres de discriminación son aclamadas como héroes y celebridades por sentirse insatisfechas de su propia biología.

¿Qué vamos a hacer con esta tormenta cultural que ha colocado al transgenerismo como un movimiento de justicia social, una condición médica con lazos con Hollywood tan fuertes como los del complejo industrial médico y con nuestra estructura política que promueve su ideología a través de todas nuestras instituciones? La prensa sigue presentando, por un lado, un movimiento trans por los derechos civiles de los oprimidos y, por el otro, un estilo de vida puntero (valga la redundancia).

El transgenerismo se está viendo cada vez más como Transgenerismo™, cuando observamos la apertura de los mercados y su presencia insidiosa en Hollywood. Whoopi Goldberg ha comenzado su propia empresa de modelos trans en el canal Oxygen de Oprah, y se reporta que los modelos trans son el futuro del modelaje. Supernatural Extraterrestrial and Co, una marcas de ropa de alta costura, fomenta su buena disposición de dirigirnos a un futuro de embarazo masculino. Una mirada a su nueva línea de ropa para 2019 muestra a los hombres pavoneándose en las pasarelas con prótesis para el embarazo.

Las celebridades trans están en visualización constante en los medios, se celebra como si tener disforia corporal como una especie de distintivo de honor. La revista Cosmopolitan ofreció una guía para comprimirse los pechos para las mujeres jóvenes en 2016. Los servicios de consultoría de cosmética son empresas en crecimiento que ofrece ayuda a los "hombres transfemeninos". Crayola ha creado un nuevo maquillaje de género fluido y Jecca ha iniciado una línea solo para sujetos que se autoidentifican "transgénero".

Los artistas están fotografiando a niños que se identifican “trans”, y casi todas las nuevas series de televisión tienen al menos un guiño al transgenerismo. Jazz Jennings, un adolescente al que recién le extirparon el pene, se autoidentifica como mujer y ha estado en las numerosas y principales tertulias televisivas desde que su familia decidió que era transgénero a los cuatro años.

Jennings tiene su propia reality, relatando su transición y cómo lo está afectando a él y a su familia. De igual forma tiene su propia fundación trans y ha recibido muchos premios y distinciones. Un libro de cuentos infantil sobre su vida, que normaliza para los escolares la idea de que pueden cambiarse al sexo opuesto, se ha adoptado como parte de algunos currículos escolares.

TomBoyX es una empresa de ropa interior femenina. Utiliza el término "machorra (chica poco femenina; tomboy)" en el nombre de su empresa para referirse a una chiquilla que se divierta de las llamadas actividades estereotipadas de chavales, como correr y trepar a los árboles para vender calzoncillos bóxer y ropa interior cómoda a las mujeres. 

Su mensaje es de emancipación, no estar cercada en el atuendo femenino, sino poder correr y sentirse libre “como un chiquito”, enfundándose  ropa como la suya, pero hecha para el cuerpo de una mujer. 

En un anuncio reciente, eligieron a una chica joven y atractiva con cicatrices de doble mastectomía poniéndose bóxers con un pie de foto que dice: “Este lienzo te fue dado, pero lo hiciste tuyo. Confeccionaste tu propia historia. Compártelo con el mundo. #MásParaMí.”

Este mensaje es una clara glorificación de la deformación del cuerpo elegido que se presenta como autorrealización y liberación, enfermedad como bienestar, odio a uno mismo convertido en empoderamiento y el despiece y mutilación del cuerpo de la mujer para el consumo público mediante súper marketing. George Orwell debe estar revolviéndose en su tumba con el lenguaje del doble discurso como publicidad en anuncios a hora punta.

¿Un Movimiento de Derechos Civiles o una Campaña Publicitaria?

No son solo los gigantes farmacéuticos, la industria informática, las casas de moda, Hollywood y los artistas fusionándose con todo lo trans. Los bancos y las sociedades de inversión están enviando millones de dólares a organizaciones transgeneristas de todo el planeta.

Los hombres de las altas esferas sociales — como el filántropo multimillonario Jennifer Pritzker y el creador de  SiriusXM Satellite Radio, Martine Rothblatt — reclaman no solo una identidad transgénero, sino para Rothblatt también la de un transhumanista. Rothblatt cree que “el transgenerismo es la vía de acceso al transhumanismo”, el precursor de los superhumanos.

Si observas la forma en que el transgenerismo se presenta en el mercado, se parece bastante a una campaña publicitaria para cambiar la biología humana encaminada hacia mejores individuos "liberados" y "autogenerados", al ser vinculados al complejo industrial médico.

El libro de Rothblatt, “Del transgénero a transhumanismo”, se lee como un patrón para que el contemporáneo proyecto trans se infiltre en todos los sectores de nuestras sociedades. Si eso suena descabellado, los científicos ya plantean cambiar nuestra biología como una forma de manejar el cambio climático.

Esto ocurre en un momento de nuestra historia en el que la escalada de robots e inteligencia artificial también está surgiendo en el mercado con muñecas sexuales robóticas simuladas que tienen una textura y apariencia terriblemente similar a los humanos actuando como doble de prostitutas en lupanares, y para algunos hombres, una suplente en las relaciones.

Las niñeras robot que, al parecer, ofrecen asesoramiento y amistad a las criaturas mientras sus padres no están, están siendo comercializadas por Mattel y otras compañías como “el futuro de la educación de los hijos.”

En la Universidad de Goldsmiths en el Reino Unido, una conferencia anual, Love and Sex with Robots (Amor y sexo con robots), organiza sesiones sobre robots humanoides y emociones y personalidades de robots, en una variedad de perspectivas desde lo psicológico hasta lo sociológico y lo filosófico. Los expertos en robots maquinan que para 2050 nos casaremos con robots. Un rápido repaso de YouTube en "robots y humanos" lanzará al tanteo unos cinco millones de videos.

Entonces, si bien el transgenerismo nos aparta de nuestra biología, pasamos más y más tiempo online e involucrados con la tecnología que con la mayoría de gente que conocemos. Para muchos, la sexualidad se desanuda cada vez más de la auténtica intimidad a través de la cultura del ligoteo, la pornografía y en este momento la fantasía de las muñecas sexuales robóticas. Además estamos siendo instruidos para una mayor relación con los robots, el control y la inteligencia artificial.

Rothblatt se sumó a Whoopi en “The View (La Vista)” en 2016 para hablar sobre el transhumanismo y exhibir un robot semejante a su esposa, Bina. Bina, insiste, vivirá sine die cuando él averigüe cómo descargar su personalidad en el ciberespacio.

Si bien el transgenerismo está posicionado bajo el leitmotiv de los derechos civiles LGB, parece tener una relación imponente con el negocio y los politiqueros globales que tienen una inclinación por el furor tecnológica. Hay considerable capital que fluye hacia las organizaciones transgeneristas, pero aún más se destina a la normalización de la ideología transgénero en la cultura, en el idioma, a través de los medios, el marketing y el negocio, y mediante la financiación filantrópica de multimillonarios de ONG y otras instituciones.

Uno tiene que preguntarse si el estandarte de los derechos civiles LGB no ha sido solo un posicionamiento estratégico para que el transgenerismo reivindique los derechos civiles, conquistándose simpatías populares ya bien cultivadas por la comunidad LGB, como un pretexto para implantarse en el mercado global, nuestras escuelas, universidades, juzgados y centros médicos para fines perversos.

¿Alguien tiene claras las metas del Trans Lobby?

Sin importar que el transgenerismo se presente como una intensa disforia corporal, fetichización sexual, contagio social, un movimiento de derechos civiles o una flexión cultural de género que habla el lenguaje de la izquierda progresista mientras en realidad fortalece los estereotipos sexistas de género, siendo hipercapitalista y censor, como un proyecto parece que está a punto de sistematizar la biología humana pasando a través de fármacos y cirugía.

Lejos de ser un movimiento popular hijo de la opresión, es concebido por los niveles más altos de la sociedad y ansía ocultar lingüísticamente su finalidad de crear un ensimismamiento de la realidad biológica. El transgenerismo busca disociar a las personas de sus propios cuerpos y lo encuadra como autorrealización. El lobby transgenerista está peleando con fuerza para darle la vuelta al sexo en los certificados de nacimiento. Solo unos pocos estados no permiten que los individuos cambien su sexo en sus certificados de nacimiento.

Necesitamos ver qué hace el transgenerismo, cómo funciona y cómo está creciendo en la cultura, y preguntarnos por qué hace lo que hace, qué nos pide, por qué está tan estrechamente unido al negocio y dónde está liderando. El lobby transgenerista grita derechos civiles, pero el transgenerismo luce y funciona como lo peor del capitalismo.

 

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