martes, 1 de noviembre de 2022

La verdad detrás de La hora de la historia Drag Queen Destinada a los niños.

https://www.city-journal.org/the-real-story-behind-drag-queen-story-hour#.Y1vJHmTtd

 

The Real Story Behind Drag Queen Story Hour Aimed at children, the phenomenon is far more subversive than its defenders claim. 

 

Christopher F. Rufo.

 La verdad detrás de La hora de la historia Drag Queen Destinada a los niños, el fenómeno es mucho más perturbador de lo que afirman quienes los defienden. 

 

Drag Queen Story Hour — en la que los drag leen libros a los niños en bibliotecas, escuelas y librerías —  se ha convertido en focos de tensión cultural. La derecha ha denunciado estos actos performativos como atropellos sexuales contra los niños, en tanto que la izquierda los ha defendido como una manifestación de orgullo LGBTQ. El debate intelectual incluso se ha volcado al conflicto en el mundo real: los militantes ultraderechistas afiliados a Proud Boys (Chicos Orgullosos) y Three Percenters (Tres Percentivos) han protagonizado protestas contra los programas drag para niños, mientras que sus contrapartes en el ala izquierdista Antifa han respondido como una Fuerza de Protección para los drag queens.

Familias con hijos se encuentran atrapadas en medio. Drag Queen Story Hour se presenta como un evento familiar para promover la lectura, la tolerancia y la inclusión. “En espacios como este”, indica la website de la organización, “los críos pueden ver a las personas que desafían las rígidas restricciones de género e imaginar un mundo donde los seres humanos puedan ser ellos mismos." Pero muchos padres, si bien son reticentes a decirlo públicamente, tienen una desconfianza instintiva de los hombres travestidos de mujeres bailando y explorando asuntos sexuales con sus hijos. Esta preocupación es justificada, no obstante, para constituir una oposición efectiva, primero se debe entender la política sexual detrás de la purpurina, las lentejuelas y los taconazos. Esto requiere un vasto conocimiento de una profusa historia, desde el origen de la primera “reinona” a fines del siglo XIX hasta el avance académico de la teoría queer, que representa el fundamento intelectual para el rollo actual para los peques (drag-for-kids).

La drag queen puede parecer una figura jocosa, pero impulsa un mensaje muy grave: la deconstrucción del sexo, la reconstrucción de la sexualidad infantil y la subversión de la vida familiar de clase media. La ideología que estimula ese movimiento nació en las mazmorras sexuales de San Francisco y se incubó en la academia. En nuestros días se transmite, con apoyo público gubernamental, en bibliotecas públicas y escuelas de los Estados Unidos. Al ahondar en la ideología fundacional y escudriñando en los panfletos de sus activistas, los padres y los ciudadanos al fin pueden vislumbrar la nueva política sexual y articular una estrategia para oponer resistencia.

Empecemos con la teoría queer, la disciplina nacida en 1984 con la publicación del ensayo de Gayle S. Rubin “Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad (Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality)”. A finales de la década de los años 70s, una lesbiana escritora y activista que se había empapado en la subcultura del cuero, el bondage (significa “esclavitud”; práctica sexual en la que se utilizan ataduras, totales o parciales, en la otra persona), las orgías, el fisting (introducción parcial o total de la mano, ya sea en la cavidad anal o vaginal) y el sadomasoquismo en San Francisco, migrando a través de un entramado de BDSM (bondage, dominación-sumisión, sadomasoquismo), clubes, tertulias literarias y reuniones espiritistas de la Nueva Era (New Age). En "Thinking Sex", Rubin buscó armonizar sus prácticas en los bajos fondos sexuales con fuerzas variadas de la sociedad estadounidense. Siguiendo el trabajo del francés Michel Foucault, Rubin buscaba exponer las dinámicas de poder que moldeó y coartó la experiencia sexual humana.

“Las sociedades occidentales modernas valoran los actos sexuales de acuerdo con un sistema jerarquizado de valor sexual”, escribió Rubin. “Conyugales, reproductivos y heterosexuales están solos en la cima piramidal erótica. Gimoteando en la parte inferior están heterosexuales monógamos sin estar casados en parejas, seguidos por otros heterosexuales… Las parejas lesbianas y gays estables de mucho tiempo están rayando en virtud, pero las tortilleras de barra y los gays promiscuos rondando por arriba de los grupos en la base de la pirámide. Las castas sexuales más repudiadas en nuestros días encierran a transexuales, travestís, fetichistas, sadomasoquistas, trabajadoras sexuales como prostitutas y modelos porno, y las más vil de todas, aquellas cuyo erotismo transgreden límites generacionales”.

El proyecto de Rubin —y, por ramificación, el de la teoría queer— era interrogar, deconstruir y derribar esta jerarquía sexual e inaugurar un mundo más allá de los límites, muy parecido al que había vivido en San Francisco. El mecanismo esencial para alcanzar este cambio fue la tesis de la construcción social. “Los nuevos estudios académicos sobre la conducta sexual le ha dado al sexo una historia y ha creado una alternativa constructivista con respecto a la visión de que el sexo es un fenómeno natural y pre-político”, escribió Rubin. 

“Subyacente en el conjunto de esta labor es una hipótesis que la sexualidad está constituida en sociedad e historia, no operan a nivel biológico. Esto no significa que las capacidades biológicas no sean premisas para la sexualidad humana. Significa que la sexualidad humana no es entendible en términos puramente biológicos”.

Dicho de otro modo, las concepciones tradicionales del sexo, considerándolo como un comportamiento natural que refleja un orden inmutable, son pura mitología, ex profeso para racionalizar y justificar sistemas de opresión. Para Rubin y los teóricos posteriores queer, sexo y género eran infinitamente maleables. No había nada permanente acerca de la sexualidad humana, que era, después de todo, “política”. Mediante una revolución de valores, creían que la jerarquía sexual podría ser demolida y reconstruida a su imagen y semejanza. Había motivos para creer que Rubin podría tener razón. La revolución sexual llevaba dos décadas conquistando territorio: la píldora anticonceptiva, la liberalización de las leyes referentes al matrimonio y el aborto, los movimientos intelectuales del feminismo y la liberación sexual, la cultura surgida alrededor de la revista Playboy. 

Hacia 1984, como reconoció Rubin, las parejas homosexuales estables habían conseguido, en cierta medida, respetabilidad en sociedad. Pero Rubin, los teóricos queer y los fetichistas de la subcultura BDSM querían más. Creían que estaban a punto de transformar radicalmente las normas sexuales. “Hay períodos históricos en los que la sexualidad es una contienda aguda y sin duda más politizada”, escribió Rubin. “En tales períodos, el campo de la vida erótica es, en efecto, renegociado”. Y, siguiendo la práctica de todo buen negociador, expusieron su teoría del caso y sus exigencias generales. Como explicó Rubin: “Una teoría radical del sexo debe identificar, describir, explicar y condenar la injusticia erótica y la opresión sexual. Tal teoría necesita refinados instrumentos conceptuales que puedan comprender la materia y mantenerlo en mente. Debe construir descripciones completas de la sexualidad tal como existe en la sociedad e historia. Se requiere un lenguaje crítico convincente que pueda trasladar la barbarie de persecución sexual”. Una vez que  el terreno es absorbido y se desacralizan las convenciones, los revolucionarios sexuales podrían hacer el trabajo de rehabilitar las figuras en la jerarquía descendente — "transexuales, travestís, fetichistas, sadomasoquistas, trabajadores del sexo”.

“¿Dónde termina este proceso? A su conclusión lógica: la abolición de las restricciones sobre el comportamiento en el nivel más bajo del espectro moral —  la pedofilia. Si bien emplea eufemismos como "boylovers (individuos que abogan por la aceptación social de la atracción romántica hacia menores de edad; activistas pre-pedofilia)" y "hombres que aman a los niños menores de edad", Rubin expone su caso de manera clara y tajante. En largos párrafos de "Thinking Sex", Rubin denuncia el miedo de abuso sexual infantil como "histeria erótica", despotrica contra las leyes contra la pornografía infantil y aboga por legalizar y normalizar el comportamiento de "aquellos cuyo erotismo quebranta los límites generacionales". 

Estos hombres no son pervertidos, sino víctimas, según cuenta Rubin. “Similar a los comunistas y los homosexuales de los años 50 del s. XX, los boylovers están tan estigmatizados que es difícil encontrar defensores de sus libertades civiles, y mucho menos de su orientación erótica”, explica. “Por ende, la policía se ha deleitado con ellos. La policía local, el FBI y los perros guardianes de la inspección postal se han unido para construir un enorme aparato con el único propósito de aniquilar a la comunidad de hombres que aman a los menores de edad. En unos veinte años, cuando se despeja el humo, será mucho más fácil demostrar que estos hombres han sido víctimas de una salvaje e inmerecida caza de brujas”.

 

Rubin escribió con afecto sobre aquellas tribus cazadoras-recolectoras primitivas de Nueva Guinea en las que se practicó de manera libre el “boy-love”. Tales posiciones a duras penas son sui géneris dentro de la disciplina de la teoría queer. La figura paterna de la ideología, Foucault, en quien Rubin se basa para su base filosófica, fue un sonado sadomasoquista que una vez se unió a decenas intelectuales de renombre para firmar una petición para legalizar las relaciones sexuales entre adultos y niños en Francia.  Como Rubin, Foucault rondó el marginal ambiente sexual  de las capitales occidentales y se deleitaba con la sexualidad transgresora. “Puede ser que el crío, con su sexualidad, hubiera deseado a ese adulto, puede que incluso haya consentido, incluso puede que hubiera hecho el primer movimiento”, Foucault declaró a un periodista sobre el tema de las relaciones sexuales entre adultos y menores. “Y suponer que un crío es incapaz de explicar lo que pasó y fue incapaz de dar su consentimiento son dos abusos que son intolerables, resulta inaceptable”.

Los conciudadanos estadounidenses de Rubin sostuvieron el mismo argumento aún con más claridad. La vieja colaboradora de Rubin, Pat Califia, que luego se autoidentificó como hombre, afirmó que la sociedad estadounidense había convertido a los pedófilos en "los nuevos comunistas, los nuevos negratas, las nuevas brujas". Para Califia, las leyes de edad de consentimiento, las costumbres sexuales religiosas y los familiares que vigilan la sexualidad de sus hijos encarnaron un bastión contra la libertad sexual. “No puedes liberar a los niños y adolescentes sin desorganizar toda la jerarquía de poder y coerción de los adultos y plantar cara a la supremacía de los valores religiosos fundamentalistas antisexuales”, lamentó.

Todo esto —la familia, la ley, la religión, la cultura— era un vector de opresión, y todo tenía que esfumarse.

La segunda condición previa para entender Drag Queen Story Hour es vislumbrar el desarrollo histórico del arte del transformismo (o drag; art of drag). Comienza con un esclavo liberado llamado William Dorsey Swann, que se vestía con elaboradas vestimentas de señora de seda y satén, se autodenominaba la "reina del drag (queen of drag)" y organizaba fiestas cargadas de contenido sexual en su casa de Washington, DC En el transcurso de su vida, Swann fue declarado culpable de pequeños hurtos — había robado libros de una biblioteca y porcelana de un domicilio particular—y luego, en 1896, fue acusado de “una Casa Desordenada”, un eufemismo por regir un prostíbulo, y sentenciado a 300 días de cárcel. Desde el enfoque de la política sexual moderna, la historia tiene todos los elementos del paradigma perfecto de izquierda: Swann fue un hombre que se autoliberó de la esclavitud y luego a partir de una cultura sexual represiva, a pesar del máximo empeño de los opresores, los puritanos, y la policía.

Drag se volvió manifiestamente político siete décadas después, durante los disturbios de Stonewall de 1969, en los que los clientes de un bar gay de Nueva York se sublevaron contra la policía e iniciaron una ola de activismo político gay y lésbico. Como explicó el escritor Daniel Harris en la revista de contracultura Salmagundi, las populares drag de William Dorsey Swann hasta mediados de la década de los 60 eran maneras sensuales, “un pasatiempo inocente de campamento”, pero con el inicio de la revolución sexual, cambiaron en formas de resistencia y revolución. “Después de la período de los años 60”, escribió Harris, “la ideología [endureció] su control sobre la estética del drag cuando los hombres homosexuales comenzaron a utilizar sus ropajes para reevaluar todo el noción de normalidad y asimismo llevar a cabo una parte capital de la agenda del travestido: venganza." Los virtuosos drag vieron cada vez más su vocación como política y empezaron organizaciones en pandillas como Travestís Callejeras de Acción Revolucionaria (Street Travestite Action Revolutionaries) para acoplarse a la ola de activismo que brota en sus comunidades en Nueva York, San Francisco y otros focos.

De golpe, el drag no era una performance privada sino una declaración de insurrección pública. Las reinonas empezaron a llevar atuendos y performance para parodiar la moda, modales y costumbres de la América profunda. Con el tiempo, la necesidad de sorprender obligó a la interpretación a sobrepasar los límites. “Los hombres al presente llevan vestimentas sexualmente explícitas como vestidos de gala con brassiere tipo prótesis fuera de los vestidos, camisones negros con gigantes arnés con un consolador y minifaldas de vinilo transparente que muestran bragas de encaje con estratégicos rotos y manchas que sugieren desfloración”, señaló Harris.

“Cuanto menos se supone fascinar, más obsceno se vuelve, con hombres masajeando sin tapujos los pechos, apretando las turgencias del tanga, pegando el culo y la lengua como estrellas porno en celo, y despatarrado en sus  itinerarios inflados con helio en las nubes, y sus virginales vestidos de fiesta arrojados sobre sus cabezas".

El siguiente giro decisivo ocurrió en 1990, con la publicación de Gender Trouble (Género en disputa), de la teórica queer Judith Butler. Gender Trouble fue un bombazo: elevó el discurso sobre la sexualidad queer de la desafilada retórica de Gayle Rubin a un terreno de intelectualismo elevado grado de abstracción, y, a veces, incomprensible. La contribución esencial de Butler fue doble: primero, saturó la teoría queer con el posmodernismo; segundo, presentó una teoría del cambio social, asentada en el concepto de “performatividad”, que ofrecía un campo conceptual más sofisticado que la simple trasgresión corporal. El argumento básico de Gender Trouble es que la sociedad occidental ha creado un régimen de "heterosexualidad obligatoria y falogocentrismo", que ha tratado de aplicar una noción singular y unitaria de "sexo" que machaca y opaca la verdadera complejidad y variación del sexo biológico, la identidad de género, la orientación sexual y el deseo humano.

Butler argumenta que incluso la palabra "mujer", si bien corresponde a una realidad biológica, es una construcción social y no puede definirse con ningún significado o clasificación permanente. No hay nada esencial acerca de "hombre", "mujer" o "sexo": todos son creados y vuelve a crear a través de la cultura humana históricamente contingente; o, como refiere Butler, todos se definen mediante su actuación, que puede cambiar, girar y adaptarse a través del tiempo y el espacio. La teoría del cambio social de Butler es que una vez establecida la premisa de que el género es maleable y se utiliza como instrumento de poder, en la actualidad para favorecer la “normatividad heterosexual”, entonces se puede iniciar la labor de reconstrucción social.

Y el drag queen plasma la teoría de deconstrucción de género de Butler. “La performance drag juega con la distinción entre la anatomía del intérprete y el género que está performando. Pero en realidad estamos en presencia de tres dimensiones contingentes de corporeidad significativa: sexo biológico, identidad de género y performances de género (desempeño en materia de género)”, escribe Butler. “Cuando se pone en tela de juicio tales categorías, la realidad de género también entra en crisis: no queda claro cómo distinguir lo real de lo irreal. Y esta es la vez en la que llegamos a entender que lo que tomamos por 'real', lo que invocamos como el saber naturalizado del género es, en efecto, una realidad cambiante y revisable. Llámalo subversivo o llámalo como sea. Si bien esta idea no constituye en sí misma una revolución política, ninguna revolución política es posible sin un giro radical en la noción de cada cual de lo posible y lo real”.

A comienzos del 2000, la performance drag había absorbido todos estos elementos — la historia de los orígenes de la justicia social de William Dorsey Swann, pasmo y la sorpresa corporal de Gayle Rubin, el posmodernismo sutil de Judith Butler — y los llevó a escena. La teórica queer Sarah Hankins, quien ha realizado amplias investigaciones en bares de drag en el Noreste, capturó el espíritu de esta subcultura y su ideología en un estudio para la revista académica Signos (Signs). Basándose en el trabajo de Rubin y Butler, Hankins describe tres géneros de drag — puro-puro, de cabaret y el que rompe los esquemas del género — que van desde striptease y bailes privados hasta simulaciones de necrofilia, bestialidad y fetichismo racial. 

Hankins describe el mundo del drag como una “economía socio-sexual”, en la que los miembros del "reinado"  pueden excitarse, gratificarse y recompensarse mutuamente con propinas e intercambios monetarios. “Como espectadora, siempre he experimentado el intercambio de propinas como pago por gratificación sexual”, escribe Hankins. Y me consta que levantando billetes de dólar puedo satisfacer mi excitación, al menos en parte: puedo llevar los cuerpos de los intérpretes al mío e inducirlos a tocarme o me dejaba tocarles”. O, como expone uno de sus sujetos de la investigación, el drag queen Katya Zamolodchikova: "Estoy literalmente allá vendiendo mi coñito por billetes.”

El propósito del drag, siguiendo los temas de Butler y Rubin, es destruir las concepciones firmes de género a través de la performatividad y rehabilitar la parte baja de la jerarquía sexual mediante la elevación de lo marginal. “El acto de pagar a una mujer dominante/autoritaria, a un suplicante hombre, a un infeliz esclavo asalariado o a un niño le permite al espectador encarnar forma temporal una o más de una serie de posiciones sociales 'malas/antinaturales', por ejemplo, el pedófilo, el rabo verde gay en el armario, la asaltacunas depredadoras, el viejo rico o la mamita, incluso los propios jóvenes/niños(as) sexualizados”, escribe Hankins. 

Y la disciplina de “despedazar el género” va aún más allá del sexo adulto–infante. Como describe Hankins, este estilo de interpretación "pone en primer plano los tropos del primitivismo y la degeneración como instrumentos de protesta y liberación" y busca subvertir los tabúes contra "la pedofilia, la necrofilia, el fetichismo de objetos eróticos y el sexo entre humanos y animales". Estas performances constituyen el extremo de la linde: la culminación de más de un siglo de trabajo, desde las pantomimas drag de seda y raso hasta las políticas hipercerebrales de deconstrucción y la aniquilación de las nociones tradicionales de sexo.

El vuelco final en la historia del drag es, hasta cierto punto, el más asombroso. A medida que el lado oscuro del drag llevó la trasgresión al límite, otra facción empezó a franquear de los márgenes al centro. Algunos drag queens — sobre todo, el drag RuPaul — bajaron el tono, relegado a un segundo plano la ideología y presentaron el drag como una diversión americana de la buena, de la de antes. Los productores de televisión encajonaron este nuevo perfil de drag como reality, puliendo la imagen del drag queen y equiparando el género en los medios de comunicación masiva y la cultura consumista. Esto ofreció una oportunidad. A medida que el proyecto intelectual vanguardista de los teóricos queer queda varada en las fantasías de incesto y bestialidad, los más emprendedores tomaron un rumbo diferente: usar la comercialización del drag y la reputación vinculada con el movimiento por los derechos de gays y lesbianas como un medio para transformar las actuaciones de los drag en eventos “para toda la familia” que podrían transmitir una versión simplificada de la teoría queer a la infancia.

La figura clave en esta transición fue un profesor universitario genderqueer (género queer) y drag queen llamado Harris Kornstein — cuyo seudónimo es Lil Miss Hot Mess —  que fue el anfitrión de algunas de las lecturas originales en las bibliotecas públicas y escribió el libro infantil The Hips On the Drag Queen Go Swish Swish Swish’ (Las caderas del Drag Queen se sacuden, sacuden, sacuden), Kornstein forma parte de la junta de Drag Queen Story Hour ('La hora de la historia Drag Queen', el programa educativo en el que travestís/drag leen cuentos en bibliotecas públicas, escuelas y librerías), la entidad no lucrativa que fue fundada por Michelle Tea en 2015 para promover actuaciones de drag "para toda la familia" y desde entonces se ha expandido a 40 secciones locales que han organizado cientos de actuaciones a lo largo de los Estados Unidos.

Kornstein también publicó el manifiesto del movimiento, "Pedagogía Drag: La práctica lúdica de la imaginación queer en preescolar", con la coautora Harper Keenan, una teórica queer que se autoidentifica hombres a hombre de la Universidad British Columbia (Universidad de Colombia Británica). Con citas de Foucault y Butler, el ensayo comienza aplicando la premisa básica de la teoría de la queer del constructivismo social y la heteronormatividad del sistema educativo. “La visión profesional de los educadores a menudo se forma para reproducir los parámetros normativos del Estado de su ciudadanía ideal.

En efecto, la escolarización funciona como una forma de encaminar al niño en una especie de alineación cautiva con los parámetros vigentes de esa visión”, escriben Kornstein y Keenan. “Para decirlo con toda claridad, dentro del contexto histórico de los EEUU y Europa Occidental, el manejo institucional de género ha sido utilizado como una forma de mantener modos de (re)producción racistas y capitalistas”.

 

Para interrumpir esta dinámica, los autores proponen un nuevo método de enseñanza, la "pedagogía drag ", como una forma de estimular la "imaginación queer", enseñar a los críos "cómo vivir de manera queer" y " aportando formas de saber y ser queer en la educación de los más pequeños." Como explican Kornstein y Keenan, este es un proyecto intelectual y político que requiere que drag queens y activistas trabajen para minar las nociones tradicionales de sexualidad, sustituyendo la familia biológica por la familia ideológica y estimulando deseos sexuales transgresores en los chiquillos. “Construyendo desde la teoría queer y los estudios trans, las pedagogías queer y trans buscan desestabilizar de forma activa la función normativa de la escolarización a través de la educación transformadora”, subrayan.


"Esta es una orientación esencialmente diferente a los movimientos hacia la inclusión o reparación de las personas LGBT en las estructuras existentes de la sociedad y escolar."

Para los pedagogos drag, la vida tradicional — infancia, casarse, trabajar 40 horas semanales y formar una familia— es una norma burguesa opresiva que debe ser deconstruida y subvertida. Cuando los drag salen a escena con sus atuendos sexualmente sugerentes, Kornstein y Keenan apuntan que su tarea es perturbar el "binario entre feminidad y masculinidad," propagar la habitación con "temas transgresores de género" y romper la "futuridad reproductiva" de la “familia nuclear” y el “matrimonio sexualmente monógamo” — todos los cuales son considerados dispositivos de opresión capitalista heterosexual. Los libros seleccionados en muchas performances de Drag Queen Story Hour — Ceniciento, si eres un drag queen y lo sabes, la rueda de género, chao-chao, binario, y ellos, ella, él, coser y cantar (Cinderelliot, If You’re a Drag Queen and You Know It, The Gender Wheel, Bye Bye, Binary, and They, She, He, Easy as ABC) — promueven este relato elemental. Si bien los eventos Drag Queen Story Hour frecuentemente se anuncian como "familiares", Kornstein y Keenan explican que se trata de una forma de código: "Puede ser que DQSH sea 'familiar', en el sentido de que es accesible e invita a familias con críos, pero es menos una fuerza aséptica que un preámbulo a modos alternativos de parentesco. Con esto, DQSH es 'familiar' en el sentido de 'familia' como un código queer de la vieja escuela para identificarse y conectarse con otros queers en la calle”. En resumen, el fin no es reforzar la familia biológica sino facilitar la transición del crío a la familia ideológica.

 

A continuación de que se cuestionan las normas de género, sexualidad, matrimonio y familia, la drag queen puede empezar a suplantar este sistema de valores con "formas queer de saber y ser". Kornstein y Keenan no se andan por las ramas: el propósito de lo que ellos llaman pedagogía drag, o “pedagogía del deseo”, es reformular la relación de los niños con el sexo, la sexualidad y el erotismo. Describen el drag como un “espacio de placer queer” que promete “convertir el rechazo en deseo” y “[transformar] el trabajo de la  performance en el goce de la participación”, y DQSH como una “relacional queer” entre adulto e infante.

 

Emponzoñan sus paper con lenguaje sexualizado y doble sentido, difuminando las líneas entre sexualidad adulta e inocencia de la infancia. En efecto, como ha escrito la pedagoga queer Hannah Dyer, la pedagogía queer y, por extensión, la pedagogía drag buscan mostrar el concepto mismo de “inocencia de la infancia” como una ilusión heteropatriarcal opresiva. “Aplicar métodos queer de análisis a los estudios de la infancia puede ayudar a la elocuencia queer de la inocencia que coarta a todos los niños y echar un capote para refutar los intentos de deducir el futuro del niño antes de que tenga la oportunidad de explorar el deseo”, escribe Dyer.

 

La intención, entonces, es subvertir el sistema de heteronormatividad, que incluye la inocencia infantil, y rediseñar la sexualidad infantil desde los cimientos. Y las actuaciones de drag facilitan un método visual, simbólico y erótico para lograrlo. El lenguaje de la disciplina de Kornstein y Keenan —“placer”, “deseo”, “cuerpos”, “niñas”, “niños”, “brilli-brillli”, “lentejuelas”, “pelucas” y “tacones”— lo dice todo.

Así es, los organizadores de Drag Queen Story Hour entienden que deben encargarse de su imagen pública para seguir disfrutando del acceso a las bibliotecas y colegios públicos. Han aprendido a hablar en código a las ONG y a contener las angustias de los padres, mientras promueven sutilmente la ideología de la teoría queer entre los chiquillos. Aunque numerosos defensores de Drag Queen Story Hour no reconocen que estos programas están trazados para impulsar la "aceptación" e "inclusión" LGBTQ, Kornstein y Keenan rechazan expresamente esos objetivos como un mero "lenguaje de marketing" que ofrece cobertura a su verdadero plan.”   

“Si bien DQSH posiciona públicamente su impacto en 'ayudar a los niños a desarrollar empatía, aprender sobre la diversidad y diferencia de género y explotar su creatividad', objetamos que sus contribuciones son más profundos que de moral y los modelos a seguir”, escriben. “Como organización, DQSH (Drag Queen Story Hour) puede recibir incentivos para dictar líneas sobre la alineación con los patrones curriculares y el instrucción socio emocional para que sea claro dentro de la educación pública y las instituciones filantrópicas. Drag en sí mismo, en última instancia, no se toma demasiado en serio estos objetivos utilitarios (pero es formidable para buscar la piezas cuando es necesario) En otras palabras, como grupo, Drag Queen Story Hour ha aprendido el flujo de efectivo positivo de conseguir beneficios, ganar contratos gubernamentales y asegurar el acceso al público al tiempo que provee una defensa grandilocuencia favorable contra los padres que podrían cuestionar la cordura de hombres que crean “territorio(s) de fruición queer” con sus hijos.

 

Esta táctica ha tenido un éxito sorprendente. Drag Queen Story Hour comenzó con programas voluntarios en las bibliotecas públicas, que están obligados por ley a ofrecer acceso igualitario a las organizaciones, sea cual sea su afiliación política o ideología. Pero en unos pocos años, esos programas neutrales se han transformado en espectáculos de drag para niños subvencionados por el estado. El Concejo de la Ciudad de Nueva York y la Biblioteca Pública de Nueva York prestaron fondos de los contribuyentes directamente a la organización sin fines de lucro Drag Queen Story Hour, lo que provocó una predisposición de lecturas, bailes y actuaciones de drag auxiliados por el estado en todo el país. Enseguida, las Escuelas Públicas de Nueva York, con más de $200 mil en fondos del gobierno municipal, empezaron a atender a docenas de actuaciones de drag en los colegios e institutos en los cinco distritos. Otras figuras políticas piensan ir todavía más lejos. El fiscal general de Michigan ha demandado un “drag queen para cada colegio”. El senador del estado de California, Scott Wiener, insinuó en un tuit que podría plantear una legislación para procurar "Drag Queen 101 como parte del plan de estudios K-12" y dictaminar que los estudiantes asistan a Drag Queen Story Time como una forma de "satisfacer la exigencia". Uno y otro podrían haberlo dicho para meter pulla — pero en cualquier caso, estas cosas tienen una forma de pasar de la barrabasada a la realidad en un periquete.

 

Si bien la divulgación de las actuaciones drag con carga sexual tiene un soplo de inevitabilidad, debes tener en cuenta que las ideologías transgresoras a cada paso contienen los gérmenes de su propia destrucción. A medida que el pensamiento detrás de los espectáculos de drag para chiquillos ha ganado fama y ha expandido su misión, varios artistas drag han quitado la máscara: en Minneapolis, un drag con taconazos y una minifalda rosa se abrió de piernas frente a los niños; en Portland, un robusto travestido consintió que los chiquillos se subieran encima de él, trincaran sus pechos falsos y se restregaran contra su cuerpo; y en Inglaterra, un drag le enseñó a un grupo de preescolares cómo efectuar un baile sexualmente provocativo.

 

Las escenas de eventos de drag organizados en todo los EEUU, en bares, clubes y festivales al aire libre, han sido aún más chocantes y perturbadoras: en Miami, un hombre con inmensos pechos falsos y dólares metidos en su tanga agarra de la mano a una preescolar y la presume frente a una multitud; en Washington, DC, un drag vestido de cuero, con unas cadenas le enseña a bailar a un crío en pago de propinas; en Dallas, corpulentos hombres maquillados se desvisten hasta quedar de prenda interior, simulan un orgasmo de mujer y realizan bailes eróticos en los miembros de un rugiente público de adultos y niños.

Los titulares de prensa también han anunciado abusos: “ El consejero del instituto de Tucson detrás del espectáculo de drag adolescente es arrestado por tener una relación con una menor”; “ La Biblioteca Pública de Houston admite que un pederasta registrado como delincuente sexual lea a los niños en Drag Queen Cuentacuentos ”; “ Drag Queen con 25 cargos de posesión material pornográfico de abuso sexual infantil ”; “ Segundo Lector de 'Drag Queen Story Hour' en Houston desenmascarado como delincuente sexual infantil convicto"; “ Activista de Drag Queen Story Hour arrestado por pornografía infantil, todavía vive con sus hijos adoptados ”.

Los promotores de Drag Queen Story Hour podrían responder que estos son casos excepcionales y que muchos de los programas orientados a los niños que incluyen drag leyendo libros y hablando sobre género, sin involucrarse en performances sexualizadas. 

Sin embargo, el espíritu del drag se fundamenta sobre el elemento sexual trasgresor y la ideología de la teoría queer, que no se puede borrar cambiando el contexto y ablandar el lenguaje. El proyecto filosófico y político de la teoría queer siempre ha sido derrocar la cultura heterosexual tradicional y elevar lo que Rubin llamó la “casta sexual” al final de la jerarquía: el transexual, el travestido, el fetichista, el sadomasoquista, la puta, la estrella del porno y el pedófilo. Drag Queen Story Hour puede intentar sanear las rutinas y verificar antecedentes penales de sus artistas, sin embargo, la subcultura de la teoría queer que siempre atrae a los hombres que quieren seguir la ideología a sus conclusiones.

Cuando los padres, los votantes y los líderes políticos comprenden la verdadera naturaleza de Drag Queen Story Hour y la ideología que la impulsa, trabajarán lo más rápido posible para restaurar los límites que han sido abandonados por ahora — y de manera temeraria. Trazarán una clara línea divisoria entre la sexualidad adulta y la inocencia de la infancia, y enviarán las perversiones de "despedazar el género", "primitivismo" y "degeneración" devuelta a los márgenes, donde deben estar.



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El artículo adjunta enlaces en inglés.  En español referente a esta cuestión de cuentacuentos travestidos hay bastante información y con prensa de distinto color político. Por ejemplo:

 

1.     https://www.forumlibertas.com/drag-queen/

2.     https://www.latimes.com/espanol/eeuu/articulo/2022-06-18/acosan-en-eeuu-a-las-drag-queens-que-cuentan-cuentos

3.     https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=37166

4.     https://www.nosmintieron.tv/el-ex-presidente-de-drag-queen-story-hour-foundation-y-juez-del-tribunal-de-ninos-arrestado-por-siete-cargos-de-pornografia-infantil/

5.     https://www.actuall.com/familia/investigan-a-una-madre-por-criticar-los-cuentacuentos-drag-queen/amp/

6.     https://thembeforeus.com/es/tag/drag-queen-story-hour/

7.     https://101noticias.com/el-video-de-una-drag-queen-actuando-con-una-nina-horroriza-a-los-espectadores/

8.     https://www.actuall.com/familia/investigan-a-una-madre-por-criticar-los-cuentacuentos-drag-queen/

9.     https://andaluciainformacion.es/torremolinos/757622/las-drag-cuentacuentos-por-un-dia-en-el-ceip-el-pinillo/

10.  https://www.elimparcial.com/mexicali/mexicali/Museo-UABC-ofrecera-tarde-de-cuentos-con-Drag-Queens-20220623-0014.html










 

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