martes, 16 de agosto de 2022

Cómo Medicina Basada En La Ciencia arruinó su cobertura mediática de la Medicina para la Infancia Trans.

El articulo tiene muchísimos enlaces, sólo he enlazado en la traducción los de su tuiter puesto que es fácil para quienes estamos en tuiter. 

Cuando digo jóvenes, entiéndase niños y adolescentes, sobre todo los últimos.

Cómo Medicina Basada En La Ciencia arruinó su cobertura mediática de la Medicina para la Infancia Trans.  

How Science-Based Medicine Botched Its Coverage Of The Youth Gender Medicine Debate, by Jesse Singal.  

https://jessesingal.substack.com/p/how-science-based-medicine-botched  

Medicina Basada En La Ciencia (Science-Based Medicine) es una website en sumo grado consolidada y valorada dedicada a ofrecer a nuestros lectores información fundada en argumentos científicos. Está dirigido por Steven Novella, neurólogo clínico de la Universidad de Yale y el fundador y jefe de redacción del sitio, y David Gorski, cirujano oncólogo de Universidad Estatal de Wayne. 

La página The About dice: 

Medicina Basada En La Ciencia se dedica a evaluar tratamientos médicos y productos de interés para la ciudadanía desde un punto de vista científico, y promover más altos estándares de excelencia y tradiciones de la ciencia en salud. La información online acerca de la medicina alternativa es en su mayoría crédula y acrítica, y hasta los medios principales de comunicación y algunas facultades de medicina se han tragado todo el bombo y han fracasado en formularse las preguntas difíciles. 

Nosotros aportamos la muy necesitada perspectiva "alternativa" — la perspectiva científica. 

Novella lleva ya mucho tiempo haciendo hincapié en que hay que distinguir entre medicina con base empírica y medicina basada en la ciencia, y esa distinción aparece como uno de los principios de inspiración de su website. En un artículo para la revista Skeptical Inquirer en 2015, él explicó que "el punto débil cardinal de la medicina basada en evidencia es que, como su nombre implica, se basa sólo en evidencia clínica para determinar si un tratamiento es apropiado o no. Esto superficialmente suena bastante razonable, sin embargo deja deliberadamente de lado una parte importante de la prueba científica: la plausibilidad." La cosmovisión medicina basada en la ciencia, escribió, "admite que la evidencia clínica es a menudo ambigua, difícil y complicada. Hay pruebas convincentes para respaldar esta postura. John Ioannidis ha publicado una serie de papers fijándose en los patrones en la investigación clínica. Él descubrió que la mayoría de los estudios publicados al final sacan conclusiones erróneas con una marcada preferencia de falsos positivos (Ioannidis 2005). Este efecto se empeora en proporción a la inverosimilitud de preguntas clínicas". 

Esta clase de pensamiento es, para mí, menta gatuna, y parece que se necesita más de esto. A fin de cuentas, escribí un libro, La solución rápida: por qué la psicología de moda no puede curar nuestros males sociales (The Quick Fix: Why Fad Psychology Can’t Cure Our Social Ills), en el que se relatan muchos ejemplos de ideas psicológicas caprichosas que no acababan de estar bien concebidas que parecía estar respaldada por una gran cantidad de evidencia publicada en cierto momento, solo para que la verdad resulte ser mucho más complicada (y, por lo general, mucho menos excitante). 

Cambiando dos palabras aquí o allá, y todo lo que Novella cree sobre los posibles obstáculos de la evidencia clínica en la medicina se aplica también al campo de la psicología. En realidad, no basta con decir "creo en X puesto que algunos estudios dicen que es cierto" — al menos no sin saber mucho más sobre los estudios en cuestión y la plausibilidad en las teorías que se sustentan. 

Otro asunto sobre el que he escrito un poco es de la controversia sobre cuál es la mejor forma de ayudarnos a los niños y adolescentes con disforia de género — o sea, a los críos que sienten una gran angustia por su sexo, que a menudo (si bien no siempre) describen como una profundo desajuste de identidad y/o estar "atrapados en el cuerpo equivocado". En cuanto a bloqueadores de pubertad y hormonas, tenemos muchos menos datos sobre la transición física de jóvenes que de adultos. Y hay u sinfín de incógnitas y disyuntivas que no se aplican, o al menos no tanto, a los adultos. Por un lado, los adolescentes de 15 años están, por razones obvias, menos preparados para pensar con detenimiento sobre el futuro, y en cómo podrían sentirse más adelante, que los de 25 años. Por otro lado, los niños que toman bloqueadores a una edad temprana, seguidos de hormonas cruzadas, es probable que no puedan tener hijos, e incluso los mejores especialistas no están seguros de si alguna vez disfrutaran de una actividad sexual plena. ¿Significa esto que la transición física es de forma automática una malísima idea para la gente joven? Por supuesto que no. La medicina a menudo conlleva compensaciones, y si la elección es "sufrir una aguda disforia por años y años" o "renunciar a la fertilidad y posiblemente al propio funcionamiento sexual", bien puede haber muchos casos en la que esta última es una opción superior a la anterior. Sin embargo, la cuestión es que se trata de una decisión médica significativa que a menudo no es tratada como tal. 

Además de escribir sobre este asunto para la página web de la la revista New York (New York Magazine) cuando trabajé allí y para este boletín, en 2018, escribí un largo artículo de portada para The Atlantic (El Atlántico), explicando numerosos aspectos de la controversia, y el mes pasado escribí un artículo para The Spectator World (El Espectador Global) sobre cómo los medios de comunicación tradicionales han fracasado, de una forma bastante espectacular, en comunicar a los lectores, con casi nula evidencia de calidad en la que recurrir, cuando se toman decisiones médicas importantes para esta población muy vulnerable. (Voy a citar mi artículo de The Spectator a lo largo de este, que evitarán repetir los argumentos ya aducidos, y si este asunto le es totalmente nuevo, sacará el máximo este artículo si lees ese, y/o el de The Atlantic, primero). 

Si bien mi artículo en el Spectator se dedicó mayormente a describir el evidenciad panorama actual de la medicina para la infancia trans y a proporcionar ejemplos de la mediocre cobertura de este tema, además incluyó un poco de especulación comunicada: La mala cobertura es rampante, argumenté, debido a que se ha convertido en un tema muy politizado — sobre todo en vista de los irreflexivos intentos por parte de los conservadores de bloquear abiertamente la medicina para la infancia trans a nivel estatal en Estados Unidos. 

En el contexto actual, decir que la evidencia de bloqueadores y hormonas para la infancia es relevante es ser un buen aliado que se preocupa por los niños que se autodeclaran transgénero y quiere que progresen; señalar la cantidad de lagunas en la evidencia es ser un ignorante o un fanático al que, cuando menos, no le importa si un gran número de niños que se autodeclaran transgénero se metan en el armario y/o se suiciden — una reclamación ubicua en este espacio es que cualquier demora en obtener bloqueadores de pubertad u hormonas a los jóvenes conducirá fatalmente a intentos de suicidio — y que, como mucho, desea ese desenlace. 

Esta clase de politización de un debate científico importantísimo es pernicioso por razones obvias, y a simple vista, un sitio como Medicina Basada En La Ciencia (Science-Based Medicine) parecería servir como un bálsamo efectivo para calmar las cosas: Novella y Gorski disfrutan de roles de liderazgo en una comunidad de escépticos que no temen dar un paso y responder con energía al exceso desenvuelto, sea cual sea la política del que habla de más, en algunos de los temas que suscitan más controversias que pueda imaginarse. Y en este asunto, el exceso desenvuelto es galopante, por lo que es un sitio rico en blancos. 

Con pesar, eso no ha ocurrido. En cambio, Medicina Basada En La Ciencia ha caído en la misma trampa que numerosos medios de comunicación, violando algunos de las bases sobre las que se fundamenta. Si lees la reciente cobertura del sitio sobre este tema, saldrás pensando que hay una gran cantidad de datos impresionantes acerca de evidencia para la medicina para la infancia trans, que, en absoluto, existe alguna polémica al respecto. 

En lugar de evaluar con detenimiento la evidencia a nuestro alcance, SBM (Science-Based Medicine — Medicina Basada En La Ciencia) utiliza por defecto a casi todos los tropos activistas que han venido a imponer los términos de este debate en espacios progresistas. Este es un ejemplo perturbador de lo que es el total sesgo ideológico de una fuente de información otras circunstancias serían fiables. Medicina Basada En La Ciencia "ha tragado todo el bombo y han fracasado en formularse las preguntas difíciles." 

*** 

El problema comenzó cuando SBM publicó hace poco una crítica favorable del libro de Abigail Shrier Un daño irreversible: La locura transgénero que seduce a nuestras hijas (Irreversible Damage: The Transgender Craze Seducing Our Daughters) por la Dra. Harriet Hall, una colaboradora de mucho tiempo de SBM que ha escrito más de 700 artículos para el sitio y que está clasificada como "editora" por debajo Novella y Gorski, completando la actual cabecera. Por simplificar, el libro de Shrier argumenta que el contagio social está provocando que muchas chicas adolescentes se identifiquen como transgénero y busquen tratamientos médicos que les va a hacer mucho más daño que bien, ya que, en verdad, no son transgénero en una especie de sensación profundamente arraigada y duradera, sin embargo están básicamente confundidas y mal guiadas. 

No debería sorprender a nadie que este libro sea polémico, ni que la crítica positiva de Hall haya sido rechazada. Novella y Gorski con posterioridad decidieron retractarse del todo de la reseña, reemplazándola por un comunicado de que no había cumplido con los parámetros normales editoriales de SBM y negando que detrás de la medida se encontrara la presión política de la comunidad de SBM o de cualquiera. La reseña de Hall la ha vuelto a subir Skeptic Magazine (la revista Escéptica), por lo que puede leerla allí si quiere. 

SBM, a raíz de esta retractación, ha publicado tres artículos sobre Shrier, la crítica de Hall sobre su libro y la controversia de mayor calado con respecto a la medicina para la infancia trans: "Los aspectos científicos del tratamiento transgénero (The Science of Transgender Treatment)", de Novella y Gorski, "Un daño irreversible, de Abigail Shrier: Un torrente de desinformación irreversible (Abigail Shrier’s Irreversible Damage: A Wealth of Irreversible Misinformation)" de Rose Lovell, quien en febrero estaba terminando una residencia médica, y "Daño Irreversible a la Comunidad Trans: Un análisis crítico del libro Daño Irreversible de Abigail Shrier — Primera Parte (Irreversible Damage to the Trans Community: A Critical Review of Abigail Shrier’s book Irreversible Damage — Part One)” de AJ Eckert, que es "Director Médico del Programa de Medicina (GLAM) de afirmación de la vida y el Género" de Anchor Health en Connecticut. La Segunda Parte se supone que está de camino y la leeré cuando se publique. (Para que conste, ni Lovell ni Eckert habían escrito para SBM hasta entonces — pareciera que, resumidamente, los han traído para la misión de dar una respuesta a Daño Irreversible). 

En los tres artículos hay grandes equívocos, tergiversaciones y malentendidos, que oscilan entre sencillas falsedades a inexplicables omisiones, regurgitando los bulo transmitió hace años. Las afirmaciones activistas que reiteradamente manipulan o atentan contra la verdad se plantean una y otra vez de forma crédula, mientras que el sinnúmero de debilidades en la base de investigación acerca de la medicina de género para jóvenes simplemente se ignoran La problemática de fondo es lo que Scott Alexander llama "reivindicaciones aisladas para el rigor." Este es un aspecto corriente de la naturaleza humana, el fraternal Sesgo de Confirmación. Cuando se trata de afirmaciones que no queremos creer, insistiremos en que las pruebas no son concluyentes, exigimos más y más aclaraciones, cambiando las reglas del juego del debate y siendo meticulosos cuando proceda; para alegaciones que queremos creer, ondeamos la evidencia poco convincente en la puerta de embarque sin cuestionarlas con dureza, incluso si justo tiene los mismos problemas. 

Las demandas que requieran de rigor son un gran problema en especial en áreas en las que no tenemos una buena base empírica de la que confiar en principio. La medicina para la infancia trans es una de esas áreas, y en toda la cobertura de SBM de este tema, las reivindicaciones aisladas para el rigor apuntan sólo a la investigación y a quienes enmarañan el relato del espacio: aquí no hay nada que les deba preocupar puestos que la medicina para la infancia trans está en una buena posición. En un momento determinado, se enfrentó a resultados publicados que podría complicar su relato. Novella y Gorski lo descartan como una investigación irremediablemente mala (si bien sin explicar por qué). Luego, más adelante en el mismo párrafo, aceptan como verdadera una conclusión presentada por la misma clínica de género para jóvenes, lo más probable debido a que este resultado encaja del tirón en su historial. Es una suerte del modelo de trabajo de la Demostración Schrödinger: la credibilidad de la fuente X existe en una superposición difusa de "totalmente fiable" y "muy poco fiable" hasta que averigüemos si su afirmación encaja bien con nuestra política, en ese punto su status se derrumba en el momento oportuno en una u otra situación. 

Lo que hace que la cobertura de SBM de este asunto sea tan frustrante es que fue una monumental oportunidad desperdiciada. Los temas relacionados con los jóvenes que se identifican transgénero invitan a un increíble griterío y denuncias por doquier, y como resultado, a veces la gente piensa que el circo — todos esos personajes chillándose online — es la verdadera cuestión. Pero la verdadera cuestión es el número cada vez mayor de familias estadounidenses que se enfrentan a decisiones muy difíciles sobre bloqueadores de pubertad y hormonas que se ven obligadas a tomar bajo la escalofriante condición de falta de prueba. Necesitan con desesperación que instituciones como Medicina Basada En La Ciencia den un paso al frente y faciliten un asesoramiento riguroso y respaldado por la ciencia que no esté influenciado por el execrable ambiente que obstaculiza este tema, puesto que casi nadie, en ningún sitio, lo hace. 

Cuando digo que hay "escalofriante falta de pruebas" para intervención mediante medicina para la infancia trans, eso se aplica al modelo 'tradicional' de disforia de género juvenil, en que se manifiesta a una edad temprana y persiste al menos hasta el comienzo de la pubertad. 

Las evidencias que tenemos proceden de este contexto, de menores que fueron evaluados y vigilados sin regatear esfuerzos durante un periodo bastante largo antes de que se llevara a cabo cualquier intervención médica. Pero las cosas pueden incluso empeorar, en este momento, dados ciertos cambios en los patrones de referencia en clínica.

Como escribí hace poco en mi artículo del Spectator: 

Esto sucede mientras los facultativos de género para jóvenes de todo el mundo están notando un mayor número de casos remitidos, sobre todo de mujeres. En algunas clínicas, los adolescentes se presentan a edades mayores que hasta ahora — y sin pruebas de DG (disforia de género) durante la niñez. Nadie sabe con precisión cómo explicar esto, pero hay indicios de que algunos adolescentes, por influencia cultural y de sus compañeros, se autodiagnostican disforia de género y buscan tratamiento. Esta afirmación perece ofensiva para algunos — y para que quede claro, nadie sabe con qué frecuencia sucede esto. Me he encontrado casos de ese tipo en mis reportajes. No han sido difíciles de encontrar. 

El cambio en los modelos de referencia en los jóvenes con DG fue lo suficiente inquietante para Annelou de Vries [una de las principales especialistas de la Dutch Clinic, de la Unidad de Disforia de Género de la Universidad Libre de Ámsterdam, que ideó el protocolo de bloqueadores de pubertad], que en 2020 ella escribió un comentario en Pediatrics sugiriendo la irrupción de una "nueva vía de desarrollo... que implica a historiales de jóvenes que se identifican transgénero post–adolescente y en la adolescencia". 'Ello plantea la cuestión de si los resultados positivos de las intervención médica temprana también se aplica a los adolescentes que en fechas más recientes de presentan en una cantidad demoledora para la atención transgénero, incluidos los que vienen a una edad mayor, puede que sin un historial en la infancia de [disforia de género]', apuntó ella. 

Debo recalcar una vez más lo que ya ha dicho, que creo que prohibir la medicina para la infancia trans es una idea terriblemente mala. Las pruebas de esos "resultados positivos de intervenciones médicas tempranas" se deben a investigaciones que, como veremos, dejan mucho que desear. Pero apuntan que para los niños con disforia severa y persistente que han sido bien evaluados, que tienen cualquier otro problema de salud mental bajo control y que tienen un buen apoyo familiar, los bloqueadores de pubertad y las hormonas es probable que lleven a la mejora de lo que habría sido un sufrimiento mayor. (Incluyo estas condiciones pues francamente no podemos decir mucho sobre la efectividad de estos tratamientos bajo otras circunstancias). No confío en que los legisladores invaliden las decisiones de los médicos y psicólogos en un contexto como éste. Pero, de nuevo, la evidencia es de poca calidad y densidad, así que, por lo menos, es de una imperiosa necesidad que cualquier medio realmente 'basado en la ciencia' comunique las incertidumbres a los lectores. Medicina Basada En La Ciencia no ha procedido así. 

Con todo eso claro, a continuación está mi crítica al primer artículo de Novella y Gorski. En uno o varios post futuras, cubriré los temas de los otros artículos de la serie. 

 

Problemas en "Los aspectos científicos del tratamiento transgénero (The Science of Transgender Treatment)", de Steven Novella y David Gorski.  

 

1. Novella y Gorski malinforman a los lectores sobre la diferencia entre los registros del DSM-IV y del DSM-5 para "trastorno de identidad de género" y "disforia de género", respectivamente. 

Al criticar la comparación que Abigail Shrier traza entre respuestas de adultos a la anorexia infantil y a la disforia de género infantil, los autores escriben lo siguiente: 

La analogía es apropiada. Los trastornos alimentarios son claramente trastornos, con criterios de diagnóstico y riesgos médicos ya consolidados. La suposición en que se basa la analogía es esa sensación como si fueras de un sexo diferente del asignado al nacer es también un trastorno perjudicial que se debe "curar". Esta suposición no es válida y resulta per se perjudicial. Efectivamente, la Sra. Shrier se basa en una definición obsoleta del DSM-IV para resolver este caso. El DSM-V en la actualidad establece que contar con una identidad de género que difiere del sexo asignado al nacer no es un trastorno. La disforia como resultado de ese hecho conjugado con factores sociales lo es. 

Una de las principales señales de alerta que reviso para determinar si cierto medio es confiable en el tema de la DG de la infancia es si divulgan los argumentos activistas sin hacer la más mínima verificación. 

Este es uno de esos argumentos: la idea de que en el DSM-IV, el simple hecho de "ser trans" y/o actuar no conforme con el género se consideraba un trastorno mental, pero después en el DSM-5 se rectificó tal injusticia. Es una trama prolija en paralelo con la retirada de la homosexualidad del DSM en 1973. (Si quieres saber por qué la Asociación Psiquiátrica Estadounidense cambió los números romanos por los arábigos, se explica aquí). 

Los principales medios de comunicación contribuyeron a esta falsa creencia, y he tratado de desenmascararla desde 2019, sin demasiado éxito. No dejar de repetirse sin cesar, incluyendo medios en apariencia muy rigurosos como el podcast Ciencia vs —Science Vs (cuyos productores se negaron a corregir este error después de que lo mencioné, si bien sí corrigieron otro) y por algunos facultativos y escritores con grandes plataformas: https://twitter.com/jessesingal/status/1194050642702151687?s=20&t=7eKSGeo0jLJZncu87T3mAg 

En ese caso, Turban, comentarista habitual de estos temas, en su corrigió la declaración falsa que publicó en Psicología Hoy (Psychology Today): https://twitter.com/jessesingal/status/1341502177920073731?s=20&t=QIq6rXso4LFxzgKWH0EnSA 

No obstante, todavía campa a sus anchas en otros lugares. 

 Estos son los criterios del DSM-IV que, según se dice, patologizan la mera identificación con un sexo que no coincide con el sexo de nacimiento y/o el comportamiento no conforme con el género:

Es evidente que si un niño expresó "soy una niña" pero esta identidad no estaba asociada con otros rasgos que le causó angustia, no podría ser suficiente poder acogerse a estos requisitos. Este chico también necesitaría experimentar la disforia real — que es sin duda el fenómeno que, a todas luces, estos criterios intentan capturar — de diversas maneras. Los criterios DSM-IV no tienen un diagnóstico para alguien que tan solo dan tumbos como transgenero, pero que no muestra señales de malestar incluidas en los Apéndices A, B, y D. 

Los críticos han repetido en el hecho de que, a causa de que el criterio A (1) es opcional en esta lista, un chico sin un deseo proclamado de convertirse, o la creencia de que es, del "otro" sexo" podría ser diagnosticado con GID (trastorno de identidad de género). Pero si nos fijamos en todas los demás criterios que deberán reunir — A (2) - (5), más B, C y D — creo que es descabellado afirmar que un chico así no tiene una condición que asociaríamos con una posible necesidad de transición social y de seguir bloqueadores de pubertad u hormonas a la larga. 

Los criterios del DSM-5, que puede leer aquí y aquí (niños y adolescentes/ adultos, en ese orden), incluyen varios ajustes, en particular, para nuestras metas, cambiar las cosas a fin de que lo que era A (1) en el DSM-IV sea criterio obligatorio en el DSM-5. Pero, en líneas generales, los dos listados son bastante similares. Tal vez sea cierto que el DSM-IV llevó a diagnosticar por error a un factible) reducido número de niños que tan sólo eran no conforme de género como que tienen un trastorno de identidad de género, pero es difícil ver cómo esto podría haber sucedido con tanta frecuencia dado los criterios actuales, y dada la existencia, en el DSM-IV, de un lenguaje subsiguiente en concreto advirtiendo a los facultativos no cometer un error garrafal: 

El Trastorno de Identidad de Género se puede distinguir de la sencilla no conformidad con conducta estereotipada de roles sexistas por la amplitud y ubicuidad de los deseos e intereses de la identificación entre géneros, y acciones. Este trastorno no pretende describir la no conformidad de un niño con la conducta estereotipada sexista como, por ejemplo, "marimacho" en niñas o "marica" en niños. Al contrario, representa una profunda perturbación del sentido de identidad del individuo acerca de la masculinidad o la feminidad. El comportamiento de los niños que sencillamente no encaja en el estereotipo cultural de masculinidad o feminidad no debe ser diagnosticado a menos que el síndrome completo esté presente, incluyendo un sufrimiento marcado o una incapacidad [subrayado en el original]. 

El cambio que Novella y Gorski y tantos otros que afirman que ha ocurrido — que en el IV tan solo "ser trans" era un trastorno mientras que en el 5 no — no aparece por ningún lado. Por el contrario, lo que creo que pasó es que, debido a que se cambió el nombre del trastorno de "trastorno de identidad de género" a "disforia de género", un montón de gente empezó a hacer esta afirmación por pura confusión, y el rumor se volvió viral ya que así era más fácil para descartarlo de parte de estudios sobre el desistimiento (mayor información a continuación). Pero en ambos casos, lo que se cataloga es un trastorno, y tan solo "contar con una identidad de género que difiere del sexo asignado al nacer" o "identificarse cómo trans" es insuficiente para recibir un diagnóstico. 

Esto es algo bastante básico para entenderlo mal, y sugiere que Novella y Gorski no están familiarizados con este tema, pero sí lo con — y han aceptado como si fueran la verdad — algunos de las relatos activistas que los rodean. Sin reservas de igual forma desinformará a los lectores de Medicina Basada En La Ciencia, que es un fin contrario a los objetivos del sitio.  

 

2) Novella y Gorski argumentan que hay una adhesión amplia a las normas de atención para la medicina para la infancia trans sin aportar ninguna prueba que tal es el caso, aparte de hacer referencia a innumerables entrevistas que ni citan ni enlazan. También tergiversan los estándares de atención de la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero (World Professional Association of Transgender Health) para la administración de hormonas a los adolescentes. 

Los estándares de atención (SOCs) publicados por organizaciones como la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero y la Sociedad de Endocrinología (Endocrine Society) explican lo que los proveedores se supone que deben hacer antes y durante la administración de bloqueadores de pubertad y hormonas cruzadas a los jóvenes. Las pautas no son perfectas, y la WPATH (Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero) está listo para lanzar el esperadísimo nuevo estándar a finales de año, pero estos documentos tienden a señalar, como mínimo de forma sumaría, la importancia de una minuciosa evaluación, el apoyo de la salud mental, entre otros. 

En Estados Unidos, estas pautas no son vinculantes, y hay un gran desacuerdo acerca de si están investigando en forma metódica — en realidad, gran parte de este debate se basa en esta cuestión. "Cuando veo lo que el SOC [de WPATH] describe, y luego observo mi propia experiencia y la de mis amigos de aplicar hormonas y cirugía, casi no hay coincidencia entre las directrices del SOC y la realidad de la atención que reciben los pacientes", me contó en 2018 Carey Callahan, una detrans (p detransicionador/a: volver atrás en su “transición”; detransicionar) que trabajó en una clínica de género durante un tiempo. "No abordamos las consecuencias de la intervención médica —psicológica, social, física, sexual, ocupacional, económica y legal — que el SOC encomienda analizar al profesional de salud mental. Lo que el SOC describe y la atención que reciben las personas antes de obtener las hormonas y la cirugía están a millas de distancia". 

Callahan era mayor de edad cuando transicionó, pero esta asunto se aplica aún más urgidos a la atención de la infancia, y hay numerosos ejemplos anecdóticos de jóvenes detrans que dicen haber recibido bloqueadores u hormonas, o ambos, después de procesos de evaluación apresurados y trillados. Tan sólo fisgonear en el nicho reddit de detransición y descubrirás numerosas historias de este tipo (¡Tampoco es que me fascine remitirte a una fuente anecdótica! Pero, en resumidas cuentas, no tenemos ninguna investigación sobre esta cuestión). 

No se trata sólo de los detrans — algunos facultativos de gran prestigio comparten esas preocupaciones. Lo que me dijeron el año pasado la psicóloga Laura Edwards-Leeper, que ayudó a organizar el protocolo de bloqueadores de la pubertad a Boston en 2007 y que hoy día ejerce en Portland, y el psicólogo Erica Anderson, que es un hombre autodeclarado mujer y presidente de la Asociación Profesional de Salud Transgénero de Estados Unidos: 

"Sí, algunos niños no reciben suficiente evaluación", explicó Anderson en un correo electrónico (hizo hincapié). "La calidad de la atención a las [personas que se autoidentifican] transgénero varía mucho". Haciéndose eco de la preocupación que me expresó la primera vez que nos vimos, Anderson me dijo que "no cabe duda de que proveedores que no están preparados para atención de pacientes que declaran transgénero han tratado de hacerlo. En mi opinión, algunos lo han hecho porque se han sentido obligados a hacerlo lo mejor que podían, aún sin contar con la experiencia y una capacitación adecuada. Otros parecen ser oportunistas. Autoidentificándome yo mismo mujer y siendo psicólogo desde hace muchos años, veo los avances que se han logrado gracias a la WPATH y a otros. Pero de repente lo trans está de moda y quiénes se identifican transgenero parecen unicornios: fascinantes objetos de estudio. Cuando siento que esto ocurre me tiemblo y me hace sentir incómodo." Él no cree que los casos de mala evaluación de jóvenes sean muy raros. "Con regularidad me tropiezo con proveedores que ignoran las normas de atención de WPATH", explicó. "Y pacientes asertivos/ansiosos que no toleran una valoración cautelosa. Es una mezcla tóxica". (En su email, también señaló que es perfectamente natural y racional que las personas que se identifican transgénero se muestren escépticas ante lo que perciben como vigilancia demasiada agresiva, dado lo que los miembros de esa comunidad han sufrido en el pasado). 

Edwards-Leeper señaló que los padres que de todo corazón quieren lo mejor para sus hijos se enfrentan a una difícil situación si tienen la mala suerte de encontrarse en una de las muchas zonas del país sin una gestión competente y bien formados en materia de infancia trans. "Lo que resulta problemático es que muchos padres en estos tiempos tienen razonables preocupaciones y no pueden encontrar un profesional de salud mental con la formación adecuada para evaluar las preocupaciones de género y la "disposición" para intervenciones irreversibles desde una perspectiva psicológica", explicó en un correo electrónico (ha hecho hincapié en todo). "Esto causa que padres bienintencionados se encuentren tomando decisiones por el bienestar de sus hijos sin una verdadera orientación profesional, poniendo a los padres en una posición horrible, y mi corazón se estremece con su valentía. " Explicó que sí, algunos padres son muy escépticos con respecto a la transición médica, y por error podrían aplazar el acceso de su hijo a bloqueadores u hormonas a pesar de haber llevado a cabo un diagnóstico con competencia. "¿Pero qué pasa con los padres que no están de acuerdo con el terapeuta que ha decidido en una hora que su hija, que la semana pasada se autoidentificó como hombre tras tropezar con un video de YouTube, está preparada para la testosterona?". Como Anderson, Edwards-Leeper no cree que estos casos sean excepcionales. En cambio, ha escuchado de cientos de padres en este tipo de situaciones desde que apareció en mi artículo del Atlantic. "Estos son los padres que llaman a mi puerta desde el artículo del Atlantic", explicó. "No puedo decirte cuántas veces rompo a llorar por la situación en este ámbito cuando les cuelgo el teléfono". 

Además de hablar conmigo, Edwards-Leeper y Anderson hace poco recalcaron estas preocupaciones en el programa 60 Minutes (requiere suscripción). Ambos están fervientemente a favor de ayudar a la infancia trans, y consideran que los bloqueadores y las hormonas puede salvarles la vida cuando se administran como es debido. Pero están tan bien posicionados como cualquier otra persona para evaluar el estado actual del terreno, y piensan que hay un problema. 

Parte de ese problema es que algunos facultativos se oponen a facilitar un análisis meticuloso y un soporte de salud mental a los niños que reciben bloqueadores u hormonas, porque lo ven como un nivel de control abrumador y confían en su propia capacidad para determinar a la mayor brevedad qué niños y adolescentes se beneficiarán de estos tratamientos. 

En mi artículo en el Spectator: 

Para un grupo de médicos y activistas estadounidenses que, con ardor, buscan ampliar el acceso a la transición médica de la infancia, [el protocolo holandés] es criterio muy cauteloso — y ha habido reacción violenta entre ellos, no sólo abiertamente contra la terapia de conversión, sino también contra la "vigilancia" estilo holandés. En 2018, [Edwards-Leeper] me habló de "cosas que casi me arrojan en conferencias" a causa de que está a favor de evaluar a fondo antes de la transición médica. 

Si bien es cierto que hay importantes clínicas multidisciplinarias de Estados Unidos para la infancia trans que acogen un enfoque similar al holandés, el acceso a ellas es limitado — y no todas las clínicas acentúan el análisis meticuloso antes de la administración de bloqueadores u hormonas. Una de ellas, ubicada en el Centro de Salud y Desarrollo de la Infancia Trans del Hospital Infantil de Los Ángeles, por ejemplo, es la mayor clínica de Infancia Trans del país. En un estudio de 2018 sobre jóvenes de entre 12 y 24 años con las hormonas, el centro reportó que solo había podido reúna datos de seguimiento fisiológicos del 60% — alta tasa de "pérdida de seguimiento" que a lo mejor refleja un enfoque liberal basado en el no intervencionismo. La tan habitualmente citada directora médica del centro, Johanna Olson-Kennedy, es recelosa de evaluaciones a fondo. 'Yo no envío a nadie al terapeuta cuando voy a empezar a darle insulina', me dijo en 2018. 

Cuanto menos, queda claro que hay un debate en este punto. Nunca afirmaría que Anderson y Edwards-Leeper reflejan algún tipo de opinión mayoritaria entre los facultativos, y nunca lo he presentado como tal. Pero hay grandes diferencias filosófales de clínico a clínico cuando se trata de lo que constituye una debida garantía para los menores que reciben estos tratamientos, y lo preocupados que deberíamos estar por los médicos que cogen atajos, sea por ignorancia o por ideología. 

 ¿Y cómo manejan Novella y Gorski todo esto? Lo ignoran, pretendiendo que la disputa fue completamente creada por (lo que ellos ven como) agentes de mala fe como Shrier: 

Observando los estándares publicados y la infinidad entrevistas con expertos, la noción de que los implicados en la atención al género ceden a corrección política en lugar de a mejores prácticas es una caricatura parcial que está claramente motivada más por la ideología que por la ciencia y la medicina (...) Como es lógico, son patrones, y no todos los especialistas abrazan del todo al estándar de atención en cualquier aspecto de la medicina. Pero no tomamos los datos anómalos y los utilizamos para criticar el modelo o pretender que es típico o común. Las entrevistas con quienes se dedican a la atención transgenerista indican que la adherencia a las rigurosas normas indicadas en los párrafos anteriores es la norma. 

Claro está que su formulación hace que todo este ejercicio sea una bobada — yo nunca afirmaría que algo tan simple como la "corrección política" está manejando una atención puede que por debajo del estándar de los adolescentes que se identifican transgénero y no conformes con el género (TGNC). 

Pero Novella y Gorski no citan a nadie, ni explican con quién ha hablado, ni facilitan ninguna otra base para su punto de vista. Si confías en este par para que te den información veraz, este tipo de cosas debería inquietar demasiado: 

Steven Novella y David Gorski, dos doctores sin experiencia en medicina para la infancia trans: "Las entrevistas con quienes se dedican a la atención transgenerista indican que la adherencia a las rigurosas normas indicadas en los párrafos anteriores son la norma." 

Erica Anderson, dirige la USPATH: "Con regularidad me tropiezo con proveedores que ignoran las normas de atención de WPATH". 

Puesto que Novella y Gorski fingen que figuras como Edwards-Leeper y Anderson no existen, no tienen que tratar de reconciliar sus propias afirmaciones con lo que estos destacados expertos llevan diciendo durante años. Durante estas "incalculables entrevistas", Novella y Gorski ¿se toparon con alguna preocupación en este ámbito? ¿Consultaron con algún detrans? ¿Cómo se encontraron con una valoración tan uniformemente optimista del estado actual de la medicina para la infamia trans, cuando es un lugar de polémica tan indiscutible y estridente que personalidades de renombre han empezado a hacer constar sus inquietudes? 

En esta sección, Novella y Gorski además revelan, otra vez, su falta de familiaridad los documentos originales con sobre el que opinan con toda confianza. Justo después de citar los criterios del SOC de la WPATH para los bloqueadores de pubertad, escriben: "Estos patrones son para intervenciones del todo reversibles. Las intervenciones en parte reversibles, incluida la terapia hormonal cruzada, tienen criterios más estrictos de valoración y consentimiento informado". 

Dejando a un lado la cuestión de si la WPATH debería llamar a los bloqueadores de pubertad "del todo reversibles" — Esa es otra conversación — esta afirmación es falsa. La sección "Intervenciones en parte reversibles" del SOC de la WPATH viene justo después de la sección "Intervenciones del todo reversibles", y consta de un total de dos párrafos, con muchos menos detalles que lo que le precede: 

Intervenciones en parte reversibles

Los adolescentes pueden ser aptos para iniciar una terapia hormonal de feminización / masculinización, preferible con el consentimiento paterno. En muchos países, los adolescentes de 16 años legalmente son adultos para la toma de decisiones médicas y no requieren el consentimiento paterno. Lo idóneo es que las decisiones sobre el tratamiento se tomen entre el adolescente, la familia y el equipo de tratamiento. 

Los regímenes para la terapia hormonal en adolescentes con disforia de género difieren muchísimo de los utilizados en adultos (Hembree y otros, 2009). Los regímenes hormonales para la infancia se adaptan para apreciar el desarrollo físico, emocional y mental que se origina a lo largo de la adolescencia (Hembree et al., 2009). 

Así es. Eso es todo lo que el SOC 7 de la WPATH tiene que decir sobre la gestión de hormonas a los adolescentes, con omisión de algunas guías generales sobre el apoyo a la salud mental de los jóvenes TGNC (transgénero y de género no conforme) que se encuentran en otras partes y que igualmente afecta a otras intervenciones. Hay una sección más larga sobre las hormonas para adultos más adelante en el documento, pero esa sección no está diseñada para prestar orientación para adolescentes — en la página 34 se enumera uno de los criterios para la prescripción de hormonas como "la mayoría de edad en un país determinado (si es más joven, siga el SOC definido en la sección VI)", siendo la "sección VI" la sección infantil a la que Novella y Gorski hacen referencia. La sección sobre los bloqueadores es mucho más larga, si bien sigue siendo lo suficiente corta — todo lo que hace falta para saberlo es leer el documento. 

 Aquí hay una comparación visual de la sección anterior frente a esta última:

Versus:

Todos estos errores apuntan en la misma dirección. "Eh, la sección del SOC de la WPATH sobre las hormonas infantiles sólo tiene dos párrafos y ni siquiera enumera los criterios manifiestos" es el tipo de exploración que podría hacer que un lector se planteara ciertas preguntas sobre el estado de la medicina para la infancia trans, especialmente dadas las otras preocupaciones evidenciables a las que llegaremos. Novella y Gorski no pueden permitir eso —ellos parecen estar comprometidos con presentar esta área de investigación y práctica sanitaria con una actitud positiva — así que engañan a los lectores que esta sección consiste en "criterios más estrictos para la evaluación y el consentimiento informado" que la sección sobre bloqueadores de pubertad, si bien un repaso de 20 segundos de las páginas 18-20 de los Estándares de Atención muestra en el acto lo contrario.  

 

3) Novella y Gorski malinterpretan la naturaleza del debate sobre el desistimiento y trasladan a sus lectores una gran monto de desinformación y un suspicacia injusta sobre la retórica del desistimiento. 

Al querer refutar la afirmación de Hall de que la mayoría de los críos con disforia de género la superarán sin ninguna intervención, es decir, que ‘desistirán‘— Novella y Gorski escriben: 

El hecho de que los niños puedan alterar su identidad a medida que van madurando se basa en investigaciones terriblemente deficientes, estudios con métodos tan fatídicamente deficientes que los resultados no pueden ser fehaciente, y mucho menos citados como hechos. Pero incluso si esta estadística fuera fiable, es menos relevante para la discusión. Como se indicó con anterioridad, no hay intervenciones médicas para este grupo de infantes. Las intervenciones médicas de afirmación del género se reservan para los adolescentes y mayores. Los datos en adolescentes son muy diferentes. Si bien es cierto que se ansían más datos, las estadísticas que tenemos indican que casi todos los adolescentes que se identifican como transgénero mantienen esa identidad de adultos. 

De nuevo, Novella y Gorski están extendiendo una perorata habitual de los activistas: no es que la investigación sobre el desistimiento tenga algunas preguntas o agujeros (que en efecto los tiene), o que citan con frecuencia de que el 80% de los niños con DG desisten pueda ser demasiado alta (quizá lo sea y yo he dejado de usarla — Hall dice 70%, para que conste), pero que este corpus de investigación es tan malo y está tan irrelevante que deberíamos rechazarlo por insignificante — "los resultados no son de fiar", y punto. 

 La investigación del desistimiento, o al menos el subconjunto de la misma que deberíamos favorecer por encima de estudios más antiguos y con muestras más pequeñas, procede de la aludida clínica de género infantil holandesa y de otra canadiense. (Mi primer artículo verdaderamente polémico sobre la DG infantil surgió de mi investigación sobre las falsas y exageradas acusaciones como falta a la ética que acarrearon al cierre de la clínica canadiense — un acuerdo posterior confirmó que el hospital supervisor responsable del cierre había actuado con negligencia). Ambas clínicas desaconsejaban la transición social temprana, y una y otra hallaron que el desistimiento era bastante común. La idea de que esta investigación era tan tremendamente deficiente como para ofrecer pruebas significativas arranca de la afirmación de que los médicos holandeses y canadienses identificaron sin querer como disfóricos a niños que en realidad sólo eran no conformes de género (o sea, un niño que está básicamente bien siendo un niño, pero que le gusta vestirse de princesa, dejarse el pelo largo, etcétera), debido a esos criterios mediocres del DSM-IV y a otros problemas debido a cómo estos médicos trabajaban. 

La idea es que si se identifica sin querer a un niño con disforia de género a la edad de 8 años y luego se descubre a los 18 años que se identifica como hombre, no es un ejemplo de verdadera desistencia ya que, de hecho, en primer lugar, nunca tuvo disforia de género. 

Ves que esta afirmación sucede con frecuencia. En un artículo desgraciadamente influyente que escribió para el Huffington Post titulado "El fin del mito de desistimiento (The End of the Desistance Myth)", el transactivista Brynn Tannehill escribió que algunas de las indagaciones holandesas "no diferenciaban en realidad entre los niños con disforia de género resistente, persistente e insistente, los niños que hacían la transición socialmente y los niños que solo actuaban más masculinos o femeninos de lo que su sexo y su cultura admitían. En otras palabras, trataba la no conformidad de género igual que la disforia de género". En un artículo de ThinkProgress (PiensaEnProgreso) que se refería de forma más bien histérica a los datos de desistimiento como "La perniciosa pseudociencia que acecha a los niños trans", el periodista Zack Ford hacía afirmaciones similares (con todo, los autores no siempre eligen sus titulares). 

Numerosos activistas y periodistas lo tratan al día de hoy como una Verdad en un grave problema, pero en realidad no debería ser así. Es posible que, a causa de que los criterios del DSM-IV son ligeramente más flojos que los del DSM-5, estas dos clínicas hayan diagnosticado por error a niños solo no conformes con el género como DG. Es cierto que esto podría haber ocurrido en los márgenes. Pero la idea de que, en esencia, los médicos holandeses y canadienses no entendían la diferencia entre la simple no conformidad de género y la disforia de género — que eran tan malos en esto que tenemos que tirar a la basura toda su investigación y pretender que no hay evidencia para el desistimiento, que "no es de fiar" en este corpus de trabajo— de veras no tiene sentido en varios niveles. 

Ya he explicado el porqué largo y tendido y no voy a reescribir ese post, pero la versión corta es que puedes simplemente leer la investigación que los médicos holandeses y canadienses han publicado y ver que utilizaron herramientas que fueron diseñadas para detectar esta exacta delimitación — tanto los criterios del DSM-IV (con su advertencia de que pueda tener un diagnóstico equivocado) y otras escalas psicológicas. El diagnóstico de la disforia de género en la infancia se hace por regla general sobre la base de comportamiento estereotipado "entre géneros", el cual está asociado con la disforia de género pero no es en sí en sí mismo, evidencia suficiente para merecer un diagnóstico, pero también criterios capaz de ponderar la presencia de un sentido profundamente arraigado de discordancia de identidad. 

Este instrumento, por ejemplo, que antes también incluí en el post enlazado, fue utilizado por estos médicos y con claridad pregunta a los niños no sólo sobre el comportamiento no conforme de género, sino además algunas de los otros rasgos más viscerales de la disforia de género.

Si un niño cree que en verdad una niña y/o que va a crecer para ser una "mamá" y/o que cuando estaba en el "vientre de su mamá" en cierto sentido debía ser una niña, entonces, claro está, lo que pasa es diferente de la mera inconformidad de género. Nadie que haya leído detenidamente esta investigación podría salir diciendo que los médicos que fueron tan chapuceros que no comprendieron esta distinción capital. Con más detenimiento, si se conoce la filosofía general de estas clínicas, esta acusación tiene aún menos sentido. Ambas adoptaron un enfoque que era en esencia. Creemos que la mayoría de los niños desistirán, pero que los bloqueadores y las hormonas podrían ser buenas opciones para los que no. Lo que sea que se piense de esto, ¡los médicos que seguían este protocolo intentaron descubrir quién desistiría y quién no! 

Centrándonos en la clínica holandesa, imagínate que esta afirmación fuera cierta — que los médicos pioneros en el protocolo de bloqueadores de la pubertad para la infancia trans no podían diferenciar a los "niños amanerados" de los transfemeninos (“girly boys” from genuine trans girls) — Esto supondría un enorme escándalo: significaría que los holandeses se basaron en criterios de diagnóstico que no valen nada para dar a muchos pacientes a medicamentos fuertes — medicamentos que la mayoría de estos pacientes siguen tomando hoy día, a menudo como adultos jóvenes. Por extraño que parezca, los críticos que afirman con determinación que la clínica holandesa tuvo problemas para distinguir a los niños no conformes con el género de los que se autoidentifican transgénero no parecen muy preocupados por esto; más bien, su preocupación de limita a "desacreditar" la bibliografía del desistimiento. 

Intenté plantear este punto a Novella y Gorski, pero me ignoraron. El mes pasado, cuando vi que habían retractado de la reseña de Hall y decidí que quería escribir sobre esto, les envié algunas preguntas. Como parte de su justificación para la rectificación, Novella respondió: "Shrier también promueve la idea de la 'disforia de género de inicio rápido' — que los niños a veces de repente se identifican como transgenero. Decir que esta noción es débil sería un eufemismo. A decir verdad, es uno de los principales pilares de su relato, y es, casi con toda probabilidad, falso. Para reforzar esta idea, cita datos, como la de que el 70% de los niños que se identifican como transgénero después cambia de opinión. Múltiples especialistas han señalado que esto se debió al cambio de diagnóstico del DSMIV al DSMV, y a que Shrier confundió el trastorno de identidad de género con la disforia de género". 

En mi respuesta a Novella y Gorski, pregunté cómo se habían elegido estos "especialistas" y si, al argumentar que el ROGD es "casi con toda probabilidad falso", Novella estaba diciendo que el fenómeno nunca ocurre, o que tan sólo es un suceso excepcional y marginal que deberíamos ignorarlo. También adjunté los criterios del DSM-IV y escribí: "¿Usted cree que es el caso de que estos criterios que eligieron a muchos niños que no tenían disforia de género, sino sólo no conformes de género? Si esto es una crítica válida a los criterios del DSM-IV, ¿no plantea esto la posibilidad de que los médicos holandeses, responsables de gran parte de la investigación sobre el desistimiento, por negligencia hayan llevado a muchos niños a medicación irreversible, dado que según este argumento, se basaban en criterios que simplemente se selecciona a niños no conformes con el género, en lugar de a los verdaderamente disfóricos?". No recibí una respuesta a esas preguntas de seguimiento, que está muy bien — Novella y Gorski no tienen la obligación de de responder a mis peticiones. Pero luego, como una semana y media más tarde, publicaron su artículo, que, en mi opinión, malinterpretan las cosas. 

Ellos también parecen estar confundidos respecto a la cuestión de en qué punto del desarrollo de un niño los médicos tienen la certeza de que su disforia de género no va a desistir. Señalan que "las estadísticas que tenemos indican que casi todos los adolescentes que se identifican como transgénero mantienen esa identidad de adultos". Esta conclusión precede sobre todo de la clínica holandesa: "A diferencia de lo que ocurre en los niños, la disforia de género raras veces cambia o desiste en los adolescentes con disforia de género desde la infancia y que siguen manteniéndola después de la pubertad", indicaron algunos de esos médicos en 2012, citando tanto su investigación como la de sus colegas canadienses. 

Eso último — "con disforia de género desde la infancia y que siguen manteniéndola después de la pubertad"— es crucial. Las pruebas que tenemos sobre este tema no provienen de adolescentes que de repente se autoidentificaron como transgénero en la adolescencia, sino de aquellos que padecieron disforia de género una temporada. Esa es la población a quienes los médicos se sienten más a gusto diciéndole: "Es más probable que este menor se identifique como transgénero a largo plazo". 

Así que cuando describe sus preocupaciones, Hall se refiere a los chicos que se autodeclaran transgénero en la adolescencia y no parecen tener disforia de género en la infancia — son el centro de la conversación actual sobre la ROGD. Para este grupo, creo que el número de estudios que supervisan cuántos siguen padeciendo disforia de género y/o se identifican como transgénero incluso a medio plazo es... cero. 

De nuevo, no sólo son los reaccionarios azarosos de Internet los que plantean esta preocupación sobre los niños con DG, según parece, de aparición tardía. Para repetir algunas citas de más arriba, Annelou de Vries, de la clínica holandesa, escribió hace poco en Pediatrics sobre una "nueva vía de desarrollo... que implica a historiales de jóvenes que se identifican transgénero post–adolescente y en la adolescencia". Y dijo que 'Ello plantea la cuestión de si los resultados positivos de las intervención médica temprana también se aplica a los adolescentes que en fechas más recientes de presentan en una cantidad demoledora para la atención transgénero, incluidos los que vienen a una edad mayor, puede que sin un historial en la infancia de [disforia de género]'. 

Entonces cuando Novella y Gorski escriben que "las estadísticas que tenemos indican que casi todos los adolescentes que se identifican como transgénero mantienen esa identidad de adultos" y que, en consecuencia, las preocupaciones de Hall , apuntan en la dirección equivocada, es, en este contexto, una distorsión muy básica, porque simplemente no se aplica a la población que Hall está discutiendo. Hall dice algo así como "Deberíamos preocuparnos por los niños que de repente se identifican transgénero cuando son adolescentes, dado que no sabemos mucho acerca de sus trayectorias a largo plazo," y Novella y Gorski responden diciendo algo así como "¿A qué se refiere? Los adolescentes que se autoidentifican transgénero en la infancia tienden a seguir siéndolo". Su respuesta es una incongruencia. Una aportada con toda confianza. 

En la actualidad, el SOC de la WPATH contiene un texto explicando que "muchos adolescentes y adultos que presentan disforia de género no informan de historiales de comportamientos de no conforme de género de su infancia. Así pues, le sorprenderá a otros (padres, familiares, amigos y miembros de la comunidad) cuando la disforia de género infantil resulta evidente en la adolescencia [citas eliminadas]". Aún así, hacia 2012, cuando se publicó ese documento, esto no fue de ninguna manera un fenómeno totalmente desconocido. Y como he escrito alguna vez, creo que puede ser un error devastador para los padres creer que sólo porque sus hijos adolescentes parecieron desarrollar DG 'de repente', ya no son "realmente transgénero". La situación a menudo puede ser más complicada que eso, y sin lugar a dudas hay casos de niños que confunden o reprimen intensos sentimientos de disforia de género. 

Pero el caso es que todos los datos (limitados) que tenemos para intentar correlacionar la edad de inicio de la disforia de género con la probabilidad de que persista provienen de muestras de lo que fueron desde el principio niños con disforia de género. Confundir "adolescentes autoidentificados transgénero con disforia de género desde la infancia" con "adolescentes autoidentificados transgénero hace poco a pesar de una aparente ausencia de DG en su infancia" es un error que sólo se puede cometer si se desconocen por completo las líneas maestras de este debate — o si se induce a engaño. Novella y Gorski deben corregir esto, ya que si me equivoco y el número real de estudios sobre las trayectorias de los adolescentes con DG de aparición tardía no es cero, es semejante (si creo que es cero). Ellos están lanzando fealdad científica vía Medicina Basada En La Ciencia — diciéndolo a conciencia, la afirmación "las estadísticas que tenemos indican que casi todos los adolescentes que se identifican como transgénero mantienen esa identidad de adultos" es falsa a menos que incluya un modificador sobre la DG de inicio temprano. 

Para plantear puntualizaciones sobre la ausencia de de normas homogéneas en todo este artículo de SBM, no puedo evitar la tentación de plantear los recursos en este párrafo: 

De este modo, el hecho de que los niños puedan alterar su identidad a medida que van madurando se basa en investigaciones terriblemente deficientes, estudios con métodos tan fatídicamente deficientes que los resultados no pueden ser fehaciente, y mucho menos citados como hechos. [← esta conclusión procede ante todo de la clínica holandesa] Pero incluso si esta estadística fuera fiable, es menos relevante para la discusión. Como se indicó con anterioridad, no hay intervenciones médicas para este grupo de infantes. Las intervenciones médicas de afirmación del género se reservan para los adolescentes y mayores. Los datos en adolescentes son muy diferentes. Si bien es cierto que se ansían más datos, las estadísticas que tenemos indican que casi todos los adolescentes que se identifican como transgénero mantienen esa identidad de adultos. [← esta conclusión procede ante todo de la clínica holandesa] 

Una vez más, la Demostración Schrödinger: Cuando los holandeses descubren que la mayoría de los chicos desisten, sus "métodos son tan poco fiables que no se puede confiar en los resultados". Cuando los holandeses descubren que los adolescentes que se identifican transgénero tienden a seguir siéndolo, no exponen tales escrúpulos. Demandas aisladas para el rigor, en verdad.  

 

4) Novella y Gorski malinterpretan la preocupación de Hall acerca del arrepentimiento. 

Después de presentar esta legión de juventud transgénero de aparición tardía en su reseña del libro, Hall escribe: "Estamos empezando a ver objetores (los que dejan de identificarse como transgénero) y detrans (los que se sometieron a procedimientos médicos, se arrepintieron e quisieron revertir). No se dispone de estadísticas cuán a menudo esto ocurre”. 

La noción del desistimiento es muy anterior a la actual plática sobre la ROGD, por lo que resulta un poco confuso que Hall escriba que "estamos empezando a ver objetores”. Pero está claro, en el contexto, que está diciendo que nos faltan estadísticas sobre el arrepentimiento y el desistimiento/ detransición de los jóvenes con DG de aparición tardía que transicionan. Pero Novella y Gorski responden como si hubiera afirmado que "no tenemos estadísticas" sobre cuestiones más amplias de los resultados para los adultos autoidentificados transgéneros. Ellos expresan: 

Esto es falaz. En primer lugar, no es cierto que no tengamos estadísticas. Pero, aparte de que fuera cierto, ¿cómo podríamos saber que la incidencia [del arrepentimiento] aumenta? Sus dos afirmaciones, que parecen proceder del libro de la Sra. Shrier, se contradicen. Resulta que uno y otro son erróneos. Un meta-análisis de 2021 sobre el arrepentimiento tras de la cirugía de afirmación de género, combinando 27 estudios y 7.928 pacientes que se identifican transgénero, halló que la incidencia global era del 1%. 

Una encuesta de 2018 a especialistas sobre sus propias estadísticas de pacientes encontró que de 22.725 pacientes que se sometieron a GAS (cirugía de afirmación) a posteriori sólo 62 señalaron su arrepentimiento, y de estos sólo 22 dijeron que era debido a un cambio en su identidad de género. El resto mencionó razones como conflictos familiares o insatisfacción con el resultado de la cirugía. 

Otras revisiones también hallan tasas de arrepentimiento considerablemente bajas, entre el 0,3% y el 3,8%. Además, en todo caso, la tasa de arrepentimiento disminuye con el tiempo a medida que mejoran el apoyo social y los procedimientos quirúrgicos. 

Pero ninguno de estos estudios procede del actual contexto estadounidense, y no creo que alguno de ellos tenga que ver con los jóvenes con DG de aparición tardía. Más bien, parecen desprenderse casi en su totalidad de investigaciones realizadas en adultos que hicieron la transición física hace mucho tiempo, y cuando se trata de la medicina trans, incluso una década es toda la vida — los bloqueadores de pubertad recién aterrizaron a la escena de la atención médica trans en EEUU en 2007. Durante la mayor parte del período de vigencia en que ha existido la medicina trans tradicional, el acceso a las intervenciones físicas ha estado mucho más intervenido que en este momento, pues de otro modo podía haber el riesgo de comparar cosas no comparables como las manzanas a las naranjas. Con mayor control, podría ser que sólo los más disfóricos — o las más adinerados, o mejores conectados con la atención sanitaria, o lo que sea — lograran estos procedimientos con éxito, lo que sin lugar a dudas podría afectar a las tasas de arrepentimiento. 

Por ejemplo, uno de los estudios incluidos en el meta-análisis de 2021 examinó los resultados de 66 pacientes alemanes varones que se sometieron a cirugía de la parte inferior entre 1995 y 2000, y fue publicado en 2001. A pie enjuto Novella y Gorski son conscientes de que 1) el debate actual es en esencia en relación a los bloqueadores de pubertad y las hormonas para adolescentes estadounidenses, no para los adultos; y 2) si bien es una buena noticia para todos los involucrados que el 90% de los hombres que se autodeclaran mujeres que respondieron a un cuestionario de seguimiento a largo plazo estaban satisfechos con sus cirugías llevadas a cabo en Alemania en los 90, esto no nos dice casi nada sobre lo que nuestras propias prácticas deben ser con respecto a los chavales TGNC en 2021, en un ambiente médico y sociocultural enteramente distinto. 

Eso incluso dejando de lado las cuestiones metodológicas que a ciencia cierta inspirarían cierta suspicacia en Novella y Gorski si los estudios en cuestión se presentaran como evidencia contra sus hipótesis favoritas. Como se acordarán, la filosofía de SBM, de forma perspicaz, no toma los estudios al pie de la letra, sino tantea sus métodos. Algunos de los métodos de los papers que están promocionando dejan mucho que desear. La encuesta a los cirujanos, por ejemplo, no es más que un extracto de una convención anual de cirujanos plásticos y no un paper revisado por pares. Para ello, "Se pidió a los cirujanos que seleccionaran un rango que representara el número de pacientes autodeclarados transgénero que habían tratado quirúrgicamente, y esto ascendió a un número total de alrededor de 22.725 pacientes tratados de la cohorte". Así que es un número muy aproximado, en el mejor de los casos, extractado de los autoinformes de un grupo cuyos miembros que piensan que hacen un buen trabajo Y, como te dirán los que han detransicionado, a menudo no vuelven a los médicos que consideran que les brindaron una atención deficiente. Cualquier estudio sobre el arrepentimiento que no intente dar con los pacientes que no están en contacto con sus médicos se arriesga a la subestimación (sin embargo, en honor a la verdad, contactar con estos pacientes sin seguimiento una tarea difícil de llevar a cabo para los investigadores). 

No digo que no debamos aprovechar nada de estos estudios. Una vez más, si las tasas de arrepentimiento de las cirugías de afirmación de género son bajas, eso es bueno, y no estoy enterado de de ninguna investigación que sugiera que son altas, si bien me pregunto cuántos artículos tienen en cuenta como corresponde a los pacientes perdidos durante el seguimiento (no obstante, no es un área que haya explorado a conciencia). Pero estoy haciendo una observación muy de nivel 101 al señalar que la existencia de estos estudios nos dice bastante poco a lo tocante de si debemos apreciar las preocupaciones de Hall y Shrier. Otra vez, Novella y Gorski están respondiendo a una pregunta distinta a la que se planteó.  

 

5) Novella y Gorski tildan de "mala ciencia" el estudio de Lisa Littman sobre la disforia de género de inicio rápida, sin explicar por qué ni incurrir en la propia defensa bastante creíble que hace Littman de su trabajo, y apelan a cierta metodológica les permita tomar la mejor parte para dejar de lado las demás.  

El único estudio que tenemos sobre ROGD fue publicado en PLOS One por Littman en 2018, y lanzaron continuos ataques por parte de activistas y periodistas contrarios a la idea de que algunos niños se autodeterminan transgénero a causa de la influencia de sus compañeros o de la cultura. La presión llevó a la Universidad de Brown a retractarse de su comunicado de prensa promocionando el estudio, y para que PLOS One tomara la inusual decisión de publicar correcciones editoriales de un estudio que, según la propia revista, no tenía errores fácticos: https://twitter.com/jessesingal/status/1108133312281878528?s=20&t=6cNJdB4Buz0TGUc346QuMg 

La mayor parte de las críticas se debió al hecho de que Littman entrevistó a padres que recelaban que sus hijos fueran transgénero, y sólo incluyó las respuestas de los padres en lugar de requerir de igual forma las de sus hijos. Pero Littman no pretendía sentar cátedra sobre la ROGD, sino tan sólo publicar un paper germinal sobre la posible existencia del fenómeno y con lo que se topó cuando preguntó a algunos padres sobre el mismo. Para este tipo de exploración preliminar, creo que lo que hizo no se consideraría digamos inusual o tirante en un marco político no congestionado. 

 Esto es lo que dicen Novella y Gorski sobre el trabajo de Littman: 

Para reforzar la hipótesis del "contagio social", la Dra. Hall cita la polémica sobre la "disforia de género de inicio rápido (ROGD)". Esta idea se propuso en 2016, basándose en un único estudio que incluso Dra. Hall se muestra de acuerdo que ha habido mala ciencia. Más tarde la revista publicó una "corrección" que máxime añadió una discusión propiamente dicha sobre la naturaleza preliminar del estudio. En este punto no es válido citar el ROGD para afianzar la hipótesis del contagio social, ni tampoco es válido sugerir que en este momento hay carga probatoria para descartarla, o en cierta medida debería informar la práctica médica. Se trata de una hipótesis débil basándose en ciencia de pacotilla; no debería afectar a la práctica médica más de lo que similar estudios de calidad deberían repercutir el programa de vacunación. 

Si haces clic en el link, te darás cuenta que no registra al paper de Littman, sino a una crítica de este. Como regla general para el pensamiento crítico online, buena idea que eches un ojo a: si alguien no quiere que leas el artículo que se critica, sino que salta directamente a las críticas del mismo, puede haber fullería (aquí tienes). 

¿En qué sentido el paper de Littman era "mala" ciencia o "de pacotilla "? ¿Por qué debemos descartarlo con tanto tesón, poniéndolo en la misma cesta que el negacionismo de vacunas, incluso cuando sin duda aceptamos papers más débiles haciendo afirmaciones más fuertes (que en mayor medida están por aparecer) que apoyan la hipótesis de Novella y Gorski ¿de que aquí no hay nada que ver? No lo dicen. Pero como escribió Littman en un paper de seguimiento en la revista Archivos de Comportamiento Sexual (Archives of Sexual Behavior), publicado en 2020, hizo las mismas medulares elecciones metodológicas de la investigación que a menudo mencionan aprobándolo por quienes critican su trabajo. A ninguno de los críticos de Littman, por ejemplo, pareció importarle que algunas de las investigaciones tomadas para apoyar las guías de "afirmación de género" para los adolescentes TGNC procedan de informes de padres que opinan con determinación que sus hijos son transgénero. Desde el punto de vista científico, no tiene sentido decir que ciertos métodos de investigación están prohibidos para los papers que señalan un camino pero no otro, en especial en una situación como esta en la en que hay una verdadera incertidumbre y debate sobre las trayectorias a largo plazo de los niños y adolescentes con disforia de género. 

Puesto que, como es el caso a lo largo de este artículo, Novella y Gorski son tan vagos en sus críticas, es difícil saber con exactitud qué dicen sobre el trabajo de Littman o cómo responderle. Pero asumiendo que aceptan como válida la crítica más frecuente a este paper — que Littman buscó a los padres en vez de a los niños — es de destacar que tres párrafos antes de declarar su investigación como inútil, Novella y Gorski mencionan ratificándola esa encuesta de cirujanos. Si la norma es que hay que entrevistarse con el individuo y no se puede extraer ningún dato útil de alguien que hable de ese individuo, ¿cómo puede ser que esta regla se aplique para la díada padre/hijo pero no a cirujano/paciente? De nueva cuenta, parece que los patrones en los que se basan Novella y Gorski para juzgar la investigación no son fijos, sino más bien giran alocadamente sobre la base de lo que se afirma. 

De cualquier manera: a este tenor, se trata un caso de buena fe que la campaña contra la investigación de Littman fue, pues bien, de mala fe. Medicina Basada En La Ciencia no tenías por qué (de nuevo) tan sólo recitar los argumentos activistas de antemano pactados. Por supuesto, Novella y Gorski tampoco tenían la obligación de estar de acuerdo con las conclusiones de Littman ni de promocionar la aguda genialidad de su investigación. Pero si hubieran estado actuando como comunicadores científicos serios en lugar de activistas, podrían, por ejemplo, sencillamente haber señalado que algunas de las críticas a la metodología de Littman de igual forma se aplican a otras investigaciones que no parecen haber atraído ninguna ira. Así es como una versión más científica y menos atrapada ideológicamente habría parecido de este artículo de Medicina Basada En La Ciencia. 

 

6) Novella y Gorski informan falsamente el resultado de un estudio e ignoran los puntos débiles de otro. 

Como hemos visto, para debatir la afirmación de Hall de que, como lo recapitulan, "las intervenciones [médicas] de afirmación de género son peligrosas o perjudiciales" para los adolescentes, Novella y Gorski mencionan un número considerable de estudios sobre los resultados de la transición de adultos que no tratan de primera mano esta cuestión, por las razones que presenté en la introducción de este artículo. 

Creo que el único punto de su artículo en el que citan la investigación de resultados médicos específicos de los adolescentes que se autoidentifican transgénero es cuando escriben: 

Un estudio de 2020 sobre terapia hormonal en adolescentes que se autoidentifican transgénero halló que disminuyó las ideas suicidas y mejoró la calidad de vida: 

[Esto es del resumen de ese estudio:] Este es el primer estudio en el cual se examinan las asociaciones entre el acceso a la supresión de la pubertad y el suicidio. Hay una asociación inversa reveladora entre el tratamiento con supresión de la pubertad durante la adolescencia y tener ideas suicidas de por vida entre los adultos que se identifican transgénero que alguna vez quisieron este tratamiento. Estos resultados se ajustan con la bibliografía anterior, lo que sugiere que la supresión de la pubertad para los adolescentes autoidentificados transgénero que desean este tratamiento se asocia con resultados favorables de salud mental. 

La primera afirmación, que el estudio de 2020 encontró que la terapia hormonal "disminuyó las ideas suicidas y mejoró la calidad de vida", es una grave tergiversación de las averiguaciones de ese estudio. Y la afirmación sobre suicidio, en particular, debería ser absolutamente corregida dado que los autores del estudio la contradicen sin ambages, y dada la importancia del tema en cuestión. 

Para ese estudio, los autores observaron una cohorte de adolescentes y jóvenes adultos que habían tomado bloqueadores de pubertad y/u hormonas y utilizaron varios instrumentos para rastrear su depresión, tendencias suicidas y calidad de vida en un lapsus tres oleadas — en la situación inicial, cerca de 6 meses más tarde, y unos 12 a continuación. Aquí está la sección de Resultados de su extracto: 

Entre 2013 y 2018, 50 participantes (edad media 16,2 + 2,2 años) que no habían recibido intervención endocrina completaron 3 oleadas de cuestionarios. Las puntuaciones medias de depresión y las ideas suicidas disminuyeron con el tiempo. Al controlar la medicación psiquiátrica y la participación en el asesoramiento, el análisis de regresión sugirió mejoramiento con la intervención endocrina. Esto logró relevancia en los participantes de hombre a mujer. 

"Sugirió mejoramiento " ya es un lenguaje bastante peliagudo, y "logró relevancia en los participantes de hombre a mujer" nos dice que los resultados no consiguieron la importancia en los participantes de mujer a hombre. Así que ya tenemos algunos indicios de que los resultados son bastante dudosos. Así es, si se lee la propia sinopsis y no el resumen de SBM. 

Por extraño que parezca, Novella y Gorski toman estas afirmaciones, redactadas por los investigadores de manera no causal ("mejoró con el tiempo") o tibiamente causal ("sugirió un mejoramiento"), y las transforman, por medio de sus frases poliritmicas en una averiguación más firme y enérgicamente causal: "la terapia hormonal en adolescentes autoidentificados transgénero... disminuyó las ideas suicidas y mejoró la calidad de vida". Tomar una relación que puede o no ser causal y presentarla sin medias tintas como causal es con exactitud el tipo de comunicación científica tramposa que Medicina Basada En La Ciencia se supone que debe criticar, no divulgar. (Este es un tema tan común y básico que no sorprende que la palabra "causal" y sus variantes aparezcan constantemente en la website). 

Entonces sí, "las puntuaciones medias de depresión y las ideas suicidas disminuyeron con el tiempo" en los participantes del estudio, pero cuando se hurga en los resultados puede que no haya mucho ahí. Por un lado, no todo ese descenso estadístico fue significativo. Por el otro, en los modelos estadísticos en los que los autores controlaron el compromiso de los pacientes con el asesoramiento y la medicina psiquiátrica, ninguno de los resultados, al parecer, positivos alcanzó la barra de p < 0,05 para la relevancia estadística en el caso de mujer a hombre, y sólo uno lo hizo (y tres casi lo hicieron), en el caso de hombre a mujer.

Asimismo, el paper parece ofrecer, en el mejor de los casos, pruebas marginales de que el acceso a los bloqueadores de pubertad y/o a las hormonas se asoció con mejores resultados para los de hombre a mujer, y, de hecho, ninguna prueba de que ayudara de mujer a hombre. Es más, se trataba de un estudio de observación y no de un experimento del todo controlado, si bien, sea lo que sea, en el fondo no hay ninguno de estos últimos en lo relativo a investigaciones sobres bloqueadores y hormonas. Debido a la sobrevaloración en que Novella y Gorski resumen los hallazgos, los lectores de SBM que no hagan clic y lean el paper saldrán con una interpretación más bien inflada de sus resultados. 

En cuanto al suicidio, los autores de este paper son muy abiertos sobre el hecho de que ni siquiera tenían los datos que necesitaban para estudiar esa cuestión con gran rigurosidad:"Los modelos de regresión para los pensamientos suicidas no fueron estimables debido a la baja frecuencia de aprobación y al reducido tamaño de las celdas a lo largo del género".En efecto, sólo el 10% de la muestra total tenía pensamientos suicidas al inicio del estudio — una suma total de dos de los hombres y tres de las mujeres.

 

Técnicamente hablando, aquí desciende, ya que los números de hombres y mujeres suicidas disminuyeron en uno cada uno desde la Ola 1 a la Ola 3. Pero desde la perspectiva estadística, como cualquier competente estudiante de Estadísticas AP podría decirte, esto en verdad no significa algo. SBM en realidad debería corregir la afirmación de que este estudio mostró un vínculo estadístico significativo entre las intervenciones endocrinas y la disminución de ideación suicida, dado que ni siquiera los autores afirman eso. Sobre seguro que Novella y Gorski conocen la diferencia entre un aumento o disminución en bruto en alguna estadística y un resultado estadísticamente significativo Y tal vez, ya que estamos, conocen la diferencia entre una correlación estadísticamente significativa y una relación causal. No dan un salto, sino dos grandes brincos que, de nuevo, no serían aceptados en un curso de estadística de secundaria. 

 Para ser justos, cuando se trata de la falta generalizada de resultados estadísticamente significativos de este estudio en las medidas de depresión y calidad de vida, esto podría ser, como señalan los autores, un problema del tamaño de la muestra, y señalan que "los tamaños del efecto... los valores eran de notable envergadura en muchos modelos". Dejaré que los técnicos en estadística más capaces pleiteen la calidad de este estudio. Pero la idea es, imagínate que una investigadora publica un estudio observacional que, según ella, revelara que el acceso a los bloqueadores de pubertad y a hormonas estaba asociado a peores resultados de salud mental y de calidad de vida a la larga, pero en el que casi ninguno de los resultados fuera estadísticamente sustancial para un sexo y nada para el otro. ¿Existe alguna posibilidad de que Novella y Gorski acepten esto como una averiguación meritoria, que los aleje de su confianza en la eficacia de estas intervenciones? Por supuesto que no. Enseguida subrayarían los resultados, en su mayoría insignificantes, como motivo convincente para despreciar el estudio. 

Me temo que todo esto es un juego de que cada uno elija los puntos que más le gusta: los datos sobre el desistimiento son inútiles. El estudio de Littman no tiene valor. ¿Pero este estudio? Eso sí que es Medicina Basada En La Ciencia ™. Simplemente no pases más allá del resumen, y desde luego no leas ninguna de las tablas. 

¿Qué hay del "estudio de 2020 sobre los bloqueadores de pubertad y la ideación suicida" que parecía decir que el acceso a los primeros reducía los segundos? Es una averiguación aún más endeble. Pero, nuevamente, jamás lo sabrías leyendo el artículo de Novella y Gorski. 

Volviendo a mi artículo del Spectator: 

En este caldo de cultivo politizado, prosperan las afirmaciones cuestionables que apoyan las conclusiones políticas "correctas". Por ejemplo, el año pasado Pediatrics publicó un estudio en el que un equipo dirigido por Jack Turban — un tipo en psiquiatría que amontona numerosos éxitos en los medios de comunicación promoviendo la opinión de que la preocupación por la transición de los adolescentes se dramatiza — pretendía demostrar una relación entre el acceso a los bloqueadores y la reducción del riesgo de ideación suicida. Su paper está atestado de demoledores problemas metodológicos. 

Los investigadores tomaron los datos de la Encuesta Estadounidense Trans del 2015 (U.S. Transgender Survey; USTS), una gran muestra captada online, y se centraron en el subconjunto de encuestados que declararon haber querido alguna vez los bloqueadores de pubertad. Después, los investigadores intentaron correlacionar el acceso de este grupo a los bloqueadores con varios resultados. En los modelos controlados, el único resultado que fue estadísticamente revelador fue la tendencia suicida a lo largo de la vida: entre los encuestados que dijeron haber deseado alguna vez los bloqueadores, los que declararon haberlos recibido presentaron una menor tendencia suicida a lo largo de la vida que los que dijeron no haberlos recibido. Hete aquí la afirmación de que los bloqueadores reducen la ideación suicida. 

A no ser que, como señalaron el sociólogo de Oxford Michael Biggs y otros críticos, la causalidad pudiera ir de buen grado en sentido contrario: quizá los del grupo de mayor bendecía suicida eran más suicidas de jóvenes, y los médicos a los que fueron para conseguir bloqueadores siguieron las directrices que establecen que la medicación no debe administrarse si un niño tiene serios problemas de salud mental. El diseño del estudio no nos ofrece razonar para ver esto como una explicación menos probable. Si bien los autores mencionan concisamente la cuestión de la causalidad en el propio estudio, Turban concedió a la postre entrevistas y escribió una columna en el New York Times que la ignoró. (En la columna, en realidad tergiversó su propio estudio diciendo que había calculado la ideación suicida en la pubertad y no a lo largo de la vida, lo que respaldaría su explicación causal preferida). 

Sea como fuere, podría decirse que hay un problema mayor en el estudio, igualmente recalcado por Biggs: el 73% de los encuestados por la USTS que dijeron haber tomado bloqueadores informaron que los recibieron a los 18 años o más adelante. Puesto que los bloqueadores no suelen administrarse después de los 16 años, esto indica con claridad que los encuestados no sabían lo que son los bloqueadores — y que, como sugieren los propios autores de la encuesta, quizá los han confundido con las hormonas cruzadas. Para solucionar esto, Turban y sus colegas sólo descartaron los resultados de este 73%, pero dada la dimensión de la confusión, ¿por qué debería pensar alguien que no se aplicaba del mismo modo a los encuestados más jóvenes? 

En resumidas cuentas, no tenemos ni idea de cuántos de los encuestados que dijeron haber recibido bloqueadores de pubertad en efecto lo hicieron; a cabalidad podría argumentarse e que este estudio nos ofrece cero evidencias referente los beneficios de los bloqueadores para la salud mental. Y, con todo, el New York Times (repetidas veces, inclusive via columna de Turban), el Washington Post, Vox, Axios, CNN y amplia variedad medios extractaron el paper de manera muy propensa que pudiese inducir a errores o confundir a los lectores en cuanto a que las conclusiones del estudio emanan de una muestra clínica del mundo real. 

Como es lógico, Novella y Gorski — quienes, una vez más, descartan con entusiasmo no sólo estudios individuales, sino todo un cuerpo de evidencia como "fatalmente deficiente", "mala ciencia", "ciencia de pacotilla", y lo que quieras por el incumplimiento de los estándares que en buena medida ni definen con precisión, y que parecen parpadear dentro y fuera de la existencia dependiendo de la dirección en que sople el viento de un resultado dado— no mencionan nada de esto a sus lectores. 

Quiero detenerme un segundo para afrontar una potencial respuesta a algunas de mis cuestiones: ¿No estoy haciendo lo mismo de lo que acuso a Novella y Gorski? O sea, ¿estoy descartando los estudios que me parece que apunta en una dirección, y abrazando los que apuntan en otra? Después de todo, siempre puedes descubrir alguna deficiencia metodológica para dar la vara. 

Creo que esta sería una crítica justa si, entre otras cosas, yo estuviera argumentando que el estudio de Lisa Littman facilitara pruebas irrefutables de la existencia generalizada de la ROGD y nos ofreciera datos estadísticos útiles al respecto. Pero no estoy afirmando tal cosa y tampoco creo que lo haga. Asimismo, si afirmara que los holandeses no han contribuido a ninguna prueba que sugiera la eficacia de los bloqueadores de pubertad y las hormonas para los adolescentes con disforia de género, también sería una interpretación muy dudosa de los datos. Pero no digo eso: Lo que digo es que sus evidencias son limitadas y proceden de un contexto muy específico y con considerable Control. 

Aun así siempre estoy abierto a la posibilidad de estar predispuesto, así que agradecería cualquier feedback (retroalimentación) en este aspecto. Creo que el estudio de Turban y colaboradores es tan deficiente que su valor probatorio es cero. "No tenemos ni pajolera idea de cuántos de los niños que dijeron haber tomado este tratamiento lo recibieron" es una grave deficiencia en un estudio, en especial cuando se combina con la cuestión de la causalidad, que "los resultados de nuestra investigación se basaron en criterios de diagnóstico que a la postre han sido ajustado un poco". Pues que realmente no hay punto de comparación. 

 

7) Novella y Gorski concluyen su artículo con una profunda exageración de la evidencia disponible para la medicina de la infancia trans que está completamente desfasada con respecto a las revisiones de evidencia realizadas por las principales instituciones médicas en múltiples países han hallado, y no hacen ningún intento de explicar cómo llegaron a dicha conclusión diferente y más optimista. 

Esto es lo que dicen: 

El patrón de atención espera hasta que los niños estén en una edad en la que su identidad de género esté por regla general fijada, y entonces se introducen las fases de intervenciones de reversibles a irreversibles combinadas con sólidas evaluaciones psicológicas. Igualmente, el arrepentimiento de estas intervenciones sigue siendo muy raro, y no respalda la hipótesis del contagio social. 

En este momento, hay abundantes pruebas que respalda la conclusión de que los beneficios de las intervenciones de afirmación de género superan los riesgos; se requiere admitir la necesidad de una investigación más amplia y de alta calidad. Por ahora, el análisis de riesgo-beneficio debe hacerse caso a caso, ya que hay muchos factores a tener en cuenta. En la actualidad hay suficiente evidencia para hacer una evaluación razonable, y la evidencia además es clara en cuanto a que negar la atención de afirmación de género es quizá la opción más arriesgada. 

Antes de rematar su artículo, Novella y Gorski se desdicen de su propia desinformación: ¿Está la "identidad de género... por reja general fijada" cuando se trata de niños que comienzan a sentir disforia de género digamos a los 14 años? Nadie lo sabe, pero por otra parte: ¡detalles! ¿Es el arrepentimiento "muy raro" para los miembros de esta cohorte que hacen la transición médica, o para los adolescentes que hacen la transición médica en Estados Unidos en general? Tenemos, creo, ya sea cero o próximo a cero datos referente esta cuestión, pero de nuevo: ¡detalles! ¿Por qué comunicar una falta de certeza cuando se puede afirmar, como un hecho, que "arrepentirse de estas intervenciones sigue siendo muy raro"? Es la comunicación científica realmente irresponsable, En especial, para repetirme, dada la vulnerabilidad de la población en cuestión, la falta de evidencia a largo plazo y el objeto político de este acalorado debate. 

Lo más escandaloso es que Novella y Gorski afirmen casi al final de un artículo sobre medicina para la infancia trans que "hay abundantes pruebas que respalda la conclusión de que los beneficios de las intervenciones de afirmación de género superan los riesgos". 

Vuelvo por última vez a mi artículo del Spectator: 

Sea lo que sea que uno piense sobre estos diferentes enfoques, es un hecho que los datos generados por la clínica holandesa no pueden utilizarse para reforzar el caso de la transición médica de adolescentes que tiene lugar en circunstancias muy diferentes. Si los chicos toman bloqueadores y hormonas sin una buena salud mental y un proceso de evaluación escrupuloso, ¿disfrutan de los consistentes resultados observados por los holandeses? Nadie lo sabe — y casi nadie trata de averiguarlo. 

La falta de datos sobre los resultados de los adolescentes con disforia de género que realizan la transición física es una de las razones por las que ha habido un goteo constante de noticias, en general por Europa, reflejando el progresivo malestar por estos tratamientos. En el Reino Unido se ha producido una complicada y lenta polémica con en el proveedor de servicios de transición para adolescentes del Servicio Nacional de Salud, en la Clínica Tavistock de Londres. El personal de este servicio ha expresado su preocupación por la calidad de la atención; algunos afirman que los niños reciben bloqueadores y hormonas en un procedimiento acelerado, en parte debido a la presión activista. La denuncia de una chica detrans que insiste en que no se le valoró como es debido, y que se sometió a doble mastectomía de la que se arrepiente, culminaron en una Sentencia del Tribunal Superior que declara que es poco probable que los menores de 16 años dar su consentimiento de forma clara y relevante a los bloqueadores u hormonas, lo que hace mucho más difícil que este grupo acceda al tratamiento. Hay una apelación en curso; entremedias, un enrevesado proceso seguirá permitiendo a algunos adolescentes acceder a estos servicios con el permiso paterno. 

Esta primavera, Suecia prohibió la transición médica de los adolescentes en varias clínicas de género, incluida una del famoso Instituto Karolinska, excepto en estudios clínicos aprobados. Y en junio del año pasado, el consorcio que recomienda los métodos de tratamiento en el sistema sanitario público de Finlandia publicó unas directrices en las que se subrayaba la necesidad de una evaluación minuciosa antes de la administración de bloqueadores u hormonas — afirmando que los bloqueadores sólo pueden administrarse ‘caso por caso después de una escrupulosa consideración y exámenes de diagnóstico adecuados’. 

Estos pasos parecen reflejar una creciente concienciación de que las lagunas en la investigación sobre la transición médica de los adolescentes son demasiado grandes como para ignorarlas. Tres grandes revisiones de la bibliografía realizadas por organismos gubernamentales de Finlandia, Suecia y Reino Unido localizaron una alarmante falta de datos que respalden los tratamientos tempranos. La última, llevada a cabo por el Instituto Nacional para la Calidad de la Sanidad y de la Asistencia (National Institute for Health and Care Excellence - NICE) en Inglaterra, que localizó un total de cinco ‘estudios de observación sin control’ que sugerían resultados beneficiosos para los adolescentes disfóricos con tratamiento hormonal cruzado. [Esto en realidad es un pequeño error que voy a tener que corregir — estrictamente hablando, el NICE no está dentro de las competencias del Servicio Nacional de Salud]. Pero eran metodológicamente débiles, lo que llevó a los autores de la revisión a indicar: ‘Cualquier viable beneficio de las hormonas de afirmación del género deben sopesarse frente al perfil de seguridad a largo plazo, casi desconocidos, de estos tratamientos en niños y adolescentes con disforia de género'. Los investigadores se pronunciaron de igual forma sobre la solidez de los datos utilizados para los bloqueadores de pubertad, describiéndola como "muy baja". De modo alarmante, clasificaron un memorable estudio de 2011 holandés concerniente a los bloqueadores de la pubertad como 'alto riesgo de sesgo (mala calidad en general; falta de cegamiento y ausencia de un grupo control)'. 

En lo que respecta a las hormonas para los adolescentes con disforia de género, es bastante considerable comparar las evaluaciones de Steven Novella y David Gorski con las del NICE.  

Novella y Gorski: "Hay abundante evidencia que respalda la conclusión de que los beneficios de las intervenciones de afirmación del género superan los riesgos".  

NICE: "Cualquier viable beneficio de las hormonas de afirmación del género deben sopesarse frente al perfil de seguridad a largo plazo, casi desconocidos, de estos tratamientos en niños y adolescentes con disforia de género". 

¿Qué pruebas se están utilizando Novella y Gorski que el NICE pasó por alto? Deberían explicar esta considerable discrepancia. Y deberían corregir de forma clara su artículo cuando las correcciones estén justificadas, así como añadir numerosos puntos de elaborando o aclarando ciertos aspectos. Si no lo hacen, empeñarán aún más la credibilidad a largo plazo de su web de lo que ya lo han hecho. 

(Actualización: Corregido dos cuestiones en los que escribí "Gorski y Hall" en lugar de "Novella y Gorski" - gracias a los lectores que lo señalaron — y una metedura de pata de numeración que permite hasta dos (4) s.)

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