domingo, 21 de agosto de 2022

El transgenerismo es una histeria colectiva similar a la pseudociencia de los años 80.

3 de 3. https://thefederalist.com/2016/11/17/psychiatry-professor-transgenderism-mass-hysteria-similar-1980s-era-junk-science/ 

November 17, 2016. ‘Transgenderism’ Is Mass Hysteria Similar To 1980s-Era Junk Science. By: Richard B. Corradi. 

Si bien es espacioso, de igual forma interesante. A veces nos saltamos un matiz cultural propio del país, entonces queda cojo el andamio y el contenido de la cultura supera a los propios actores. Este artículo lo escribió en 2016, estamos a mediados del 2022. Lo clava, excepto, desde mi parecer, en cuanto no considera del todo como eje de opresión el sexo aunque sí incluye las creencias religiosas como bloque político. 

Primero, un paseíto para que se deduzca bien y apartemos la idea aquella de que "los EEUU es como la ensalada mixta que representa el concepto del pluralismo cultural".

La Primera Enmienda, en lo que se llama la Cláusula de Establecimiento, garantiza la separación de la religión del estado y mediante la Cláusula de Libre Ejercicio le prohíbe al gobierno interferir con el derecho de las personas al culto religioso según su selección. 

La cláusula de establecimiento es la sección de la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos que dice: "El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto al establecimiento de una religión". Esta cláusula prohíbe al gobierno federal establecer una religión oficial o favorecer una religión sobre otra. Además evita que el gobierno favorezca la religión sobre la no religión, o viceversa. Cada persona o grupo está destinado a estar a salvo del favoritismo religioso según la ley, y se lo conoce más frecuentemente como la separación de la iglesia y el estado. 

La Cláusula de Establecimiento de la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, junto con la Cláusula de Libre Ejercicio de esa Enmienda, forma el derecho constitucional a la libertad de religión. https://www.whitehouse.gov/es/acerca-de-la-casa-blanca/nuestro-gobierno/la-constitucion/  

La Primera Enmienda: "garantiza que el Congreso no puede crear ninguna ley que establezca una religión oficial o prohibir el libre ejercicio de una religión en particular. Esta enmienda protege la libertad de expresión, de prensa, de reunión, y el derecho de solicitar al gobierno compensación por agravios." 

En 1940, la Corte sostuvo el derecho de los Testigos de Jehova a hacer proselitismo en una esquina de la calle (Cantwell v. Connecticut) https://supreme.justia.com/cases/federal/us/310/296/ 

En 1943, la Corte fallo en West Virginia v. Barnette. Caso en el cual la Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó el 14 de junio de 1943, que obligar a los niños en las escuelas públicas a saludar a la bandera de los Estados Unidos fue una violación inconstitucional de su libertad de expresión y religión. https://bfjaawards.com/es/pages/62930-west-virginia-state-board-of-education-v-barnette 

En 1963, la Corte sostuvo que a un Adventista del Séptimo Día no se le podía negar seguro de desempleo debido a que ella rehusó trabajar en los sábados (Sherbert v. Verner). https://supreme.justia.com/cases/federal/us/374/398/ 

En 1972, la Corte reverso la condena de un padre Amish que rehusaba enviar a sus hijos a la escuela mas allá del octavo grado (Wisconsin v. Yoder). https://supreme.justia.com/cases/federal/us/406/205/  

En 1990, La Corte Suprema cambio la prueba, socavando el derecho a la libertad de religión. En Employment Division v. Smith, la Corte sostuvo la negación de beneficios de desempleo a dos miembros de la Iglesia Nativa Americana que habían sido despedidos de sus trabajos por fumar peyote. https://www.law.cornell.edu/supremecourt/text/494/872 

La doctrina expresada en el caso Employment Division, Department of Human Resources of Oregon v. Smith (494 US 872 [1990]). El Tribunal resolvió el recurso interpuesto por dos trabajadores (asesores en una clínica privada de rehabilitación) que habían sido despedidos con base a la normativa vigente debido al consumo de peyote, una sustancia estupefaciente ingerida en el seno de la ceremonia religiosa de la confesión (iglesia nativo americana) a la que pertenecían. A la hora de solicitar la ayuda por desempleo, dado que la posesión de sustancias tóxicas era ilícito (salvo para uso médico o cuando el consumo de las mismas estuviera avalado por un médico como forma de tratamiento) según la legislación estatal y la causa del despido fue por la comisión de un ilícito, la solicitud fue rechazada. El asunto llegó al Tribunal Supremo, donde la cuestión presentada a resolver fue si: “el estado podía negar la ayuda por desempleo a trabajadores despedidos por usar drogas ilegales con fines religiosos.” Este fallo elimino el requisito de que el gobierno pruebe que ha habido un "interés que compele" a restringir una practica religiosa. https://www.law.cornell.edu/supremecourt/text/494/872  

La sentencia Fulton v. City of Philadelphia, de 17 de junio de 2021. Se trata de un asunto que en cuanto al fondo afecta a la lectura de la primera enmienda constitucional, en concreto a las cláusulas denominadas “libertad de ejercicio” (libertad religiosa) y “libertad de expresión”. https://monsieurdevillefort.wordpress.com/2021/06/24/fulton-v-city-of-philadelphia-contratos-administrativos-acogida-de-menores-y-libertad-religiosa/ 

“La libertad religiosa es la primera libertad consagrada en la declaración de derechos de nuestra constitución“~ Secretario de estado de EEUU. Antony Blinken https://share.america.gov/es/la-libertad-religiosa-es-un-principio-fundacional-de-ee-uu/ 

Respecto a la defensa de la libertad religiosa en todo el mundo, dijo el secretario de Estado estadounidense Antony J. Blinken. “La libertad religiosa, como todo derecho humano, es universal”, dijo Blinken el 12 de mayo, al anunciar la publicación del Informe sobre libertad religiosa internacional 2020 del Departamento de Estado. https://www.state.gov/reports/2020-report-on-international-religious-freedom/ 

“Todas las personas, en cualquier lugar, tienen derecho a ella, independientemente de dónde vivan, de lo que crean o de lo que no crean”. El Informe ofrece una revisión de la situación de la libertad religiosa en casi 200 países y territorios. Hace un seguimiento de las violaciones y abusos a la libertad religiosa, así como de las acciones gubernamentales o sociales positivas. https://acninternational.org/es/proyectos/el-informe-de-libertad-religiosa/ 

2022. “El informe de EEUU sobre Libertad Religiosa en el 2021 denuncia las restricciones en Cuba. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, presentó este jueves el Informe sobre Libertad Religiosa Internacional para el 2021. En la sección sobre Cuba, el informe señala que el Partido Comunista, a través de su Oficina de Asuntos Religiosos y el Ministerio de Justicia, siguió controlando la mayoría de los aspectos de la vida religiosa”. https://www.radiotelevisionmarti.com/a/el-informe-de-ee-uu-sobre-libertad-religiosa-en-el-2021-denuncia-las-restricciones-en-cuba/326513.html  

“Departamento de Estado de EE UU, en su Informe internacional sobre libertad religiosa 2012, en el que advierte que numerosos gobiernos imponen tales restricciones, que resultan excesivas e inapropiadas. Según el secretario de Estado John Kerry, este informe documenta casos en los que algunos gobiernos no protegen a las minorías contra la discriminación social y la violencia, e identifica los problemas globales que esta situación representa. Una tendencia es el potencial aumento del antisemitismo y el creciente uso de las leyes sobre blasfemia y apostasía. “Estas leyes son frecuentemente utilizadas para reprimir la disidencia, para hostigar a los opositores políticos, y para resolver venganzas personales. Leyes como estas violan las libertades fundamentales de expresión y de religión”, indicó Kerry”. https://www.ambitojuridico.com/noticias/general/laboral-y-seguridad-social/ee-uu-presenta-informe-sobre-libertad-religiosa 

2012. “Un informe sobre las libertades de credo en el mundo difundido este lunes por el Departamento de Estado en Washington, muestra las preocupaciones de EE.UU. en materia de respeto a las creencias religiosas en dos países latinoamericanos, Cuba y Venezuela.” https://www.vozdeamerica.com/a/eeuu_religion_culto_libertad/1449369.html

2012. “China refuta críticas de EEUU sobre su libertad religiosa”. https://www.mfa.gov.cn/ce/cear//esp/jrzg/t957778.htm o https://www.fmprc.gov.cn/esp/xwfw/fyrth/201208/t20120806_884133.html 

2012. “Informe de Estados Unidos sobre la libertad religiosa. «Nuevos ingresos» Turquía y Tayikistán. La Comisión de Estados Unidos sobre la Libertad Religiosa Internacional sugiere que estos dos países se incluyan en la lista de los países malos.” https://www.lastampa.it/vatican-insider/es/2012/04/05/news/informe-de-estados-unidos-sobre-la-libertad-religiosa-nuevos-ingresos-turquia-y-tayikistan-1.36484034 

Departamento de Estado Faith + Freedom: Religion in the USA [Fe y libertad: Religión en EEUU (en inglés) PDF] . https://share.america.gov/wp-content/uploads/2019/11/Faith-Freedom_Religion-in-the-USA_English_Lo-Res.pdf https://thefederalist.com/2016/11/17/psychiatry-professor-transgenderism-mass-hysteria-similar-1980s-era-junk-science/ 

 

Al lío.

November 17, 2016. ‘Transgenderism’ Is Mass Hysteria Similar To 1980s-Era Junk Science. By: Richard B. Corradi  

El transgenerismo es una histeria colectiva similar a la pseudociencia de los años 80. 

Examinar el relevante fenómeno del transgenerismo. Un trastorno de identidad de género que afecta a un ínfimo número de estadounidenses se ha convertido en una causa popular a nivel cultural de polarización. Su influencia — captando la atención pública y exigiendo cambios sociales — ha sido asombrosa, desproporcionada en relación al número que no están conformes con su sexo. 

Mientras que la izquierda política ha asumido plenamente la agenda transgenerista como un “derecho civil” al que sólo se oponen los fanáticos y abominables, mucha gente ve el movimiento como un ataque concertado a los usos y costumbres tradicionales, un asalto "delante de tus narices" a las normas, las prácticas y la moral convencional. 

El fenómeno del transgenerismo es la punta de lanza del movimiento LGBT, fortalecida con la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, que incluye en la definición de libertad el derecho de la gente a “definir y expresar su identidad”. Para el movimiento LGBT, esto incluye al pie de la letra el derecho a decidir sobre el propio sexo, a reclamar el derecho a un sexo alternativo (puesto que el sexo es maleable, hay otras opciones que no se circunscriban a hombre o mujer), que la sociedad reconozca esa elección como un derecho civil y a fin de cuentas a ser aceptado como un estilo de vida convencional. 

Sin embargo, vender el transgenerismo como un estilo de vida normativo puede ser difícil. Mientras que gente ecuánime puede estar de acuerdo en que los gays y sujetos con confusión de género no deberían ser discriminados, la población en general no parece dispuesta a aceptar el sexo como un simple artificio social ni a asumir que se pueda tener el sexo que elija. Estos argumentos, que constituyen el fundamento conceptual del transgenerismo, da la espalda a la realidad: la diferencia biológica entre los sexos. 

El contagio del delirio colectivo. 

El transgenerismo rechaza las leyes naturales de la biología y transmuta la naturaleza humana. La fundamentación filosófica del movimiento lo cualifica como un delirio popular similar a la locura de las personalidades múltiples y la histeria de los “abusos rituales satánicos” y la “regresión” extendido en los años 80 y 90. Estos dos últimas implicaban extrañas acusaciones de abuso infantil que dio lugar a enjuiciamientos y arruinó la vida de los falsamente acusados. 

Ambos delirios populares se caracterizan por una falsa creencia sin ningún fundamento científico o empírico y tienen un carácter contagioso que invalida al pensamiento racional e incluso al sentido común. Esta tendencia demasiado humana a aplazar el juicio crítico individual para ir junto al gentío lo facilitan en gran medida los medios de comunicación. Lo más importante, sin embargo, la causa ha recibido el visto bueno de de "expertos". Quienes mejor deberían saberlo se han tragado la histeria. Así como los “profesionales de la salud mental” de hace una generación respaldaron las alucinaciones sobre abuso infantil, e incluso participaban en la persecución de los injustamente acusados, del mismo modo han avivado el fuego del delirio transgenerista. 

El transgenerismo se vio fortalecida cuando la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA The American Psychiatric Association — APA) revisó la edición de 2013 del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) y eliminó el “trastorno de identidad de género” de la lista de “trastornos” psiquiátricos, reclasificándolo como “disforia de género”. No obstante, en vez de proveer una validación científica de la agenda transgenerista, la actuación de la APA fue una sorprendente abrogación de la responsabilidad personal por motivos de corrección política. 

A diferencia de las enfermedades médicas, los trastornos psiquiátricos no tienen marcadores biológicos de diagnósticos — no hay datos físicos ni test de laboratorio ni estudios de diagnóstico por imágenes. Los diagnósticos psiquiátricos se basan en combatir sus síntomas de listas de control determinados por el consenso científico. No debería ser una sorpresa que ese proceso sea exquisitamente reactivo a los vientos culturales y políticos imperantes. Ausente biomarcadores que definan las enfermedades, no hay límites a las condiciones mentales y emocionales que se pueden denominar trastornos psiquiátricos. Puede ser muy rentable para un activismo movido por un interés para legitimar su causa como un trastorno mental, en particular para una industria farmacéutica preparada para redirigir los fármacos psicotrópicos para tratar cualquier nueva enfermedad mental. 

Ciencia Activista Más Relativismo Igual a Demencia. 

Pese a que el proceso trabaja en ambas direcciones. Los “trastornos” psiquiátricos van y vienen en respuesta a modas actuales e determinados intereses particulares. Para el movimiento de liberación sexual, el beneficio político se asienta en eliminar trastornos ofensivos. En 1973 lograron que la APA, tan solo por votación de sus miembros, quitase la homosexualidad de su glosario de trastornos. 

La tragedia, como es lógico, es que quienes sufren de problemas de identidad no reciben la ayuda que necesitan. 

 Con posterioridad, el movimiento se fusionó con el relativismo posmoderno, donde no hay valores universales o trascendentales, sólo convenciones sociales y culturales. La doctrina, aplicada al sexo, afirma que el sexo –sexo hombre o mujer– es meramente una construcción social, no un hecho biológico, y está sujeto a cambios según el deseo de cada cual. Los individuos pueden ser del sexo que elijan como “sexo alternativo” e inclusive desvincularse del constructo sexo. 

Esa fue la agenda que la APA se arrogó cuando quitó el “trastorno de identidad de género” del DSM-5. Con todo, más que tan solo eliminar el concepto de identidad de género, que oficialmente ya no es un trastorno, creó una nueva “clase de diagnóstico” llamado “disforia de género”. Esto llevó aún más lejos el asalto al sentido común, desde entonces los psiquiatras, supuestos expertos en distinguir entre la fantasía y la realidad, ponen su sello de aprobación a la histeria transgenerista. 

Sólo los niños prelógicos y los adultos psicóticos creen en el pensamiento mágico, donde “los deseos se convierten en realidad”. Sin embargo, la “disforia de género” queda caracterizada como una “incongruencia de género”: el sentimiento de insatisfacción con el sexo “asignado” (al nacer), y el deseo de tener otro sexo, convierten a uno en una persona diferente. Reclamar la verdadera (deseada) identidad de género puede precisar cirugía de reasignación, un tratamiento aprobado por la APA para la nueva “clase de diagnóstico” de disforia de género. El tortuoso vocabulario del DSM elaborado para catalogar el posible espectro de variaciones de género causaría carcajada si no fuese tan trágico. 

Rechazar diagnosticar deniega tratamiento necesario. 

La tragedia, por supuesto, es que la gente que sufre por problemas de identidad no recibe la ayuda que necesita. La anorexia nerviosa es otro trastorno caracterizado por una distorsión de la imagen corporal. De cualquier modo, en contraste con lo autoidentificados transgénero, a quienes se refuerza actuando bajo un delirio a base de hormonas y “reasignación”, a las personas con una percepción morbosa e irrealista de sí mismas como obesas o gordas no se les aplica una dieta para bajar de peso. Al contrario, se diagnostica la anorexia como un trastorno psiquiátrico y se la trata como es debido con psicoterapia. 

La anorexia y la “disforia de género” están entre las muchas manifestaciones de conflicto psicológico que pueden ocurrir durante las “crisis de identidad” de la adolescencia, un momento importante en el desarrollo en la formación de la identidad. Es una época de vertiginosos cambios físicos y fuertes impulsos sexuales. 

 La confusión de género — el deseo de ser del sexo opuesto, o incluso de no tener ningún sexo (escapan al género) — pueden ser sólo una pausa temporal del adolescente mientras resuelve el conflicto entre la protección y la seguridad de los apegos familiares y atrayentes pero temibles premuras de la autonomía y la sexualidad adulta. 

El ascetismo — la renuncia a la sexualidad y a los placeres sensoriales en general, convirtiéndose efectivamente en asexuales y anhedónico — es otro mecanismos de compensación que usan los adolescentes. Es muy similar a la disforia de género en su propósito de conseguir un remedio temporal en la confusión sobre la propia sexualidad emergente y la ansiedad por las exigencias de la edad adulta. 

La gran mayoría de esos mecanismos de defensa son transitorios, y útiles cuando las tormentas de la adolescencia son más intensas, pero ya no son necesarios cuando emerge una percepción estable de uno mismo. (Lo más común acaso sea la idealización adolescente de los famosos. Que muchas de esas figuras populares sean andróginas ilustra la naturaleza de estas identificaciones como una respuesta ante el conflicto sexual y de género). Muy pocos adolescentes que hacen dietas duras se vuelven anoréxicos. No muchos adolescentes ascéticos se convierten en monjes de clausura. En cambio, adolescentes descontentos con su sexo reciben hormonas e incluso son sometidos a cirugía de reasignación. Un conflicto transitorio de desarrollo está sujeto a tratamientos a veces irreversibles y que les cambia la vida. 

Reforzar los delirios perjudica al sujeto. 

Todavía más lamentable es la utilización de estos “tratamientos” en niños preadolescentes cuyo pensamiento prelógico desdibuja los límites entre la fantasía y la realidad. Los padres jóvenes preocupados por sus hijos necesitan el consejo de gente con conocimiento acerca del desarrollo infantil normal. Por desgracia, a veces es difícil conseguir un buen consejo. Aterrados de ser vistos como “anticuados”, “ignorantes” o “intolerantes”, gente que debería saber más se muestra poco dispuesto a confiar en su propio sentido común y en la sabiduría de antaño. 

Hombres y mujeres de mediana edad que se sienten insatisfechos con sus vidas pueden representar fantasías románticas poco realistas en un intento de rehacerse a sí mismo. Si una niña de cuatro años, temerosa de ser sustituida en el afecto de sus padres por un nuevo hermanito, expresa que es un chico, sus sensatos padres no comienzan a tratarla como si fuera un chico. No asumen que se identifica transgénero. En cambio, la abrazan y le aseguran que ella es su preciosa niñita a la que aman. Los padres que permiten a los críos preadolescentes elegir si quieren ser niños o niñas han dimitido de su papel como adultos racionales, y son ellos quienes necesitan consultar al psiquiatra. 

Sin lugar a duda, formar una identidad personal estable es un asunto peliagudo. En algunas personas se alarga y en la vida llegan a conseguirlo. Si bien la adolescencia y la edad adulta joven puede ser un momento crucial para dar forma a la propia identidad personal, la cual está sujeta durante el ciclo vital a inevitables desafíos, así como a factores estresantes específicos de cada cual. 

La madurez es un momento desafiante para muchas personas. Hombres y mujeres de mediana edad que se sienten insatisfechos con sus vidas pueden representar fantasías románticas poco realistas en un intento de rehacerse a sí mismo. A menudo esto lleva a la tragedia del divorcio y a la destrucción de familias. El transgenerismo ha alentado la más irreal fantasía imaginable — que cambiando de sexo se puede solventar lo que sin cesar es una insatisfacción multidimensional con uno mismo. 

Por qué algunas personas quieren creer que son transgénero. 

Las características que definen la identidad personal son los elementos nucleares de la personalidad. Las personas con una imagen de sí mismas de manera crónica inestable, baja autoestima y una débil visión de sí mismas están pobremente equipadas para lidiar con el estrés de la vida cotidiana. Este grupo constituye la mayor parte de quienes, autoidentificados como transgénero, se someten a un régimen de cambio completo con tratamiento de hormonas y cirugía de “reasignación”. 

Con todo, la mayor parte de quienes sufren de trastornos frecuentes de personalidad no focalizan en la insatisfacción de género la causa de su disfunción global y no piensan en el cambio de sexo como el remedio. ¿Por qué entonces unas cuantas personas con un trastorno de identidad complejo y multidimensional deciden que su problema está en que se les ha “asignado” el sexo equivocado? La respuesta reside tanto en la naturaleza del trastorno de personalidad mismo, como en las poderosas influencias sociales, culturales y políticas. 

Proporcionando líderes activistas y una causa “noble”, el movimiento LGTB ha conseguido una victoria garrafal explotando las vulnerabilidades psicológicas de las personas que carecen de un sentido coherente de sí mismas. Alimentado con el éxito de la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, el movimiento ha adquirido un aura de imbatible. 

El éxito de la cruzada por los derechos transgénero, basada como está en la artimaña cultural de negar la diferencia biológica entre los sexos, podría sugerir que no hay límites para un movimiento que tiene como objetivo redefinir la cultura estadounidense y sus instituciones. Unirse a una fuerza tan poderosa puede ser una experiencia apasionante para alguien cuya identidad se define en buena medida por las personas y las causas con las que él o ella se identifican. 

Transgenerismo es política de identidad. 

El transgenerismo ha hecho un uso inteligente de la poderosa fuerza de la identidad política. Sin lugar a dudas, la identidad personal, el sentimiento general que uno tiene de sí mismo, no radica en el sexo más que en la raza, la etnia, la religión o la clase. Tales son, con todo, las categorías sobre las que se construye la identidad política. Para ser políticamente eficaces, las políticas de identidad dependen de agrupar personas en grupos que aniquilan las identidades y características personales. En las identidades políticas no hay individuos, solo masas amorfas de gente con una propiedad común y definitoria, una que pueda explotarse para un propósito político. 

Todo esto es con el apoyo ingenuo de gente e instituciones que ha sucumbido a este contagio de delirio cultural. 

Ese proceso explota las diferencias entre la gente (culturales, sociales, étnicas, religiosas, etc.) para hacerse electores con los agraviados, los marginados y aquellos a quienes hicieron creer que son marginados. Un grupo de interés especial les asegura que reparara sus agravios — por regla general, un partido político que se beneficia en las urnas de activarlos como grupo de víctimas. Los victimizados deben, claro está, tener victimarios, quienes son vilipendiados como opresores de la afligida comunidad. 

Esta fórmula acerbamente polarizante proyecta a los “transgénero” como un indefinido montón de gente detestablemente oprimida. No se distingue entre grupos muy dispares de “disforia de género”. Tal como he descrito, estos van desde expresiones transitorias de “incongruencia” de género que se da en el proceso de desarrollo normal, a aquellos que son expresiones superficiales de conflictos comunes en la fase de la vida, y a los problemas más muy arraigados de identidad personal que son sintomáticos de trastornos de la personalidad. 

Paradójicamente, a los individuos se les roba su identidad personal y se les convierte en miembros anónimos de la comunidad de identidad de género — los “transgénero”. En vez del asesoramiento individual y la psicoterapia personalizada que deberían recibir quienes se instalan en un nivel alto de angustia, el remedio es de una sola talla para todos. 

Una persona que se autodeclara transgénero puede cristianizarse en cualquier sexo que desee, o no tener ningún género. Pueden llamarse a sí mismos con cualquier nombre que elijan, tomar hormonas y “reasignarse” con cirugía estética. Todo esto, con el sostén bonachón de personas e instituciones que han sucumbido al contagio del delirio cultural. 

Aún más a los individuos se les despoja su identidad personal en la medida en que se convierten en peones del plan general LGBT. Como han logrado conquistar poder judicial y político, los objetivos LGBT aparenta estar con el pleno reconocimiento público de cualquier variedad de expresión sexual que elijan, y sin tolerancia para el disenso. El transgenerismo es la vanguardia de la actual ofensiva. La afligida lucha social que ha promovido indica hasta dónde llegará el movimiento para destruir a la oposición. 

 Demonizar la Oposición. 

¿Quiénes son la oposición? Fieles a la política de identidades, se formulan como una multitud de fanáticos llenos de odio que niegan a los transgénero sus básicos derechos humanos básicos. No puede haber otra explicación de por qué alguien podría creer que el transgenerismo desafía tanto la razón como las leyes de la biología. Los principales medios de comunicación liberales es la principal de las instituciones en sincronía con las tácticas divisivas de la política de identidad. 

Los demonizados, por supuesto, son quienes tienen fe religiosa. Buena parte del mundo occidental se ha secularizado para convertirse en anti-religiosa, pero aún una cepa de fuerte creencia religiosa persiste en los Estados Unidos. Estos adherentes a un código de moralidad sexual que difiera de la agenda LGBT, si bien fundamental para un sistema de valores judeocristiano milenario, son vistos como el último bastión de la oposición. 

Por ende, la expresión de las creencias religiosas sinceras es atacada como odio e intolerancia. Los creyentes son parodiados como sencillos paletos y patanes, aferrándose a sus armas y a su religión resistiéndose al triunfo inevitable de la modernidad racional. 

Los principales medios de comunicación liberales es la principal de las instituciones en sincronía con las tácticas divisivas de la política de identidad. Brillantes historias anecdóticas y testimonios individuales de individuos que se han hecho cirugía de reasignación aparecen en reportajes serviles que apoyan e incentiva la locura transgenerista. Se da bombo en particular a los famosos que se autodeclaran transgénero, y se cumple a pies juntillas la regla de utilizar el pronombre de género preferido. 

Cualquier oposición religiosa o moral al movimiento es caracterizada como un reflejo odio y discriminación. En ninguna parte se ve el testimonio de decepción y depresión de quienes han arrepentido de haberse operado. Al relegar la evidencia clínica e investigaciones convincentes que se basa en una noción de sentido común de que la cirugía no es el tratamiento apropiado para un trastorno psicológico, la psiquiatría es sin duda la más culpable, si bien uno se pregunta qué fue de los reportajes responsables y de la decente práctica del periodismo de investigación. 

La larga marcha a través de las instituciones. 

Junto con los medios de comunicación, la izquierda política ha aceptado con gusto la aparente intención innegable del movimiento LGBT para rehacer el tejido social y las tradiciones culturales de la vida estadounidense y ajustarse a la sociedad que la rodea. No parece haber límite en a los esfuerzos por silenciar a los disidentes. Los creyentes están siendo demonizados, y muchos temen que incluso la libertad del púlpito esté en entredicho. No se titubea en acudir al uso de los tribunales para imponer la voluntad de una minúscula minoría sobre la población general, incluso al extremo de cambiar las costumbres sobre el uso del cuarto de baño de toda la nación 

Aún está por ver los efectos que tendrá el delirio transgenerista sobre nuestra sociedad y sus instituciones, incluidos las fuerzas armadas. 

Las objeciones de la mayoría, incluso por razones de privacidad o en proteger a los niños de la exposición anticipada a cuestiones sexuales, son simplemente ignoradas. Muchas de nuestras instituciones académicas de élite cooperan de buena gana en alterar nuestro lenguaje básico, promocionando el uso de los numerosos neologismos inventados para denominar las nuevas variedades de género. 

La decisión del gobierno federal de permitir a quienes se autodeclaran transgénero servir sin ambigüedades en las fuerzas armadas, a las mujeres en funciones de combate, y en última instancia tener unos militares del todo integrados sexualmente, ilustra hasta qué punto ha triunfado la corrección política. Que hombres y mujeres en exige contacto diario intenso e íntimo que implica el servicio militar pueda convertirse en una fuerza de combate altamente efectiva, en un grupo formado no por hombres y mujeres sino por soldados genéricos, probaría que el género es solo una creación. Del mismo modo refutaría las leyes de la naturaleza humana. El delirio con precisión consiste en creer que el hombre y la mujer no se comportarán de acuerdo con su biología 

Aún está por ver los efectos que tendrá el delirio transgenerista sobre nuestra sociedad y sus instituciones, incluidos las fuerzas armadas. En contraste, la influencia destructiva de las políticas de identidad es inmediata y pavorosamente personal para los autoidentificados transgénero. Como miembros anónimos de un grupo de político con intereses concretos, no sólo se les está robando su distinción como individuos sino también su oportunidad de recibir un tratamiento efectivo. 

Las vicisitudes de la vida — conflictos del desarrollo, factores estresantes en el ciclo vital, trastornos de personalidad — que en ellos se expresan en forma de insatisfacción o confusión de género, son los mismos que pueden afrontar el sentimiento de seguridad en uno mismo que pueda tener en cualquier persona y ocasionarle estrés emocional. De hecho, tal estrés es lo que con mayor asiduidad provoca que la gente acuda a la consulta psiquiatra y psicólogos clínicos. 

La gente encasillada como “transgénero” o “disforia de género” no merecen menos asesoramiento psicológico individual ni menos orientación a medida o psicoterapia. Desde siempre, los populares delirios contagiosos que niegan el sentido común y chocan contra la cruda realidad siguen su curso hasta diluirse. Ese será quizá el destino de la locura transgenerista. Pero antes de que caiga por su propio peso, mucha gente sufrirá un daño irreparable. 

 

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