jueves, 18 de agosto de 2022

Los profesores universitarios son los causantes de que los estudiantes estén chalados.

Son tres artículos, este es el primero de tres. https://thefederalist.com/author/richardcorradi/

La idea no es coincidir con lo que dice el autor, que es primero que nada conservador y creyente, no lo vamos a estar en incontables puntos debido a nuestra cosmovisión feminista y manejo de izquierdas, es antípoda al conservadurismo meapilas estadounidense, y, por supuesto, a la progresía liberal mengeliana demócrata. 

Es lógico que si estamos viendo una silla de cuatro patas y un ultraconservador afirma que tiene cuatro, sigue teniendo cuatro patas. Más bien se trata del meollo, de la sensatez, y la idea es advertir la situación en EEUU, el evidente clima de crispación política que se vive en la cuna del transgenerismo que corroe la democracia. 

En los últimos tiempos, a causa de los desmanes políticos, crisis económica de este rampante capitalísimo, empobrecimiento de las familias de clase trabajadora, violemcia en las aulas y adoctrinamiento de los niños en las escuelas con la ideología de género (o transgenerismo — el enfoque de género que considera que el sexo es una cuestión de autopercepción y no biológica y que nos regimos por estereotipos sexistas) impuesto por los demócratas, aumentó como jamás hubo en la cantidad de niños que reciben instrucción en sus casas en Estados Unidos. 

Es curioso que personalidades políticas de otros países, como en España desde sus ministerios actuales, insistan en ponernos como modelo una sociedad decadente como la estadounidense, un país que nada tiene que ver con la historia, ideas, creencias, costumbres, sociedad o cultura española, con la idiosincrasia misma. Este es el panorama, estamos jodidas, por un lado, los conservadores legislan, p ej., en contra del aborto, por el otro los demócratas dejan para el arrastre los derechos de las mujeres e infancia con el transgenerismo. Si bien no me voy a acostumbras en la vida que los gringos llamen izquierda a la derecha liberal demócrata, es alucinante como se repite la misma jaula, oratoria y mantra en unos países y otros que adoptan el transgenerismo, como la derecha, llámemele conservadora o tradicional o ultra, designa izquierda o extrema izquierda a las políticas identirarias de la derecha liberal y del arco socialdemócrata y toda esa jauría de la pseudoizquierda. Esto me genera migraña. 

Al grano, al artículo.  https://thefederalist.com/2019/05/24/college-professors-reason-students-crazy-people/ 

College Professors Are The Reason Students Are Crazy People. By: Richard B. Corradi 

Dr. Richard B. Corradi. MD. Psychiatry https://www.uhhospitals.org/doctors/Corradi-Richard-1124117130 May 24, 2019. 

Los profesores universitarios son los causantes de que los estudiantes estén chalados. 

Reúna a adolescentes inmaduros con profesores izquierdistas y el resultado inevitable es la crisis actual en la educación superior. Las condiciones en la mayoría de las universidades estadounidenses no deberían sorprender a cualquiera que es consciente de la naturaleza de la adolescencia. Los educadores que los dirigen, sin embargo, son particularmente ignorantes. Aprueban la falta de civismo, toleran comportamiento infantil, y estimulan esas sandeces como "redefinir el sexo." 

Dejándose presionar por las intimidaciones y excusándose se rinden a las exigencias más grotescas de los estudiantes. Los educadores actuales son de forma extraña insensible a un aspecto del desarrollo adolescente en particular. Cuando jóvenes inmaduros con control débil de los impulsos no reciben ayuda (p. ej., fijación de límites firmes) de la autoridad adulta, su control sobre su sexualidad y agresividad empeora, y siguen sus impulsos más a menudo. 

Este comportamiento no solo es señal de que disminuye el autocontrol, sino también un intento de encontrar el límite deseado. Sin embargo, ni atender las necesidades de desarrollo de los estudiantes ni proporcionarles una educación humanista son las principales preocupaciones de numerosos académicos estadounidenses. Más importante para ellos es inculcar en los estudiantes la izquierdista ideología político-social que abanderan. 

Sustituir Religión con Malas Políticas.

Las universidades no mucho tiempo atrás actuaban in loco parentis (en lugar de los padres). Las escuelas y universidades estadounidenses una vez asumieron algunas de las funciones y responsabilidades sobre la crianza de los estudiantes a ellos confiadas. Se impuso toques de queda, dormitorios segregados por sexo, consumo de alcohol rigurosamente reglamentado, y las relaciones entre los sexos se regían por códigos de conducta. 

Esta cultura del campus ayudó a los jóvenes en una de las tareas más difíciles de la adolescencia y en el período de edad adulta joven — el control y dominio de una imperiosa pulsión sexual y, a menudo, indomable. Ahora, excepto en algunas instituciones religiosas conservadoras, las viejas reglas no se aplican. En muchos campus, todo vale. 

Cuando a los adolescentes y jóvenes-adultos inmaduros se les da rienda suelta, sin responsabilidad, desde luego surge el caos. El sexo casual causado por el alcohol, con sus fatales recriminaciones del día después, es común. Atrás quedaron los estándares de moralidad, respeto y decoro que en el pasado regían las relaciones entre los sexos. 

Las políticas raciales, de clase y sexuales se baten en las universidades, en los que por lo común abundan grupos de activistas estudiantiles que defiende con estridencia su apasionada causa. Esto va acompañado de hostilidad hacia las opiniones disconformes y demonizar con acusaciones de fanatismo y aversión. En especial en nuestros institutos y universidades más elitistas y prestigiosas, también existe una omnipresente depreciación por las instituciones y creencias más tradicionales, como patriotismo, religión, familia, democracia y fuerzas armadas. Estos principios fundacionales en otro tiempo han sido transmisores entre generaciones de valores sociales y culturales, y una fuente de orgullo nacional. Los inmaduros adolescentes sólo actúan según lo que sus profesores creen, modelan y enseñan con fervor. 

Los activistas que perturban la vida del campus, evitan que los disidentes hablen y establecen el control de la facultad, y los administradores están dando su mejor ejemplo. En vez de emplazar a la gente, ya que sus mentores modelan la estrategia de demonizar a los disidentes, actúan con su ira. Esto representa no solo su propia agresión, así como la de sus docentes, cuya satisfacción vicaria no pasa desapercibida para los estudiantes. 

Muchos educadores tienen problemas para poner límites sobre el comportamiento obstructivo y agresivo sobre todo a causa de que sus alumnos hacen lo que les gustaría hacer ellos mismos. Lo más flagrante es que muchos profesores y administradores no solo aprueban sino que apoyan la supresión de la libertad de expresión de quienes disienten de ideología izquierdista. Una minoría muy activa incluso aboga por la violencia contra lo que llaman “discurso de odio”. A los estudiantes se les debe enseñar que la Primera Enmienda garantiza la libertad de expresión y de religión — no es solo la piedra angular de nuestra democracia liberal, sino un sagrado principio estadounidense. 

Cómo los adolescentes se convierten en adultos. 

Después del instituto, los adolescentes que emprenden la siguiente fase de sus vidas — por regla general, en universidad, servicio militar o sector laboral, deberían haber completado al menos algunas de las tareas de la adolescencia antepuesta. Entoces, pueden enfrentar los rigores de la adultez temprana — establecer su autonomía, desenvolverse en relaciones extrafamiliares y equiparse con las habilidades para alcanzar sus objetivos ambiciosos — con un sentido seguro de su identidad personal y un sistema sólido de valores y aspiraciones. 

Una brújula moral sólida y basada en principios debe estar en el eje de su sentido de sí mismo. Pasar del rol de niño subordinado al control parental a un adulto independiente y autónomo es una tarea crucial de la adolescencia. Eric Erikson, quizá el estudioso de la cultura y el desarrollo psicosocial humano más influyente del siglo XX, describió a esta labor como la “crisis de identidad” de la adolescencia, que a menudo entrañan conflictos generacionales. 

El fracaso en esta labor de transición puede resultar en inestabilidad de sentido de sí mismo. Por lo común, los adolescentes que pasan de la dependencia paternal a la autosuficiencia forman fugaces ataduras extrafamiliares, como profesores, instructores y celebridades con atractivo adolescente. Estas identificaciones de transición, que pueden ser bastante intensas e inconstantes, sirven como una especie de paradero seguro en el tránsito hacia las relaciones de la adultez. 

El proceso de emancipación por regla general continúa a medida que los estudiantes maduran, tanto en el control de la fuerte pulsión sexual como en su canalización hacia relaciones recíprocas, empáticas y respetuosas con el sexo opuesto. 

Esta usual función de maduración de la vida universitaria, tan importante como la intelectual, simplemente no está disponible en muchas universidades. 

Muchos adolescentes que se ven consumidos en las guerras culturales no han resuelto su crisis de identidad. Tales jóvenes, en efecto, todavía están en el curso de transición de la adolescencia media: inmaduros, susceptibles y aún buscando definirse a sí mismos. Pero en nuestros días, sus identificaciones son con los íconos de la izquierda política. Sus mentores son los profesores de izquierda que dominan la facultad en la mayoría de institutos y universidades estadounidenses. Al no existir una autoestima derivada de un modelo parental estable, la gente joven no formada es fácilmente influida por el ethos de la certeza absoluta y superioridad moral e intelectual en las universidades. 

Reemplazando lo trascendente con lo temporal. 

Los valores que forjaron las conciencias de las generaciones anteriores de jóvenes estadounidenses se fundamentaron en el judeocristianismo. Entre estos valores, el sagrado matrimonio entre un hombre y una mujer, querer hijos, tanto para una madre como para un padre, la importancia de la continencia sexual antes del matrimonio y el reconocimiento de que el sexo casual daña las relaciones humanas. 

Estos códigos de moralidad sexual han sido fundamentales para el sistema de valores judeocristianos durante milenios, sin embargo, la ley de la Biblia Hebrea y los códigos morales del Nuevo Testamento Cristiano derivados del mismo se han rendido al relativismo multicultural. La creencia de que el Antiguo y el Nuevo Testamento están inspirado por Dios, es simple y llanamente una broma para los sofisticados posmodernos. 

El protestantismo principal, tan influyente en la historia estadounidense, por desgracia ha llegado a la misma conclusión en su diluida teología. Aquellos a quienes ha fallado, sin creencias religiosas o una fe trascendental como núcleo de su identidad, son presa fácil de las tácticas de quienes igualan la moralidad sexual ortodoxa con el fanatismo y la estrechez de miras. Un remanente menguante de creyentes religiosos sostiene que hay trascendentes verdades absolutas dadas por Dios que rigen cosas tales como la moralidad sexual y la estructura familiar. 

Con pesar, sin una fe religiosa que dé sentido a sus vidas, muchos estadounidenses acatan con pasividad el izquierdismo. Es fácil que los hijos de esos padres se encuentren entre los que llegan a la universidad sin un sentido firme de sí mismo. Los jóvenes sin propios valores trascendentales se sienten atraídos por los dogmas religiosos seculares sostenidos por sus mentores de la facultad. 

Causas como el cambio climático, el aborto, la inmigración, el control de armas y la defensa LGBT reemplazan las creencias religiosas judeocristianas por la militancia antirreligiosa. El desesperado empeño con el que jóvenes sin fundamento se aferran a tales causas es evidencia de que tal ideología es muy frágil e insustancial para sirve como un pilar fundamental para construir la identidad personal, para empezar. Quienes saben quiénes son y en qué creen no se ven amenazados por la disidencia. No tienen necesidad de censura o “espacios seguros.” 

Es hora de que los padres hablen. 

¿Qué posibilidades hay de terminar siendo como los activistas adoctrinados que alteran nuestros campus? El hecho de que muchos alborotadores universitarios de las décadas de los 60 y 70 se asentaron en estilos de vida convencionales no debería ser reconfortante. Muchos estaban motivados por fuertes valores personales. En el movimiento por los derechos civiles, los jóvenes arriesgaron sus vidas, y algunos inclusive murieron, en un vehemente compromiso en una causa noble. 

En contraste, muchos de los jóvenes de esta época están buscando algo — cualquier cosa — en qué creer. Las idolatrías, las políticas de identidad y la iconoclasia son cimientos endebles para construir el carácter. 

Los padres de chavales en edad universitaria deben ser conscientes de lo que les espera a sus hijos en el campus. Aquellos de predisposición conservadora, sean o no religiosos, deben saber que en muchas universidades, sobre todo en las más elitistas y prestigiosas, sus hijos estarán sujetos a una ideología de extrema izquierda que no admite verdades o valores absolutos o trascendentales. Se pondrán a prueba las convicciones de moralidad sexual. 

Los padres que creen que los valores personales de sus hijos son lo bastante fuertes como para sostenerlos en tales instituciones puede que sean ingenuos. Las políticas identitarias son depravadas y moralmente corrosivas. Es posible que un joven que corre el riesgo de ser tachado como "deplorable" si él o ella expresa una opinión no autorizada sea silenciando al instante. Tal experiencia es la antítesis del intercambio libre y abierto de ideas que exige una educación humanista. A veces los padres, sin saberlo, pagan muchísimo dinero para enviar a sus hijos a esta experiencia. 

¿Qué pueden hacer las familias de fe y aquellas con valores culturales tradicionales? Pueden ser selectivos sobre a quién apoyan en las urnas, analizar las universidades que eligen para sus hijos y manifestar las razones de sus elecciones. Pueden influir en los institutos y universidades que respaldan los dólares de los contribuyentes. Pueden exigir y lograr una diversidad significativa en el campus en una facultad nivelada conservadora y humanista para enseñar a sus hijos. En lugar de retirarse con pasividad, las familias deben implicarse de manera activa para lograr un cambio.

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