miércoles, 14 de septiembre de 2022

Los orígenes absurdos de la cultura pop del letal Movimiento Incel.

La Manosfera es una colección de sitios Web, blogs y foros online que promueven la hostilidad hacia las mujeres, una fuerte oposición al feminismo y la misoginia llevada a su máxima potencia.​​​​​ La manosfera se ha asociado políticamente con la extrema derecha y también con la progresía, la derecha liberal y su cuerda de la socialdemocracia actual.

 

 


https://gen.medium.com/the-deadly-incel-movements-absurd-pop-culture-roots-e5bef93df2f5

The Deadly Incel Movement’s Absurd Pop Culture Roots  From a cheesy VH1 reality show to mass killing, by Jude Ellison S. Doyle.

Los orígenes absurdos de la cultura pop del letal Movimiento Incel. De la hortera telerrealidad en VH1 a la masacre. 

Durante años, entre los primeros resultados de Google por mi nombre estuvo un artículo titulado “Stalking Sady Doyle (Stalking es acecho o acoso y Sady Doyle es https://en.wikipedia.org/wiki/Jude_Doyle )". Fue escrito en 2011 por el defensor de los "derechos de los hombres" Paul Elam.  La publicación fue en respuesta a un artículo que había escrito sobre el acoso sexista en Internet. Elam — que creó un artificial "registro de delincuentes sexuales", llamado Register-Her.com, para destrozar los resultados de Google de las mujeres que asistían a escraches  feministas — no es sorprendente que no estuvo de acuerdo con mis consideraciones. Cuando empezó a amenazarme, su visión se volvió apocalíptica. 

"Nos mantuvimos agazapados al “comienzo de un descarrilamiento”, auguró Elam, un “punto de inflexión” que borraría del mapa a las feministas, a veces con violencia. Mujeres como yo íbamos a experimentar “efectos de gran impacto mucho más organizados… cortesía del movimiento de hombres”.

“En resumen, vendremos a por Uds. Por todas.”, escribió en negrita. “Y cuando terminemos, sentirás nostalgia recordando los días los días cuando todo lo que enfrentar  era con alguien que expresase el deseo de follarte tu sucio culo”.

En 2011, la idea de terrorismo organizado por un grupo de hombres sexistas online era hilarante. Así que hice lo ducho: ignoré la publicación de Elam. Me eché a reír. Seguí adelante.

El 23 de abril, Alek Minassian atropelló con su furgoneta a una multitud en Toronto  y mató a 10 personas, ocho de ellas mujeres. “¡La rebelión de incel ya ha comenzado!” escribió Minassian en Facebook. En ese momento, el Southern Poverty Law Center (Centro Judicial para la Pobreza del Sur) describía a Elam como líder de un “grupo de odio supremacista masculino.

 

La “manosfera” a la que pertenecían él y Minassian — un rey de las ratas internauta de blogs y foros y abanderados del lifestyle (gurús de estilo de vida, dice literalmente), vinculado y definido por militancia antifeminista — se había convertido en un sector clave de fascismo estadounidense. Minassian no fue el primer asesino de "incel" acaparando titulares; con claridad pasmosa se inspiró en Elliott Rodger, quien mató a seis personas e hirió o atropelló de manera no mortal a 14 más en mayo de 2014. Antes de ambos, George Sodini, quien en 2009 mató a tres personas y mal hirió a nueve más. Como Elam, Rodger se consideraba como el heraldo de una tormenta inminente. “Un día, los incels se darán cuenta de su verdadera fuerza y efectivos y derrocará a este sistema opresivo feminista”, había escrito Rodger en PUAhate.com (desde entonces rebautizado como SlutHate). “Empieza a visualizar un mundo donde LAS MUJERES TE TEMEN”.

Desde afuera, la manosfera puede parecer intensamente facciosa, llena de afiliaciones y acrónimos confusos. Sus  fundadores patriarcales, los MRA (defensores de los derechos de los hombres), alcanzaron su apogeo en los 90; se centraron en la ley de divorcio, argumentando que los tribunales de familia privilegiaban injustamente a las mujeres, o en claras ventajas económicas de las mujeres, que remediaron demandando a los grupos de redes de mujeres y bares que cobraban menos a las mujeres en la Noche de Chicas. Después de los MRA llegaron los PUA (artistas del ligoteo), centrándose en probar su virilidad pues maximizan el número de mujeres con las que se acuestan. En la parte más honda de la piscina están los MGTOW (Hombres Siguiendo Su Propio Camino), que dicen odiar tanto a las mujeres que adrede se abstienen de interactuar con ellas. Al final, están los “incels”, los llamados célibes involuntarios, que creen que han sido desposeídos de sexo con mujeres suficientemente atractivas, y que promueven la legalización de la esclavitud sexual y la rebelión armada como respuesta.

Estas subcultura están unidas por la filosofía de la “píldora roja”, llamada así por una escena de Matrix, una película que, cabe señalar, fue dirigida por dos hombres que se autoidentifican mujeres. Esta teoría plantea una conspiración feminista enorme y maligna dirigida a reprimir el sexo masculino que la mayoría de los hombres desconocen porque les han comido el coco. Una vez que un hombre tiene su ratito de "píldora roja" y se da cuenta de que las normas de igualdad entre los sexos se han creado en concreto para joderles la vida, unirse a la manosfera se convierte en su única respuesta razonable.

Todos los movimientos dentro de la manosfera son peligrosos de una manera u otra. Elam, por ejemplo, es un MRA. El movimiento PUA engendró un hombre del saco internauta llamado Roosh V, que ha promovido la legalización de la violación. Sin embargo, la mayoría de los expertos con los que hablé estuvieron de acuerdo en indicar que los incels son el ala radical del movimiento; están harto enfurecidos, incluso dentro de una subcultura definida por la rabia de los hombres. “Su misoginia es más extrema, su ira absoluta hacia las mujeres es más extrema, si bien los MGTOW ocupan un cercano segundo lugar en esos departamentos”, dice David Futrelle, un periodista que ha estado rastreando la manosfera desde fines del 2000.

 “La ideología incel de igual forma estimula una especie de desaliento nihilista, convenciendo [a los hombres] de que son raros y singulares (o bajos, o lo que sea) para atraer a las mujeres, y que no hay esperanza de que puedan cambiar o que las mujeres cambiarán para aceptarlos. Así que consigues toda una comunidad de hombres encolerizados que se odian a sí mismos, en su mayoría jóvenes, que desprecian a las mujeres y a decir verdad no les importa si viven o mueren.’”

El #MeToo ha puesto de moda ofrecer a las mujeres una escucha comprensiva, pero logros como estos se borran de carrera.

En noviembre de 2017, Reddit prohibió r/incels con el argumento de que violaba la política de la plataforma contra el contenido que "alienta, ensalza, incita o reivindica violencia o daño físico contra un individuo o grupo de personas". Poco antes de la prohibición, un usuario había publicado una pregunta en r/asistencia-jurídica sobre cómo un violador podría evitar las consecuencias de hacerlo: "Soy mujer e iré a tomarme una copa con mi novia esta noche... Pongamos que me drogo con un tío cualquiera que no conozco de nada, violada mientras estoy inconsciente y abandonada en el bosque o algo así”, escribió. "¿Cómo podrías seguirle la pista a alguien así?". Los usuarios de Reddit rastrearon el historial de publicaciones del usuario y descubrieron que participaba en r/incels. Allí, las fantasías feminicidas era moneda corriente: “Nunca fantaseé [sic] con matar mujeres hasta que vi estas páginas”, posteó en un hilo específico; “Ídem”, respondió otro. Estaban respondiendo a un meme de Mulan de Disney.

Cuando se cerró r/incels, tenía al menos 40.000 miembros. Para vislumbrar cuán mal están las cosas, debes entender cómo la manosfera irrumpió por vez primera en la corriente dominante: no como un escándalo, sino como un chiste.

 The Pickup Artist (El ligón) de VH1 se emitió  durante dos temporadas, en 2007 y 2008. Sin embargo, resulta ser uno de los productos determinante de la cultura pop de la década, tanto por lo que contenía — ¡Ed Hardy! ¡Telerrealidad! ¡Guyliner (chico de los ojos pintados)! — y por lo que convenientemente quedó fuera. El programa presentaba una casa repleta de "entrañables perdedores", descritos en la pantalla con subtítulos como "Scott, 26: torpe y cohibido", quienes se vieron obligados a admitir ante la cámara que eran vírgenes sometiéndose a la tutela sexual de la autoproclamada "el mayor ligón del mundo."

El apodo Mystery (Misterio, en adelante), utilizado por Erik von Markovik, fue el personaje principal de la bestseller guía PUA de 2005 de "El Juego (The Game)", de Neil Strauss. Incluso entonces, había algo raro; Misterio se presenta a los lectores en medio de un colapso, con Strauss advirtiendo a una mujer que no entre en la habitación porque "probablemente te matará". (“No es que ella no se lo mereciera del todo, por supuesto”, añade Strauss). Pero Strauss retrató a Misterio como formidable y guay, un súperpredador sexual. 

Misterio “podría ganarles a todos”, escribió; él era "el ligón más venerado en la comunidad, un gigante". Esta mística se rebajó algo cuando la audiencia vio al Misterio mismamente dicho. Misterio posó para los créditos del programa con un sombrero de copa de piel sintética. Se vistió de cowboy centelleante para descartar a los participantes. En los segmentos intersticiales del show, Misterio aconsejó sobre cómo llevar, lo que solo puedo describir como una servidumbre, Hellraiser cuello alto, un blazer con estampado de leopardo con solapas ondulada, un gorro de baño  y gafas de natación. Su imagen se convirtió en uno de los gags más definitivos de la época, una sinécdoque para el inframundo del fracaso sexual masculino.

Lo ganso que era Misterio lo convirtieron en un remate, pero nuestra carcajada le dio mayor caché de lo que jamás podría la veneración de Strauss. Lo hacía parecer inofensivo: solo un pringado más de D&D (Misterio también era un mago) que usaba gafas de esquí en el medio de Arizona, una llamativa fuerza pero no amenazante para la superación personal.

 

Los periódicos y revistas de finales de 2000 estaban repletos de confusas coberturas de PUA por parte de reporteros. “Claro, el “seduccionismo” me hace alegrarme de no tener una hija corriendo por ahí”, concluye un artículo de la revista Boston Magazine de 2007. "Pero, a fin de cuentas, [estas] lecciones no son más excéntricas que las de los 'gurús' culturalmente más aceptados". El New York Times no solo publicó los primeros escritos de Strauss sobre la cultura PUA; también envió a uno de sus reporteros a un club con un discípulo ligón. La moda incluso dejó su huella en la historia de las comedias de época: Cómo conocí a vuestra madre incluía, como parte de su grupo de personajes principales, a un artista llamado Barney Stinson, interpretado por Neil Patrick Harris.

 

Al igual que Misterio, Barney tenía un blog, ideó galimatías de citas enrevesadas y trucos de magia. Varios de los tics y eslóganes del personaje, refiriéndose a los amigos varones como " compinches", empujándolos hacia mujeres al azar con un "¿haaaaaas conocido a [X]?" — vino directo de las páginas de The Game.

El estilo de vida de PUA se había normalizado, visto no como un extremismo antifeminista, sino como una versión un poco más barroca de la rudeza tipo de los universitarios. Este fue un error que costaría vidas. En 2010, la bloguera y periodista sobre sexualidad N'jaila Rhee dice que ofreció una charla sobre un "campamento de entrenamiento PUA" dirigido por J.T. Tran, líder de la comunidad conocida como “el Picaflor Asiático”.

Era el meollo del apogeo de PUA, y el editor de Rhee quería algo liviano, inconsistente y entretenido. Cuando regresó con un borrador que reflejaba la retórica real que había escuchado, dice, su pieza fue apartada. “Le dije [al editor] que estaban hablando de acosar a las mujeres y compartir fantasías violentas sobre dañar a mujeres y hombres que creían más exitosos sexualmente que ellos”, me dijo Rhee. El medio (que Rhee prefiere no nombrar) fue inflexible en sus peticiones: “El editor quería una pieza liviana y entretenida que la pintara como una subcultura bobalicona de Internet. Pero estas no eran personas a las que les gusta llevar trajes de piel o mercadear leche materna. Estaban abogando por la violación”.

 

Entre las muchas tácticas sexuales detalladas en The Game, las más alarmantes son aquellas destinadas a superar lo que Misterio llama la "defensa anti-fulana (ASD), definida, por Strauss, como "las maniobras que algunas mujeres hacen para evitar asumir la responsabilidad de iniciar o estar de acuerdo con el sexo”. En concreto, estas son instrucciones sobre cómo presionar a una mujer para que tenga sexo contigo después de que te haya dicho no.


Desarmar el ASD puede implicar contacto sexual, manipulación emocional o incluso violencia: de un PUA, Strauss escribe: “Me encantaría ver como una fue a su casa por primera vez y él agarrarle el cuello, estamparla contra la pared, luego la soltaba justo antes de besarla, colocando en el disparadero su adrenalina a partes iguales de miedo y excitación."

 

En un pasaje, un hombre describe cómo supera cualquier posible resistencia de las mujeres: después de ofrecerle un masaje, dijo: “Empiezo a masajearla por los pantalones, pero luego le digo que se los quite porque estorban. Si actúas como si fueras la autoridad, ella no te discutirá.” A partir de ahí, el individuo pasó a pellizcar y frotar las vaginas de las mujeres sin consentimiento, después de lo cual, "por lo general, me desabrocho los pantalones, me pongo un condón y empiezo a follarla sin besos ni preliminares”.

 

Si no hemos tomado en serio la violencia de los incels, es en parte porque no hemos registrado este vínculo profundo entre la misoginia y los asesinatos en masa.


En 2018, en efecto, ofrecer un aparente “masaje” como pretexto para una agresión sexual es una táctica atribuida a Harvey Weinstein. No es exactamente un impulso de The Game a la afirmación más infame de Roosh de que algunas de sus "conquistas" no habían consentido en tener relaciones sexuales — o, para el caso, al hombre que les pide a los usuarios de Reddit sugerencias sobre violaciones. Los "virtuosos del ligoteo" no eran solo frikis de Internet que llevaban sombreros graciosos; eran peligrosos. Solo que decir eso te tachaba de histérica.

Tracy Clark-Flory fue una de las pocas mujeres fichadas para perfilar Misterio en una pieza de 2007 para Salon. Primero leyó El Juego, luego de que su entonces novio le confesara que había usado sus técnicas con ella, la relación, como es lógico, no se mantuvo. Pero más tarde, "descubría que una cita lo había leído, o un tipo se me acercaba en un bar y sin ninguna duda usaba una de las técnicas", me dijo Clark-Flory. “Fue deprimente ver cuánto empuje parecían tener estas ideas sexistas entre los hombres”. Pero cuando planteó la pregunta con este hombre: — "Cuando intentas a ver a las mujeres como 'objetivos', como un poder que hay que destituir, ¿pierdes cualquier respeto intelectual por ellas?" — Misterio la despachó con un retórico meneo de mano muy clavecín: “Eso no encaja en mi contexto”, respondió.

 

El grupo que llamó la atención de Rhee en 2010, me dijo, eran "hombres que estaban enfurecidos ya que pagaron las clases de PUA y aún así no lograron [el] sexo que sentían que se les debía". Este grupo disidente de fallidos ligones se reunió en lo que Rhee llamó "sitios de odio PUA". El más famoso de ellos quizá sea PUAhate, el foro favorito de Elliott Rodger. Es un recorrido largo e insólito desde VH1 y Cómo conocí a vuestra madre hasta 10 personas muertas en Toronto, pero ahí está: el movimiento incel nació de la práctica de PUA, un nubarrón turbulento de estudiantes desengañados que estaban listos para probar cosas más violentas para acceder a los cuerpos de las mujeres. Por improbable que parezca, esos "encantadores perdedores" dispuestos frente a Misterio resultarían ser algunos de los rostros del terrorismo estadounidense.

 

En 2011, Allen Robert Reyes — un ligón que había aparecido en The Game con el apodo ensortijado "Gunwitch (Pistola mata brujas, o algo así)" — le disparó a una mujer en la cara sin ser mortífero. En la sección de comentarios de una website ya desaparecido, la hermana de la víctima afirmó que él le disparó por rechazar sus avances. (En un email de hace poco de Reyes, negó haberlo hecho). Una publicación sobre el incidente logró más de 300 comentarios en el blog Feministe.

 

El tiroteo pasó hábilmente desapercibido para los principales medios de comunicación. En 2009, después de que George Sodini matara a tres personas en un gimnasio de Los Ángeles en las afueras de Pittsburgh, salieron fotografías de él asistiendo a un seminario de PUA impartido por R. Don Steele. Amanda Marcotte en Pandagon, Jill Filipovic en Feministe, Marc en Feministing, Anna North en Jezebel y Amanda Hess en The Sexist escribieron sobre el papel de la cultura PUA en el fomento de la violencia y el derecho sexual de los hombres. Inclusive cuando los medios principales de comunicación ignoraron la violencia de la manosfera, las feministas, según se les decía, para qué discutirlo.

 

Y si bien sería bueno afirmar que esto se debió a una panorámica profética, la realidad era más simple. Simplemente no había forma de no tomar en cuenta la amenaza, dado que éramos sus objetivos principales. Desde el principio, el gentío de la píldora roja comprendió que el asedio online podría ser una herramienta poderosa para controlar las conversaciones: “El avance para los hombres no se logrará mediante el debate, la razón o los canales típicos de queja útiles para las fracciones de la población que al mundo le importara un carajo”, escribió Paul Elam en un post del blog de 2011. “El avance que necesitamos solo se logrará infligiendo suficiente dolor a los agentes del odio, a la vista de la comunidad, que, al pie de la letra, saque al sociedad del estado de coma en que se encuentra.

 

Las blogueras feministas, como “agentes del odio” visibles y accesibles, entregadas como blancos fáciles. Vislumbraron muchas de las entradas en el simulado "registro" de Elam y fueron objeto de su doxxing (consiste en revelar información personal; se divulga al público sin el permiso de la víctima; dirección, el número de teléfono u otra información personal de alguien en línea para hacerlos más vulnerables a la violencia fuera de línea u online). Cuando Jessica Valenti puso su información en el registro en 2011, recibió tantas amenazas que tuvo que cambiar su número de móvil, comunicarse con el FBI y pasar a la clandestinidad.

 

Roosh organizó una "Semana de de humillar las personas obesas" para coordinar el acoso masivo de mujeres gordas en Twitter y sembró una obsesión largo plazo con Lindy West. Ser gorda y manifiesta era un riesgo ilustre; Ya en 2009, Melissa McEwan escribió que ella era con frecuencia como parte de un concurso de Photoshop, "siendo estampada con una 'polla en mi boca' y 'mi cara en el cuerpo de Jabba the Hutt.'"

No tenías que ser muy popular para recibir este tipo de atención, y el castigo rara vez era proporcional a la falta. En 2013, cuando una mujer que se hacía llamar Chanty Binx fue captada gritando en unos MRA en Toronto, la manosfera la doxxing, la amenazó hasta que ya no pudo participar en las protestas feministas y la acosó durante cinco años sin parar. Jaclyn Friedman, fundadora y asesora principal del grupo de defensa sin fines de lucro Mujer, Acción y Medios de Difusión (Women, Action & the Media; WAM!), se enfrentó a otra campaña de acoso cuando participó en la campaña #FBviolación para lograr que Facebook eliminara el contenido que defendía la agresión sexual.

“Tenían una pila de gente en sus tableros de mensajes revisando las declaraciones de de WAM!, todos mis escritos online, cualquier cosa que pudieran tener en las manos. Su idea en ese momento era demostrar que estábamos financiadas por el gobierno federal, lo que a sus ojos habría hecho que nuestra campaña fuera una " censura gubernamental", dice Friedman.

 

Sabía que debía bloquear de antemano su presencia analógica, pero solo a causa de que las últimas mujeres que trabajaron en una campaña similar habían recibido tantas amenazas probables que no podían seguir. “He sido el objetivo de estos tipos en otros tiempos”, dice Friedman, “y en verdad es terrorismo. Puede adueñarse de toda tu vida. No solo estás peleando con lo que te están haciendo activamente, sino también con lo que sabes que le han hecho a otras. Sientes que tienes que estar lista para cualquier cosa, lo cual es imposible, así que es solo este estremecimiento constante como: ¿Qué vulnerabilidad he olvidado? ¿Puedo irme a dormir o me despertaré y descubriré que me han hackeeado y que un acosador o un equipo SWAT está intentando entrar?”. Fue algo chocante y desolado darme cuenta de que algunas de las amenazas más profundas a tu existencia provenían de un grupo que los medios de comunicación principales consideraba una guasa. Pero también era espeluznante; como gritar pidiendo ayuda, en una habitación llena de gente, mientras todos los que te rodean se quedan del todo quietos. O como gritar el mismo mensaje, una y otra vez, mientras el resto del mundo rodaba cada vez más temerariamente hacia el precipicio.

 

La idea de una campaña de acoso pasó a los medios principales cuando lo creó el término "incels", en 2014. Solo unos meses después de la espiral de Rodger, las mujeres en Twitter comenzaron a notar pelotones de hombres furibundos que exigían "ética en el periodística ", el grito de guerra de #GamerGate Incels.

La campaña al principio se ajustó a los agravios antifeministas estándar. Las infames amenazas se concentraron en figuras de los medios de comunicación identificadas como feministas como Anita Sarkeesian, que había sido grandemente acosada durante años. GamerGate atrajo la atención de los medios al apuntar a los anunciantes, como Kotaku de Gawker Media, considerados hostiles. El reconocimiento ulterior familiarizó al público con amenazas como doxing o SWAT (llamar a un equipo SWAT armado para asaltar la casa del objetivo con una falsa amenaza de bomba) que las feministas sufrían ya desde hacía tiempo.

GamerGate además marcó un cambio ideológico en la manosfera, encarnado por medio de su entonces figura en promoción, Milo Yiannopolous. Si bien en un principio presentó sus lamentos en el lenguaje con el que los píldoras rojas estaban acostumbrados — una de las publicaciones más famosas de Yiannopolous se titulaba "El feminismo es Cáncer" —  mantuvo un acoplamiento perenne con grupos neonazis y supremacistas blancos, guiando a sus lectores de la misoginia a la alineación con la militancia de extrema derecha. Al ver cómo Yiannopolous montó una plataforma para las ideologías genocidas bajo el velo de la "indignación" pedante, entreteniendo a los críticos con una serie cada vez más ridícula de ropajes y cortes de cabello, quedó claro que había aprendido bien de las enseñanzas de Misterio.

 

La alianza entre masculinistas y supremacistas blancos fue normal, insinúa la activista Emily Gorcenski, con sede en Charlottesville. En los últimos tiempos, ha estado utilizando sus cuentas de redes sociales para alertar sobre los chats filtrados de Discord entre miembros de la extrema derecha, donde, dice, se utiliza la jerga incel sobre "Chads" y "Stacys". Gorcenski dice que ambos grupos tienden a transmutar sus propias angustias en un "andamiaje enmarañado de un sistema de creencias".

“Abordan a partir de [la supremacía blanca], y luego tienen que responder preguntas”, dice Gorcenski, “como, ¿los judíos son blancos? ¿O qué pasa si alguien es 2 por ciento blanco? Todo son estadísticas falsas y pseudociencia, pero tienen todo este marco edificado. Los Incel opinan eso de las mujeres.”

 

El vínculo ideológico entre la rabia misógina de GamerGate y la extrema derecha actual no es sutil. Muchas figuras actuales de la extrema derecha, como Mike Cernovich y Yiannopolous, inicialmente se hicieron un nombre dentro de GamerGate. La desarrolladora de videojuegos Zoe Quinn, el primer y principal objetivo del movimiento, había estado hablando del fascismo dentro del movimiento desde el principio. Ya en octubre de 2014, Quinn tuiteó que ella estaba "luchando contra más nazis que algunos de los tebeos del Capitán América en estos días, venga, no me jodas". En 2017, cuando Trump estaba a punto de asumir el cargo gracias al apoyo sustancial de la extrema derecha, Quinn escribió que "[acabo] de darme cuenta de que mi ruptura salió tan mal que él se sulfuró y arrimó el hombro para marcar el comienzo de una nueva era del fascismo estadounidense otra vez”.

Pero el giro de la manosfera hacia el fascismo no significó a la fuerza un caso de patrocinio de una nueva ideología tanto como de desenterrar el subtexto que había estado allí todo el tiempo. “Hay, y siempre ha habido, una superficie racial en todo esto”, dice la socióloga analógica Katherine Cross, cuyo trabajo con GamerGate la convirtió en la diana de una maniobra para cancelar su panel de SXSW de 2015 sobre acoso. “Antifeminismo, islamofobia, antisemitismo, racismo, todo va unido. Rasca uno y encuentras el otro. ”

 

Cross señala una de las entradas más famosos del manifiesto de Elliott Rodger: “¿Cómo podría un niño negro grotesco e inferior conseguir una niña blanca y no yo?”, el escribió. “Soy apuesto, y medio blanco. Soy descendiente de la aristocracia británica. Él descendiente de esclavos. Me lo merezco más.” Me preguntaba si algo de esto se habría desarrollado de otra manera en 2018; si alguno de esos periodistas varones o ejecutivos de la cadena se avergonzaba de su participación en la integración de la manosfera, o si se sentían responsables del ascensión de Rodger y Minassian.

 

Strauss, al menos, renunció a las PUA y escribió una memoria referente a cómo sobrevivir a la "adicción al sexo". Me comuniqué con varios hombres que habían cubierto estas comunidades a fines del 2000, —  incluido Strauss e incluso el propio Misterio — pero ninguno quiso hablar. Uno me dejo enviarle algunas preguntas; cuando mencioné a los incels, de golpe me dijo que "no podría participar".

 

Como tampoco lo es el resto del mundo es propenso a escuchar a las mujeres. Cuando hablé con la escritora Alana Massey, que fue embestida por Roissy, influyente bloguer de PUA, luego de un artículo de 2015 que publicó sobre Tinder, la conversación giró — como ocurre a menudo entre las mujeres en mi profesión — a qué acosadores teníamos en común. Me dijo que a fines de 2017 le habían pedido que disertara sobre las acusaciones recurrentes de acoso en torno al podcast en teoría "izquierdista" Chapo Trap House.

 

Los anfitriones del podcast, por no hablar de su iracunda cofradía online, se autopercibían como contrarios de la manosfera de extrema derecha. Sin embargo, sus tácticas — y objetivos — con frecuencia eran inquietantemente similares. Había sido un saco de boxeo habitual para Chapo durante 2016 y principios de 2017, lo que culminó con una amenaza de muerte manifiesta que me envió un hombre que, según parece, estaba en buenos términos con el presentador del Chapo, Felix Biederman. Massey llamó la atención al Chapo en noviembre de 2016, cuando se refirió a él como un "podcast C+" citándolo en un tuit. Me reenvió el email que le había enviado al reportero sobre el aluvión resultante; enlaces y capturas que contienen hombres que describen a Massey como una "stripper bipolar geriátrica" ​​y publican su foto de "antes y después de la metanfetamina". Con todo, cuando la reportera le reprodujo las citas, ella creyó que él planeaba no tomar en cuenta las acusaciones.

 "No citó ni una sola cosa que me enviaron", dijo Massey, "y tenía como tres condenas sobre 'estas cosas fastidiosas u otras'. Yo estaba como, no, solo sácalo". En 2011, la idea de terrorismo organizado por un grupo de hombres sexistas online era hilarante. En las semanas posteriores al ataque de Minassian, los medios publicaron otro embate de elucidaciones sobre "incels", los economistas reflexionaron sobre "redistribuir el sexo" y el columnista del Times, Ross Douthat, propuso que los hombres sin citas podrían beneficiarse del uso de trabajadoras sexuales o robots. (Que él considerara que los dos eran de recambio es su problema).

Al igual que las PUA, los incels fueron tomados al pie de la letra, con sus ideas antes impensables: "sexo redistribuido", a pesar del eufemismo, es un llamado a legalizar la esclavitud sexual, calado y transmitido acríticamente por los medios de comunicación dominantes. Entre el primer borrador de este artículo y el segundo, un chico de Santa Fe, Texas, se lanzó a tiros después de que una chica a la que había estado acosando durante meses se negara a salir con él y le dijera en público que la dejara en paz. Una vez más, las mujeres se quedaron atrapadas lanzando advertencias a una muchedumbre que ni las escuchó ni les importó. El ciclo que ha dominado la cobertura de la manosfera durante 10 años — horror y olvido, indignación máxima y borrado rápido — continúa hasta el día de hoy.

Un total de 20 han muerto en los ataques de Sodini, Rodger y Minassian. Nada de eso resulta difícil imaginarse. La ideología misógina elemental detrás de los ataques de incel no era ni vagamente oscura. “¿Es impredecible que alguien que profesa este tipo de reflexión, sobre cómo las mujeres les deben sexo a los hombres, sobre cómo las mujeres no valen nada excepto por su capacidad para proveer sexo, sobre cómo la fuerza y ​​la crueldad pueden conseguir sexo puesto que las mujeres son 'depravadas'... en efecto, termina matando a gente? Me correspondí en una publicación de blog de 2009 como réplica al tiroteo de Sodini. "No. No, no lo es."

 

Esto sin mencionar el papel que juega la tóxica masculinidad en la demoledora violencia en general: la historia de violencia machista que es común entre los lobos solitarios, o los incontables tiroteos que empiezan como crímenes de violencia machista en la pareja. Si no hemos tomado en serio la violencia de los incels, es en parte debido a que no hemos registrado esta conexión más profunda entre la misoginia y las masacres. En el ensayo de Rebecca Solnit de 2014 "Cassandra me pone los pelos de punta", indica que la mítica profeta griega Cassandra — que siempre tuvo razón y nunca creyeron —corrió con la misma suerte por causas que serían celebradas en cualquier tablero de incel. “[El] escepticismo con el que se topara sus augurios fue consecuencia de una maldición que Apolo le impuso cuando se negó a tener relaciones sexuales con el dios”, escribe Solnit.  “La idea de que la pérdida de credibilidad está atada a la aseveración de los derechos sobre tu propio cuerpo estuvo presente todo el tiempo”.

 

Al informar sobre esta historia, varias mujeres me explicaron que le habían contado la realidad a un hombre, sobre la violencia que habían sufrido o sobre la violencia que habían escuchado que concebían los hombres, solo para ser descartadas puesto que no encajaban en la historia que esos hombres habían decidido contar. El acoso se degrada a un simple fastidio; una historia sobre un movimiento terrorista en ciernes se posterga pues no es una pieza tontorrona sobre pringados que intentan echar un polvo. La misoginia, según Misterio, “no encaja” en este contexto.

 

Los hombres son dueños del relato. A menos que eso cambie, nada cambiará. El #MeToo ha puesto de moda ofrecer a las mujeres una escucha comprensiva, pero logros como estos se borran de carrera. Aún así, las mujeres a menudo tienen que salir masivamente para tumbar incluso a un depredador. Si un hombre tiene que ser acusado de más de 50 agresiones sexuales antes de que lo veamos como amenaza, aún estamos bajo los cánones de Cassandra. Además de las imágenes del seminario de PUA, el tirador de LA Fitness, George Sodini, dejó un canal de YouTube y un blog, en los que se obsesionaba insistentemente con su incapacidad para ennoviarse. En lugar de alejarse de Sodini tras el tiroteo de 2009, la manosfera lo acogió como el inicio de algo nuevo. “El celibato es una muerte errante y cualquier cosa está justificada para evitar ese destino miserable”, escribió Roissy, en indiscutible conmiseración. Pronosticó que “vamos a ver una creciente eunucocracia de machos betas sin querer célibes y los hombres marginados en sus filas concluyen que salir en una llamarada de plomo incendiada es mejor que vivir en la oscuridad sin amor”.

 

 

Me gustaría decir que fue una fantasía patética. Pero bueno, aquí estamos.

 

Actualización: esta pieza se actualizó para incluir una declaración de Reyes sobre el incidente del tiroteo. Niega haber flirteado con la víctima.

 

 

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